Un nuevo brote de Ébola en Guinea, ha resultado en un alerta internacional para las organizaciones de la salud y los Estados cercanos a la reaparición del virus.
El 26 de marzo lo confirmó la Organización Mundial de la Salud (OMS): hasta ese día 86 personas se contagiaron del virus, de las cuales 62 fallecieron (lo que da una tasa de letalidad del 72%). Varios organismos y el Estado de Guinea se encuentran actuando para contener la expansión de la epidemia. «Estamos enfrentando una epidemia de una magnitud nunca vista antes en términos de distribución de casos en el territorio», dijo el coordinador de Médicos sin Fronteras (MSF) de Guinea, Mariano Lugli.
Ya hay dos casos confirmados en Liberia, lo que elevó la preocupación sobre su capacidad de expansión. “Estamos haciendo todo lo que podemos para garantizar condiciones dignas para los pacientes y, al mismo tiempo para proteger a la comunidad y a las familias de una posible contaminación», afirmó Marie-Christine Ferir, coordinadora de emergencias de MSF. La enfermedad se transmite, fundamentalmente, a través del contacto directo con la sangre, las heces o la saliva del paciente. Por ello, el equipo trata de reducir al mínimo los peligros potenciales de contacto entre los pacientes y sus familias, poniendo especial cuidado en que se respete el derecho de los pacientes a estar con los suyos.
Los equipos médicos también están centrados en el «rastreo de contactos», es decir, en la identificación de las personas que han estado en contacto directo con pacientes con ébola y que podrían, por tanto, haber contraído la enfermedad. Además, junto con las autoridades sanitarias, trabajan en tareas de prevención.
La fiebre hemorrágica del Ébola es una enfermedad viral que en sólo tres semanas puede acabar con una vida humana y es altamente contagiosa. Por eso el alerta ante varios casos en una misma área pero expandidos territorialmente, el efecto multiplicador puede ser catastrófico.