jueves 7 de noviembre de 2024
Lo mejor de los medios

Humi, la revista para chicos pensada en grande

Fue una revista infantil diferente, única en su tipo. Surgió en 1982 y no llegó a las 40 ediciones. Pero con sus propuestas originales, su lenguaje lúdico y la desacralización de los próceres rompió moldes y marcó un camino que terminaron imitando sus competidoras. Un análisis de la publicación contada por sus creadores, sus rivales, los docentes y sus lectores.

Cuando a Carlos Silveyra, secretario de redacción de Billiken, le anunciaron quién lo llamaba por teléfono no pudo evitar la sonrisa. Al otro lado de la línea aguardaba Manuel García Ferré, el creador de entrañables personajes como Larguirucho e Hijitus, el presidente de Producciones García Ferré y sobre todo, el director de Anteojito, la competencia de Billiken. Silveyra varias veces había propiciado una reunión sin conseguir su objetivo, pero ahora García Ferré le pedía un encuentro para “ver cómo viene el panorama”.

Acordaron almorzar en un bar, a medio camino entre la redacción de Anteojito en la avenida Corrientes al 1300 y la de Atlántida en la calle Azopardo. Era junio de 1982 y ambos se percibían intranquilos. No era para menos. Andrés, el Tano, Cascioli, dueño de Ediciones de la Urraca y editor de Satiricón y Humor, planeaba lanzar una publicación infantil que sacudiría lo establecido. García Ferré se mostraba preocupado por cómo se repartirían los lectores en “un mercado que no es muy grande”. Silveyra, en cambio, más que preocupado estaba furioso. Varios de sus autores y dibujantes como Laura Devetach, Raúl Fortín y Luis Scafatti, habían abandonado el equipo de Billiken para pasarse al de Cascioli. Los hombres acordaron volver a encontrarse. No fue necesario.

La revista le daba un espacio específico a la literatura. Ya sea en la sección Antolotuya o poniendo en la portada a María Elena Walsh.

Cuando se habla de inventos argentinos al dulce de leche, el colectivo y la birome habría que agregarles las revistas infantiles escolares. Tanto Billiken que apareció el 17 de noviembre de 1919, como Anteojito que nació 8 de octubre de 1964 fueron productos editoriales únicos en el mundo. En otros países eran conocidas y exitosas las revistas para niños, pero no las ediciones centradas en los contenidos escolares. Todas las propuestas editoriales se basaban en historietas. Brasil ofrecía Turma da Mônica, una historieta creada por Mauricio de Sousa. Las de Estados Unidos desplegaban cómics como el Capitán América, Wonder Woman y Mickey Mouse y en Francia reinaba Pilote con juegos, alguna entrevista y las aventuras de Achille Talón, Blueberry y Astérix, entre otros.

A los inventos argentinos, habría que sumar las revistas infantiles orientadas al contenido escolar

Anteojito y Billiken, en cambio eran revistas basadas en los contenidos escolares, modelo que no se replicaba ni replica en ningún otro lugar del planeta. Si bien traían historietas, juegos y algún cuento, su esencia era la temática escolar con énfasis en las fechas patrias. Esto se reflejaba en el lema de la publicación de García Ferré: “La revista escolar más completa, útil y divertida”.

Ambas publicaciones contaban con un público bien diferenciado. Mientras la revista de Atlántida se vendía mejor en Capital y grandes centros urbanos, la de García Ferré reinaba entre los sectores más populares y en provincias con una tradición más conservadora como Mendoza. El escritor Rodrigo Fresán los individualizó en un artículo para Página/12: “Los lectores de Billiken calzaban Adidas y empuñaban lapiceras Parker, los de Anteojito metían sus quesos adentro de zapatillas Flecha y mordían plumas Scheaffer”. En esa línea, el autor asegura que «Los que pateaban con Pampero y 303 no leían nada, pero eran los que mejor jugaban al fútbol y los que ganaban todas las peleas en los recreos”.

Para sus portadas por el Día del Maestro, Anteojito y Billiken eligen resaltar la figura de Sarmiento como “civilizador” y “forjador”. No se apartan del relato tradicional y exaltan cierta “argentinidad” poniendo los colores de la bandera en el logo.

En ese “River -Boca” de las publicaciones infantiles o para esos chicos que querían leer pero no sabían qué entró a pujar un tercer jugador: Humi.

Allá lejos y no hace tanto tiempo

“La revista para chicos la propuso Laura Linares, aquella colaboradora de SatiricónChaupinela y los primeros años de Hum®, junto a Raúl Fortín. Tenía historietas de Grondona White (“Bespi”) o Tabaré (“Bicherío”) y un sumario que podía incluir una entrevista a María Elena Walsh, artículos de Laura Devetach o cuentos de Oche Califa o Ricardo Mariño.

