Con la muerte de los últimos dos terroristas que resistían en el hotel Taj Mahal, de Bombay, la policía india dio por finalizada la operación de rescate de los rehenes en poder de los fanáticos islamistas que desde el miércoles asolaron la ciudad. Hasta bien entrada la madrugada del sábado se combatió cuerpo a cuerpo.
De entre los diez objetivos atacados el miércoles a la noche – hospedajes de lujo, cafés, un cine, un hospital, la estación de trenes, la sede policial y un centro judío – los hoteles Taj Mahal y Oberoi-Trident, y el complejo del judaísmo ortodoxo Jabad Lubavitch, fueron los escenarios más cruentos: los terroristas tomaron rehenes y se atrincheraron resistiendo a sangre y fuego los intentos de rescate. Todo finalizó tras más de 60 horas con la muerte de casi todos los terroristas – algunos quedaron detenidos – y varios secuestrados.
Desde que se iniciaron los ataques el miércoles, fueron masacradas al menos 160 personas y más de 300 quedaron con heridas de diversa consideración. Si bien la mayoría de los muertos son indios, el objetivo de los terroristas eran “estadounidenses y británicos”. Más de 20 extranjeros murieron, entre ellos 6 israelíes, 4 alemanes, 2 franceses, 5 estadounidenses, 2 australianos, 1 italiano, 1 británico, 1 canadiense, 1 japonés y 1 singapurense.
Mientras el gobierno indio acusa a Pakistán de estar detrás de la ola de atentados, las autoridades de ese país negaron su responsabilidad y se solidarizaron con el presidente y el pueblo de la India. Sin embargo, las relaciones diplomáticas entre ambos países quedaron aún más dañadas de lo que ya estaban. Tanto India como Pakistán tienen poderío nuclear.
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