Thomas Piketty es el economista de moda que con su libro El Capital en el siglo XXI es número uno en ventas en Estados Unidos, por delante de best sellers como la saga Juego de Tronos. Es elogiado tanto por los popes de la Economía actual y por publicaciones especializadas, como por el público. Uno de los puntos centrales que desarrolla su teoría es que el capitalismo es incompatible con la democracia y con la justicia social.
La edición en inglés de «El Capital en el siglo XXI» en apenas unas semanas ha vendido cerca de 50.000 ejemplares de este voluminoso ensayo de unas 700 páginas, aderezadas con tablas y gráficos como bien manda la ciencia económica. Además, su autor Thomas Piketty, fue alabado por los premios Nobel de Economía, Paul Krugman y Joseph Stiglitz, por el editor del diario Financial Times, Martin Wolf, y por el semanario The Economist. El libro del economista francés y best seller en Estados Unidos, contiene un duro ataque al capitalismo y un rasgo que considera inherente a su funcionamiento: una creciente desigualdad que tarde o temprano será «intolerable».
El economista analizó la evolución durante 300 años en 30 países, deteniéndose puntualmente en los datos de la tasa de rendimiento del capital y la tasa de crecimiento económico. Siendo sistemáticamente mayor la primera que la segunda, a la larga el crecimiento económico se ve afectado y por ende la distribución de la riqueza siempre queda en un plano secundario en lugar a su creación. «Si uno analiza el período desde 1700 hasta 2012 se ve que la producción anual creció a un promedio de un 1,6%. En cambio el rendimiento del capital ha sido del 4 al 5%», explicó Piketty. Paradójicamente para un autor que critica los fundamentos del sistema socioeconómico actual, sus escritos fueron muy bien recibidos en la Casa Blanca y el Fondo Monetario Internacional.
Las ideas de Piketty chocan de frente con la premisa de la economía neoclásica (basada en Adam Smith y David Ricardo) que considera que la distribución de la riqueza es un tema secundario del crecimiento y que en «economías maduras» (desarrolladas) la desigualdad se reduce naturalmente.
En su tierra natal, el libro generó controversia tanto con economistas heterodoxos como con conservadores. Así, el diario Libération, de inspiración progresista y de izquierda, publicó un artículo del filósofo Geoffroy de Lagasner en el que califica al libro de «regresión conceptual que moldea una visión empobrecida del mundo». Esto viene a cuenta de que, de acuerdo con Piketty, el capitalismo presenta una tendencia que hace que los dueños del capital acumulen más riquezas de forma más rápida que el resto por el mero hecho de ser privilegiados, y no por méritos propios. Así, por un lado están los «rentistas que heredan el patrimonio» y, por otro, «los empleados que merecen su salario por su trabajo y cualificaciones», un «mito conservador que funda las democracias liberales», según explicaba De Lagasner.
En Estados Unidos también fue criticado por izquierda. «Piketty suministra una explicación de la creciente desigualdad en el marco neoclásico y centra el problema en la diferencia entre la rentabilidad del capital y el crecimiento. Este esquema neoclásico le hace enfocar el tema impositivo como el remedio sin prestar atención a las estructuras del poder económico», señaló el académico estadounidense Thomas I. Palley, autor de «Economía post keynesiana: deuda, distribución y la macroeconomía».
Por su parte, Nicolas Baverez, economista reconocido en los ámbitos conservadores franceses, tampoco señaló en uno de sus editoriales en el semanario Le Point que el trabajo de Piketty era «marxismo de subprefectura». Es decir, un marxismo de segunda. Entre otras cosas, se critican los cálculos del autor francés del Capital. De ahí que en la redacción del diario conservador Le Figaro se haya dado la palabra a otros especialistas no menos osados en la crítica. «Si los cálculos de Thomas Piketty fueran correctos, el 1% más rico de la población debería poseer todas las riquezas disponibles de aquí a 2016», según ha señalado irónico el economista Jean-Philipp Delsol al periodista de Le Figaro Yann Le Gâlès.
Cruzando el océano, el premio Nobel de Economía y mediático editorialista del The New York Times, Paul Krugman, destacaba de la obra de Piketty el modo en que «derriba el más querido de los mitos conservadores», a saber, «la insistencia en que estamos viviendo en una meritocracia». Según el economista galo, no es así. Si se cita sólo a Francia, allí el capital rinde anualmente a un nivel del 7% al 8%, mientras que el PIB galo ni siquiera lo hace al 1%, lo que genera, de acuerdo con Piketty, una «divergencia insostenible» entre quienes tienen y no tienen además de una «concentración» de la riqueza que amenazan con acabar, en último término, con la clase media.
En una cosa todos coinciden: la desigualdad ha crecido en las últimas tres décadas. Segun The Economist hoy el 1% de la población tiene un 43% de los activos del mundo: el 10% más rico maneja el 83%. Para el nuevo best seller, esta situación va a continuar a menos que se pongan en marcha una serie de medidas progresistas globales como un impuesto del 80% a la riqueza (no solo al ingreso).