Mantenía la impronta escolar de revistas como Billiken o Anteojito -en cuanto al calendario de efemérides-, pero se diferenciaba en la comunicación con el pequeño lector -no lo subestimaba- y llevaba el estilo de Hum®. Algunas maestras la adoraron y otras se escandalizaron.”, resume Diego Igal en “Humor” el libro que se adentra en la historia de la publicación que quedó en el inconsciente colectivo de los argentinos. Por otro lado, Ediciones de La Urraca vivía un momento de esplendor y expansión con nuevos productos como El Péndulo y SuperHumor y hasta la organización de recitales en Obras.

Lanzar una revista infantil parecía un negocio excelente: Anteojito y Billiken llegaban a vender 400 mil ejemplares mensuales

En ese contexto, lanzar una revista infantil parecía un negocio excelente. Anteojito llegaba a vender 400 mil ejemplares mensuales y Billiken, solo un poco menos. Las nuevas tecnologías permitían imprimir en color por lo que la publicación resultaba más atractiva. El tema de la distribución y exhibición en los puestos de diarios, tan complejo y determinante en el mundo editorial, también estaba resuelto. Armar la redacción tampoco era complicado. Laura Linares, que se encargaría del producto, ya era parte de la editorial. Se sumarían otras tres personas además de ilustradores y colaboradores externos que ya venían trabajando en otros proyectos. Humor vendía 250 mil ejemplares y se esperaba que a Humi la compraran alrededor de 100 mil.

El primer número de Humi llegó a los kioscos el 4 de agosto de 1982. Ya desde el formato demostró que rompía moldes. Mientras sus competidoras detentaban el tradicional de 21 x 28,5 cm, Humi ofrecía la revista con ese formato, pero traía anexado un cuadernillo más pequeño, de 15 x 22 cm, con los contenidos escolares. Otro diferencial era su aparición quincenal mientras que Anteojito y Billiken eran semanales.

La redacción de Humi funcionaba en el edificio de Ediciones de la Urraca. Oche Califa era colaborador y Laura Linares (al fondo) su primera directora.

Si el aspecto y la periodicidad eran novedosos, sus contenidos eran absolutamente disruptivos para la época. Es preciso abrir un paréntesis para recordar ese momento histórico. Había terminado la Guerra de Malvinas con la derrota argentina, la dictadura estaba en retirada pero sus garras no. Estaban prohibidos “Las venas abiertas de América Latina” de Eduardo Galeano y “La revolución proletaria y el renegado Kautsky” de Lenin pero también “La torre de cubos” de Laura Devetach y “Un elefante ocupa mucho espacio” de Elsa Bornemann. En la secundaria los manuales de “Formación moral y cívica” de Roberto Kechichian eran lectura obligada y solo algún profesor muy corajudo se animaba a dar “La noche boca arriba” de Julio Cortázar.

Es en ese contexto que aparece Humi. Si las páginas de Anteojito y Billiken estaban llenas de próceres, leyendas, explicaciones, alguna manualidad, cuentos e historietas, las de Humi aparecían repletas de bichos, monstruos, caricaturas y lo más llamativo: próceres humanos.

Había terminado la Guerra de Malvinas con la derrota argentina, la dictadura estaba en retirada pero sus garras no

Además la creación comandada por Linares rompía en su lenguaje con todo lo establecido. Anteojito y Billiken eran publicaciones realizadas por adultos que se dirigían a chicos desde el lugar del saber. Sus textos, aunque más livianos que el de los manuales escolares, mantenían el registro formal y enciclopédico. En cambio, Humi saltaba ese molde con una postura alejada de lo políticamente correcto, con diversidad pero sin lecciones ni moralejas. El humor atravesaba todos los contenidos. No el humor tradicional y estructurado de la página reservada para los tradicionales chistes, algo que también detentaba Anteojito, sino el humor en todos los contenidos. Humi establecía un código de lectura novedoso, disparatado y lúdico mucho más cercano al mundo infantil. Utilizaba un lenguaje coloquial, con palabras inventadas, en lunfardo, juegos de palabras, palabras en desuso como “¡Vas a ver cosas piolísimas!”, “Allí se van a enterar de cosas descroquetantes”, “para cuando llegue la ocasión (que siempre llega) de arreglar entuertos, trapisondas… y cosas rotas.”

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Susana Ceballos
Susana Ceballos
Susana Ceballos es periodista. Actualmente colabora con Infobae. Fue colaboradora permanente en la revista Anteojito y redactora en la revista Genios. Además trabajó de forma externa con varias editoriales de textos escolares. Publicó una adaptación de la Biblia para los chicos. Escribió efemérides para revista infantiles y manuales. Asegura que San Martín y Belgrano junto con su padre Ruly son los hombres que “más le dieron de comer”.