¿Qué entendemos hoy por «noticia» en un mundo donde el contenido se mezcla, circula sin freno y se adapta a cada lector? Esta es la pregunta que trata de responder un estudio del Pew Research Center que ahonda sobre qué consideran noticia los adultos estadounidenses, qué tipo de contenido tienden a evitar y cuáles son las emociones que surgen al informarse. La investigación se basó en encuestas, entrevistas a periodistas y tableros de discusión online con más de 9.500 personas.
El concepto clásico de noticia se sostiene: el 85% de los encuestados afirma que para que algo sea considerado noticia debe ser veraz. Le siguen otros factores clave: que esté actualizado (78%) y que sea importante para la sociedad (72%). Aunque en menor medida, un 68% menciona que sea imparcial, y sólo el 29% considera relevante que sea interesante para uno mismo.
Para otros, sin embargo, el valor noticioso está en la cercanía. La información se vuelve noticia si afecta la vida diaria, el entorno inmediato o el grupo social al que se pertenece. En muchos casos, esta relevancia personal termina guiando qué se comparte, qué se comenta y qué se ignora, aunque no siempre se enuncie como criterio consciente.
Opinón, entretenimiento y noticia suelen confundirse, pero la mayoría busca que los hechos se distingan de las interpretaciones. Aun así, el 55% prefiere informarse con fuentes que coincidan con su visión política. Esta tensión entre objetividad ideal y consumo real atraviesa todo el informe y se expresa también en la selección de temas y medios.
Los encuestados confían más en medios tradicionales y cuentas verificadas, pero también reconocen como noticias aquellas que circulan en grupos locales o provienen de personas conocidas. Elementos como titulares llamativos, imágenes, logos reconocibles y etiquetas como «último momento» ayudan a construir esa percepción, sobre todo en redes sociales, donde los vínculos de confianza son determinantes.

Las plataformas digitales amplifican esta selección individual. Algoritmos, tendencias y personalización transforman cada feed en un espacio curado, donde la definición de noticia cambia con cada usuario. Esto consolida una experiencia informativa cada vez más fragmentada, moldeada por el interés, la afinidad y la repetiçión.
El impacto emocional también es clave. Casi la mitad dice sentirse informado al leer noticias, pero predominan sentimientos negativos como enojo (42%) y tristeza (38%). Muchos admiten evitar noticias para no sentirse abrumados. Otros, en cambio, las consumen como una forma de obligación cívica, aun con malestar. La información, así, se convierte en una fuente de tensión constante entre el deseo de saber y el deseo de estar bien.
La conclusión del estudio es que no hay una definición unívoca de noticia. Importan el tema, la fuente, el formato y sobre todo, el modo en que cada quien se relaciona con la información. Lo que para uno es relevante, para otro puede ser ruido. La noticia, en definitiva, ya no se define sólo por sus contenidos sino también por el lugar que ocupa en la vida cotidiana de quien la recibe.