martes 16 de abril de 2024
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Cigarrillo electrónico: no son eficaces para dejar de fumar y pueden ser nocivos

Irreverente y transgresor, el periodista Jorge Lanata está acostumbrado a generar polémica. Sin embargo, seguramente no esté al tanto de su última rebeldía: sacarse una foto fumando un cigarrillo electrónico. Lo que para él debe ser una forma de mostrar sus esfuerzos por desprenderse de su potente adicción al tabaco, un requisito clave para poder someterse al trasplante de riñón que necesita, socialmente es un claro desafío a las normas.

Ocurre que en 2011, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) prohibió la comercialización y uso en la Argentina de los cigarrillos electrónicos, “porque podrían perpetuar la conducta de fumar, según estudios realizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS)”. Además, en los fundamentos de la medida se aclara que “siendo la nicotina una droga sumamente tóxica y con fuertes propiedades adictivas, el uso de estos dispensadores, además del potencial riesgo que representa para individuos con patologías cardiovasculares, puede inducir en nuevos usuarios”.

La falta de evidencia científica contundente que demuestre que los ‘e-cigarrillos’ ayudan a dejar de fumar; la cada vez mayor sospecha de que pueden ser la puerta de entrada al consumo de tabaco, sobre todo entre los adolescentes (ver recuadro); y la comprobación fáctica de que también generan riesgos en la salud, son las principales razones por las que estos dispositivos que imitan la forma de los cigarrillos tradicionales, pero que en lugar de humo liberan vapor, están produciendo acalorados debates tanto entre los científicos como entre los organismos sanitarios. Incluso, autoridades de ciudades como Nueva York o Washington ya prohibieron su uso en lugares públicos. Y el Parlamento Europeo dispuso que desde 2016 se prohibirá cualquier forma de publicidad de estos dispositivos en las 28 naciones de la Unión Europea. La FDA estadounidense todavía no fijó posición sobre el tema, pero se estima que a fines de este mes dará a conocer un informe, que será determinante para la regulación –o no– del producto en los EE.UU.

Los cigarrillos electrónicos son dispositivos a pila para calentar y vaporizar un líquido, que contiene nicotina y aromatizantes, entre otras sustancias. Fueron fabricados por primera vez en China, en 2004, y desde entonces su consumo no para de crecer, al punto de haberse convertido en una industria global de U$S 2 mil millones.

Según un informe difundido esta semana por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC), las denuncias sobre envenenamiento relacionado con el líquido de los cigarrillos electrónicos (por ingerirlo, inhalarlo o absorberlo a través de la piel o los ojos) pasaron de uno por mes en septiembre de 2010 a 215 mensuales en febrero de 2014.

Evidencias. “Los estudios realizados hasta ahora demostraron que el cigarrillo electrónico no es efectivo para dejar de fumar, y que más allá de la nicotina posee otros tóxicos que también son dañinos para la salud. Tiene más pruebas en contra que a favor”, informa Marta Angueira, jefa de Promoción de la Salud del Hospital Ramos Mejía. “Independientemente de eso, quizás, en el caso específico de Lanata, sirve. Pero no se puede indicar de manera generalizada, básicamente porque acá está prohibido”, agrega la especialista.

Por su parte, Jonatan Konfino, coordinador del Programa Nacional de Tabaco, asegura que “en todo el mundo hay una preocupación creciente por el aumento del uso de cigarrillos electrónicos, que no son inocuos. Existen más de 200 tipos diferentes; la mayoría contiene nicotina, lo que aumenta la presión arterial y la frecuencia cardíaca”. Y agrega: “De ninguna manera es una estrategia válida para dejar de fumar. En el país hay disponibles terapias de reemplazo de nicotina, como parches o chicles, y medicamentos específicos, que sí se sabe que duplican las chances de dejar el tabaco”.

Acerca de la comentada foto de Lanata, Konfino concluye: “No es un chiste fumar un cigarrillo electrónico y menos si lo hace una figura pública.

Uno tiene que ser contundente con los mensajes que da”.

Seguir leyuendo Crecen las evidencias en contra del uso de los cigarrillos electrónicos.

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