miércoles 24 de abril de 2024
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¿Cómo afectan los fondos buitre a la ciencia argentina?

Un paneo por las opiniones de científicos e investigadores, incluyendo la del ministro de Ciencia y Técnica, Lino Barañao, sobre el impacto de la situación económica en el modelo de desarrollo científico actual.

¿Existen consecuencias en la ciencia argentina de la coyuntura económica, el no pago a los fondos buitre y el posible default? ¿Cómo impacta el fallo de Griesa en el presupuesto para el desarrollo científico nacional? La revista Nature publicó un artículo en el que recopila la mirada de expertos alrededor de estas preguntas.

¿Están preocupados los científicos?

«Estoy preocupado. No está claro cómo el default afectará a los investigadores. Pero seguro se pondrá más difícil», dice Pablo Mininni, jefe del departamento de física de la Universidad de Buenos Aires.

¿Por qué el default no está afectando al país como en el 2001?

La razón principal es que esta vez la Argentina no se ha quedado sin dinero. En cambio, el default ocurrió después que los ‘fondos buitre’ -tenedores de bonos que habían comprado deuda pública argentina barato después del default de 2001- se negaron a aceptar un acuerdo de liquidación de deudas y llevaron el caso a un tribunal estadounidense. El tribunal está exigiendo que Argentina pague su interés y la deuda, en su totalidad, en lugar de que se les permita reestructurar el pago de esa deuda y reducir el monto. Otros acreedores han aceptado esta reestructuración (93%) pero el tribunal, a cargo del juez Griesa, ha ordenado a la Argentina pagar a los fondos buitre antes que a cualquier otro. Así que Argentina está técnicamente en incumplimiento, lo que dificulta el comercio con otros países, y significa que los precios de importación podrían subir.

Específicamente para los científicos, ¿cuáles son las preocupaciones?

Un temor es que la recesión actual pueda desencadenar una fuga de cerebros: los investigadores podría salir del país para trabajar en otro lugar. No sería la primera vez que esto sucede en la Argentina (durante la última dictadura militar, por ejemplo). «Los científicos eran considerados peligrosos, y muchos dejaron el país», dice Lino Barañao, el ministro de Ciencia y Técnica de la Nación.

Esto fue seguido por más años oscuros para la ciencia en la década de 1990, cuando los investigadores estaban tremendamente mal pagos. «Los científicos eran considerados desechables. El salario promedio de un científico fue de 50 dólares por mes y hubo otra oleada de fuga de cerebros en ese momento», dice Barañao. Luego Argentina entró en default en 2001, lo que afectó a todo el país, no sólo a la ciencia. «El principal impacto en la ciencia fue la pérdida de poder adquisitivo del peso argentino, por la compra de bienes valuados en moneda extranjera, y de la degradación de los salarios», dice el físico Ingo Allekotte, del Observatorio Pierre Auger, un experimento de astrofísica en provincia de Malargüe, Mendoza, que intenta descubrir el origen de los rayos cósmicos de alta energía.

¿Cuál es el estado actual de la ciencia argentina?

Las cosas han mejorado desde 2001 y el retorno de profesionales en los últimos años se atribuye a que el Gobierno haya prestado más atención a la ciencia. En 2007, Cristina Fernández de Kirchner, actual presidenta de la Argentina, estableció por primera vez un ministerio de Ciencia del país. Apenas luego de creado, nombró a Barañao, un químico de renombre, como el primer titular de esa cartera. «En los últimos años, la ciencia realmente ha recibido un impulso, como parte de la agenda política. Es decir, dinero para investigación, becas y la posibilidad de hacer carrera en el país», dice Allekotte.

¿Eso durará?

«Ahora el futuro parece otra vez incierto», dice Allekotte. Roberto Cignoli, jefe de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Buenos Aires, está de acuerdo: «En Argentina, nunca se sabe qué va a pasar al día siguiente. Supongo que habrá algunas restricciones económicas que tendrán un impacto en todas las áreas, pero especialmente para el dinero reservado para la ciencia».

Aparte de una fuga de cerebros, ¿existen otros temores?

Otro efecto potencial del default podría ser una pérdida de poder adquisitivo de la mano de la devaluación del peso argentino. «En los últimos diez años hemos visto un aumento en las subvenciones, y en el dinero disponible en los presupuestos para equipar los laboratorios», dice Mininni. «Sin embargo, nuestras becas son en pesos, y una pérdida de poder adquisitivo tendrá impacto en la cantidad que podemos comprar, en los proyectos de reequipar nuestros laboratorios, y en desarrollar nuevos proyectos de investigación más aplicados». Según comenta, su propio equipo obtuvo un 1,4 millones de pesos ($ 169 mil dólares) de subvención hace tres años para construir un laboratorio de dinámica de fluidos, cuyo objetivo es estudiar los flujos geofísicos. «Compramos una cámara rápida y ahora estamos comprando dos más -cada una cuesta 20 mil dólares-, motores, osciloscopios, y así sucesivamente. Todas esas cosas hay que importarlas», dice Mininni. «Hace varios años, el ministerio de Ciencia y Técnica puso en marcha mecanismos para agilizar los procedimientos de importación -y nos permitieron pagar impuestos de importación más bajos para los equipos que se utilizan en los laboratorios de investigación, pero ahora los trámites de importación están tomando más tiempo de lo habitual».

¿Hay alguien optimista?

Barañao dice que él no está preocupado porque hay apoyo e inversión para la investigación por parte del gobierno y de la población general. Y no sólo el default no es tan grave como lo fue en 2001, sino que la ciencia está en mucho mejor estado. Dice que no está preocupado por una fuga de cerebros, porque ahora los estudiantes de doctorado pueden encontrar puestos de trabajo, y en los últimos diez años ha habido una gran cantidad de jóvenes científicos que volvieron al país a hacer carrera en la investigación después de un post-doctorado en el extranjero. Barañao también señala que la ciencia en la Argentina no sólo está ligada a la tesorería nacional. «Dependemos en cantidades iguales del tesoro nacional como de entidades multinacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial y el Banco de Desarrollo de América Latina», cuenta. Por ejemplo, el Observatorio Pierre Auger es una colaboración internacional y está financiado en su mayoría por organizaciones radicadas en el extranjero, como la National Science Foundation y el Departamento de Energía. Barañao espera que el defecto es un problema temporal que será solucionado a mediados de 2015.

Vía

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