Hace unos meses, un amigo mío preguntó en Facebook:
-Pensás que facebook rastrea las cosas que la gente escribe y después borra antes de apretar ?
Buena pregunta.
Pasamos un montón de tiempo pensando qué postear en Facebook. ¿Deberías discutir ese comentario político que hizo tu amigo de la secundaria? ¿Tus amigos realmente quieren ver otra foto de tu gato (o bebé)? La mayoría de nosotros, en un momento u otro, empezamos a escribir algo y después, seguro inteligentemente, cambiamos de idea.
Desafortunadamente, el código en tu navegador que sustenta Facebook sabe lo que tipeaste aún si decidís no publicarlo. Resulta que las cosas que explícitamente elegís no compartir, no son del todo privadas.
Facebook llama a estos pensamientos no publicados “autocensura” y se pueden encontrar ideas sobre cómo recolectar estas no-publicaciones en un artículo reciente escrito por dos facebookeros. Sauvik Das, un estudiante de doctorado en Carnegie Mellon (universidad de Australia), y Adam Kramer, un científico de datos, divulgaron online un artículo presentando su estudio del comportamiento de autocensura, en base a 5 millones de usuarios de habla inglesa. El paper también fue publicado en la Conferencia Internacional sobre Weblogs y Medios de Comunicación Social. El informe revela un montón acerca de cómo Facebook monitorea nuestros pensamientos no publicados y que piensa acerca de ellos.
El estudio examinó la cancelación de actualizaciones de estado, posts en muros de otra gente y comentarios en otros posts. Para recolectar el texto que tipeás, Facebook manda código a tu navegador. Ese código automáticamente analiza lo que tipeás en cualquier caja de texto y envía metainformación a Facebook.
Archivar texto mientras tipeás no es poco habitual en otros sitios web. Por ejemplo, si usás Gmail, los mensajes en borrador se guardan automáticamente mientras escribís. Aún si cerrás el navegador sin guardar, usualmente podés encontrar una versión (aproximadamente) completa del email que estabas escribiendo en tu carpeta de Borradores. Facebook está usando esencialmente la misma tecnología acá. La diferencia es que Gmail está guardando tus mensajes para ayudarte. Los usuarios de Facebook ni esperan que sus pensamientos no posteados sean recolectados ni se benefician de ello.
Facebook, por otro lado, está analizando pensamientos que intencionalmente decidimos no compartir.
No está claro para el usuario promedio cómo esta recolección de información está cubierta por la política de privacidad de Facebook. En las Políticas de Uso de Facebook, bajo una sección llamada “Información que recibimos y cómo la usamos”, está claro que la compañía recaba información que decidís compartir o cuando “ves o interactuás con cosas”. Pero nada sugiere que recolecte información que vos decidís no compartir. Escribir y borrar podría ser considerado una forma de interacción, pero sospecho que muy pocos de nosotros esperaríamos que esa información sea guardada. Cuando contacté a Facebook, un representante me dijo que la compañía cree que esta autocensura es una forma de interacción cubierta por la Política.
En su artículo, Das y Kramer reclaman sólo enviar información a Facebook que indique si te autocensuraste no qué escribiste. El representante de Facebook con el que hablé indicó que la empresa no está recolectando el texto de los posts autocensurados. Pero ciertamente es tecnológicamente posible y está claro que Facebook está interesado en el contenido. El informe de Das y Kramer concluye: “llegamos a una mejor comprensión sobre cómo y dónde la autocensura se manifiesta en las redes sociales; después vamos a necesitar entender mejor qué y por qué”. Esto implica que Facebook quiere saber qué estás escribiendo para poder entenderlo. El mismo código que Facebook usa para chequear la autocensura puede decirle a la compañía qué tipeaste, entonces la tecnología ya existe para recabar la información que quieren.
Es fácil conectar esto a las noticias recientes acerca de la vigilancia de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA). Una organización está recolectando metainformación –o sea, todo menos el contenido de la comunicación- y analizándolo para entender el comportamiento de la población. De todas formas, hay algunas diferencias importantes. Mientras puede ser incómodo que la NSA tenga acceso a nuestras comunicaciones privadas, la agencia está monitoreando cosas que efectivamente están publicadas online. Facebook, por otro lado, está analizando pensamientos que elegimos intencionalmente no compartir.
Puede ser más cercano a la revelación reciente de que el FBI puede encender una webcam de una computadora sin activar la luz indicadora para monitorear criminales. La gente vigilada a través de las cámaras de sus computadoras no está eligiendo compartir videos de sí mismos, tal como quienes se autocensuran en Facebook no están decidiendo compartir sus pensamientos. La diferencia es que el FBI necesita una orden judicial, mientras que Facebook puede hacerlo sin el permiso de nadie.
De todas formas, ¿por qué le importa a Facebook? Das y Kramer argumentan que la autocensura puede ser mala porque se oculta información valuada. Si alguien decide no postear, dicen, “[Facebook] pierde valor por la falta de producción de contenido”. Después de todo, la publicidad que muestra Facebook se basa en qué publicás. Yendo más allá, afirman que no es justo si alguien decide no postear porque no quiere spamear a sus cientos de amigos, porque unos pocos podrían estar interesados en el mensaje. “Consideren, por ejemplo, un estudiante universitario que quiere promover un evento social para un determinado grupo de interés pero no lo hace por miedo a espamear a sus otros amigos, algunos de los cuales –de hecho- aprecian sus esfuerzos”, escriben.
Esta mirada paternalista no es abstracta. Facebook estudia esto porque cuánto mejor comprendan sus ingenieros el tema de la autocensura, más precisamente pueden afinar su sistema para minimizarla. Esta meta –diseñar Facebook para disminuir la autocensura- es explícita en el informe.
Entonces, Facebook considera tu discreción reflexiva sobre qué postear como algo malo, porque retiene el valor de Facebook y de otros usuarios. Facebook monitorea aquellos pensamientos no publicados para entenderlos mejor, con el fin de construir un sistema que minimice este comportamiento deliberado. Se siente peligrosamente parecido a “Tenemos que saber todo lo que pasa”, un lema de la compañía de Internet epónima y distópica de la novela reciente de Dave Eggers, El Círculo.
Versión original (en inglés) por Jennifer Golbeck.