Según señala la Unión de Escritoras y Escritores, en su estudio “Relevamiento sobre la edición de autor” en Argentina, la autoedición no solo representa una salida para quienes no encuentran cabida en editoriales tradicionales, sino que ofrece también control absoluto sobre el contenido, el diseño y la distribución de la obra. Este relevamiento detalla que la autoedición ha crecido exponencialmente en la última década. Sin embargo, la investigación advierte sobre la falta de estándares de calidad y la necesidad de profesionalización: muchos de estos libros carecen de una edición rigurosa y de una estrategia de comercialización efectiva, lo que dificulta su llegada a los lectores y su supervivencia en el mercado.
La autoedición, no obstante, no puede desligarse del contexto de concentración editorial y saturación de la producción de libros. En su análisis del Informe de Producción del Libro Argentino 2024, Germán Echeverría (director de Autores de Argentina) destaca un crecimiento sostenido de la producción editorial, impulsada principalmente por sellos grandes y medianos con mayor capacidad de distribución y marketing. Según Echeverría, durante 2024 se editaron más de 28.000 títulos en Argentina, una cifra que contrasta con la persistente concentración en torno a un puñado de editoriales con mayor visibilidad.
El crecimiento de títulos no se traduce necesariamente en diversidad o calidad: los géneros más publicados durante 2024 en Argentina fueron la novela romántica y los libros de autoayuda, concentrados en grandes grupos editoriales con estrategias claras de rentabilidad. Las editoriales independientes, que apuestan por la literatura más experimental o por la traducción de voces emergentes, ven limitadas sus posibilidades de distribución en librerías y ferias. El mercado, cada vez más competitivo y dominado por el marketing, deja poco espacio a los riesgos editoriales.
La paradoja de este escenario editorial es evidente: mientras se publican cada vez más títulos, también aumenta la cantidad de textos que nunca llegan a ver la luz. El artículo publicado en el diario El País, “Avalancha de manuscritos no solicitados: la literatura paralela que nunca llega a publicarse”, revela la magnitud de este fenómeno. María Fasce, directora literaria de Alfaguara, Lumen y Reservoir Books, señala que reciben “decenas, cientos, miles de manuscritos de escritores de toda clase y condición”. Fasce compara el envío de manuscritos no solicitados con “lanzar un mensaje al mar en una botella”.
Los criterios de selección no siempre responden a la calidad literaria. Palmira Márquez, directora de la agencia Dos Passos, advierte que los libros con más probabilidades de ser publicados son aquellos que tienen una intrahistoria atractiva, que puedan convertirse en una noticia o que conecten con temas de actualidad. Además, la personalidad del autor —su perfil, sus redes sociales, su presencia mediática— adquiere un peso cada vez más importante en las decisiones de publicación. La industria editorial, como señala Márquez, “es una industria, no un museo”.
El escritor Miguel Alcázar, en su libro Manuscritos no solicitados, explora este mundo de textos descartados desde una perspectiva lúdica e irónica. A partir de su experiencia como lector editorial —un rol clave, pero poco visible en la cadena de valor del libro— Alcázar recopila ejemplos ficticios de obras rechazadas, a menudo con ideas brillantes pero imposibles de publicar. La propuesta de Alcázar visibiliza la existencia de una “literatura paralela” que, aunque no ingresa al circuito editorial tradicional, forma parte del ecosistema creativo que alimenta la vitalidad de la escritura contemporánea.
Por su parte, Guillermo Schavelzon, en su artículo sobre el lugar del autor en la cadena de valor del libro, subraya que la figura autoral está sometida a nuevas tensiones: no solo debe ser un creador, sino también un promotor activo de su obra, capaz de gestionar su presencia pública y de adaptarse a las exigencias de un mercado que prioriza la visibilidad. Schavelzon destaca que, aunque las editoriales siguen siendo clave como mediadoras culturales, la tarea de construir la trayectoria de un libro y de un autor recae cada vez más en el propio autor y en su capacidad de articular redes y estrategias.
En definitiva, el recorrido que va desde la autoedición hasta la consolidación de un autor en el mercado revela las complejidades de una industria editorial que navega entre la saturación y la búsqueda constante de nuevas voces. Los datos y testimonios recogidos en estos análisis recuerdan que publicar sigue siendo un desafío arduo, donde convergen talento, suerte y, sobre todo, una profunda comprensión de cómo funciona —y qué exige— el mundo editorial actual.