Barack Obama era conocido en la Casa Blanca por su habilidad con el baloncesto, pero ningún presidente engatusa a sus adversarios y aliados como Donald Trump.
Las políticas constantemente cambiantes de Trump podrían verse como oportunistas, pero más y más a menudo, parece que el presidente simplemente está repitiendo lo último que escuchó de un asesor, grupo de presión, o jefe de estado.
La semana pasada, por ejemplo, Trump, tuvo un rápido cambio de actitud en dos grandes cuestiones económicas. Después de haberse pasado su campaña para presidente argumentando que China ha subvalorado su moneda intencionadamente, y que la Reserva Federal corre el riesgo de inflación con bajas tasas de interés, abruptamente revirtió ambas posturas en una entrevista con el Wall Street Journal. Ahora, China no es un manipulador, y Trump dio a entender que puede volver a nombrar a Janet Yellen (que es vista como demasiado blanda por muchos conservadores) como presidenta del Sistema de Reserva Federal.
Estas posiciones no son controversiales entre los expertos, China ha estado tratando de mantener su moneda hacia arriba, no hacia abajo, y hay un debate activo sobre si la Reserva Federal debería esperar antes de elevar las tasas de interés. Pero, ¿cómo llegó Trump a conclusiones tan diametralmente opuestas a sus promesas de campaña electoral?
Aquí hay una pista: el secretario del Tesoro de Steve Mnuchin se sentó en la entrevista. Como ex socio de Goldman Sachs, Mnuchin es uno de los asesores visto como “globalista”, o influenciado por los nacionalistas conservadores incondicionales que también pueblan la Casa Blanca.
Esta no es la única vez que una opinión de Trump fue motivada por un interlocutor cercano. En febrero, fue anfitrión de una cumbre en la Casa Blanca con los ejecutivos de seguros de salud. Trump, que confiadamente dijo a los votantes “nadie conoce el sistema mejor que yo, por lo que sólo yo puedo arreglarlo,” surgió de la reunión como un hombre cambiado. “Ahora, tengo que decirles, es un tema increíblemente complejo”, dijo. “Nadie sabía que el sistema de salud podría ser tan complicado.”
Quizás el aspecto más preocupante de esta educación “sobre la marcha” se produjo en una sorprendente anécdota acerca de los esfuerzos de Trump para frenar el floreciente y beligerante programa nuclear de Corea del Norte. Los diplomáticos estadounidenses han trabajado durante décadas con China en un intento de influir en la aislada dictadura, con poco éxito.
Trump, en sus reuniones de la semana pasada con el presidente de China, Xi Jinping, expresó su opinión de que China debería ser capaz rápidamente de llevar a Corea del Norte de vuelta a un camino recto y angosto. Xi le contestó sin rodeos a Trump explicando la historia de la región, según dijo Trump al periódico.
“Después de escuchar durante 10 minutos, me di cuenta de que no es tan fácil”, dijo Trump al Journal. “Sentí fuertemente que tenían un enorme poder… pero no es lo que se podría pensar.”
Está lejos de ser claro cuánto tiempo alguna de estas ideas se mantendrá fija en la mente del presidente. Sin embargo, para un anticipo en los pensamientos del presidente, sólo hace falta echar un vistazo a quien habló con el más recientemente.