Hasta hace poco, la mayor parte de la evidencia sobre mortalidad relacionada con la temperatura en Rusia se basaba en unos pocos estudios sobre períodos breves o ciudades concretas. Esto dejaba una importante laguna de conocimiento en un país donde los inviernos son largos y duros, y los veranos, aunque cortos, se vuelven cada vez más calurosos debido al cambio climático.
Por eso, a través del proyecto EARLY-ADAPT, analizamos más de 19 millones de muertes en 300 ciudades rusas entre 2000 y 2019, abarcando diferentes zonas climáticas y condiciones socioeconómicas. Nuestro objetivo era comprender cómo la exposición al frío y al calor influye en la mortalidad en una de las naciones más frías y geográficamente diversas del mundo.
Los riesgos por calor y frío varían según la región
Descubrimos que los riesgos para la salud relacionados con la temperatura varían significativamente entre ciudades.
- Mientras que la mortalidad relacionada con el calor era mayor en la parte europea de Rusia, los riesgos por frío estaban más uniformemente distribuidos en todo el país.
- Las ciudades con inviernos más suaves y veranos calurosos presentaban mayor vulnerabilidad al calor, mientras que las ciudades con climas continentales seguían mostrando una considerable mortalidad relacionada con el frío.
- El riesgo relacionado con el frío no seguía un patrón geográfico claro, posiblemente debido a mayores niveles de adaptación en infraestructuras en todo el país.
- En cambio, el riesgo asociado al calor mostraba una marcada distribución geográfica, siendo las ciudades del sur y del oeste las más afectadas.
Esto significa que las estrategias de salud pública no pueden ser soluciones universales: deben adaptarse a los patrones climáticos específicos de cada región del país.
¿Quiénes corren más riesgo? Diferencias por edad y sexo
También analizamos cómo varía la mortalidad relacionada con la temperatura según la edad y el sexo:
- Como era de esperar, los adultos mayores, especialmente los mayores de 75 años, eran mucho más vulnerables tanto al calor como al frío.
- También observamos diferencias significativas entre hombres y mujeres: el riesgo de mortalidad por calor era más marcado en mujeres que en hombres, aunque entre los hombres de mediana edad, el riesgo de muerte por calor era mayor en comparación con las mujeres del mismo grupo de edad.
Estos patrones por edad y sexo ya se han observado en estudios europeos; sin embargo, en algunas ciudades siberianas de Rusia se vieron tendencias opuestas: mayor mortalidad por calor en hombres de 0 a 59 años, y mayor mortalidad por frío en personas de 60 a 74 años. Estos patrones regionales inusuales podrían explicarse por comorbilidades, exposición laboral o factores conductuales.
El impacto de la temperatura: las cifras detrás del riesgo
¿Cuánto contribuyen las temperaturas a la mortalidad en Rusia? Calculamos tanto el número atribuible (muertes asociadas a la temperatura) como la fracción atribuible (porcentaje de muertes totales debidas a la temperatura).
En conjunto, alrededor del 11% de todas las muertes estaban vinculadas a temperaturas no óptimas, estando la mayoría relacionadas con el frío. Incluso en un país acostumbrado a condiciones invernales extremas, la exposición al frío representó el 10,47% de todas las muertes, mientras que el calor fue responsable del 0,67%. Esto equivale a 99.631 muertes anuales por frío y 6.376 por calor.
La diferencia entre las fracciones atribuibles al frío y al calor es menor si consideramos solo temperaturas extremas: 0,65% y 0,40%, respectivamente. Esto demuestra que, si bien el frío sigue siendo el principal contribuyente a la mortalidad, las olas de calor también representan una amenaza creciente, especialmente en regiones no adaptadas.
Planes de adaptación según la región
Una de las conclusiones clave del estudio es la necesidad de implementar políticas de salud adaptadas a las características geográficas. Dado que los riesgos asociados a las temperaturas varían tanto entre regiones, y que la edad y el sexo también influyen en la vulnerabilidad, una estrategia nacional única no resulta suficiente. Por ello, los gobiernos locales y los sistemas de salud deben diseñar planes de adaptación personalizados basados en el clima y las particularidades de su población. Por ejemplo, una ciudad siberiana podría necesitar centrar sus esfuerzos en las causas principales del riesgo por altas temperaturas en hombres de mediana edad, mientras que una ciudad del sur debería prepararse para las olas de calor que amenazan a la población anciana más vulnerable.
Este tipo de planificación específica es esencial para reducir muertes evitables y prepararse frente a los efectos continuos del cambio climático. A medida que el clima sigue cambiando, estos conocimientos serán cruciales para diseñar estrategias de salud pública eficaces y que salven vidas. Incluso los climas familiares pueden ser mortales, sobre todo para las poblaciones más vulnerables.
Natalia Shartova
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