Resulta difícil asombrarse de que 2013 haya sido un gran año para el libro político argentino. Hubo elecciones, se cumplieron treinta años de democracia y el debate (en realidad, poco debate) dominó la escena pública y los medios, de la prensa a Twitter. Además, desde que Esteban Echeverría escribió «El Matadero» hasta este mismo viernes, la literatura política ha sido una de las formas favoritas de circulación de los discursos en un país tan politizado como la Argentina, donde ni la interrupción institucional de la violencia golpista ni el nihilismo del «que se vayan todos» hacen mella por demasiado tiempo. El fenómeno kirchnerista contribuyó a repolitizar el ambiente con una fuerte construcción de relato posterior a la crisis de 2001. Pero este año las voces opositoras parecen haber hallado oídos.
«Se venden más los libros no kirchneristas», dijo Ignacio Iraola, director editorial de Planeta. De otros referentes de la industria, Martín Sivak, autor de «Clarín, el gran diario argentino, una historia» (primera edición agotada en un mes; actualmente tercera -ampliada con más documentos- en marcha), escuchó lo mismo: «Vendió mucho más el antikirchnerismo que el kirchnerismo y que los libros que intentan eludir esa polarización».
Seguir leyendo La grieta, un atajo al éxito editorial – Ámbito.com