martes 19 de marzo de 2024
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¿Cómo está el Presidente?

Confiado. Así se muestra. Cree que en octubre serán muchos más los argentinos que le darán su respaldo. Lo expresa ante propios y extraños. Está satisfecho. Cree que la economía ya está dando muestras claras de recuperación y que el momento más difícil pasó. Está persuadido de que la caída en el consumo y la pérdida de puestos de trabajo quedarán pronto en el recuerdo. Y lo más importante: que la expectativa que genera su gobierno se mantiene intacta.

Los editorialistas de los grandes medios coinciden con su pensamiento. Hay un trabajo invisible de comunicación que demuestra una eficacia abrumadora. Los datos positivos van y vienen desde las redacciones a la Casa Rosada y viceversa.

A pesar del optimismo, Macri no quiere sorpresas. Seguirá recorriendo las provincias –está por llegar a un récord de visitas por el interior del país– y también participará de actos en Buenos Aires, en especial en los distritos del conurbano. Allí dónde las políticas de su gobierno no son lo suficientemente valoradas. En ese territorio se disputa la batalla más importante. Una pelea que tiene carácter simbólico.

Está tranquilo. No acepta que se hable de ajuste. Esa es una bandera de la oposición. La palabra es sinceramiento. Se tomarán las medidas necesarias para comenzar a superar doce años de despilfarro. La herencia maldita del populismo. Por más que traten de asustar a los votantes con futuros cataclismos, está convencido de la efectividad de su mensaje. No se podía seguir así.

Tampoco acepta críticas sobre el endeudamiento que acumuló su administración. (Según informó este miércoles el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, ante los diputados, la deuda pública de Argentina asciende a 302.700 millones de dólares. La relación entre deuda y PBI pasó del 40 al 58,6 por ciento). Dice que es algo coyuntural. Medidas de emergencia. Esto se irá modificando en los próximos meses gracias al crecimiento de la economía. No habrá una nueva crisis de la deuda. Eso cree. Los que agitan ese fantasma son los resentidos de siempre. Él ya lo dijo públicamente: una de las pocas cosas buenas que dejó la gestión anterior es el bajo nivel de deuda externa. Hay margen. Aunque agrega que ese logro fue porque nadie les quería prestar plata.

La gran apuesta de la nueva etapa será bajar el déficit. Los consensos que se logren para aprobar el nuevo presupuesto marcarán el camino del entendimiento con la oposición. También imagina pactos con los sindicalistas. Sabe que con ellos siempre es posible arreglar. Los conoce bien.

¿Y la justicia? Desde allí siempre llegan buenas noticias. Lo mismo ocurrirá en las próximas semanas. Pronto habrá novedades en el caso Nisman. A quien lo consulta, Macri le dice que su gobierno no ejerce ninguna influencia sobre los despachos de Comodoro Py. Una de las principales acusaciones que le hizo Cristina Kirchner en su última entrevista. Habló de una mesa que opera desde el ejecutivo. Nada que ver. No es cierto. Hay que dejar que los jueces trabajen, dice. Y no deja de recordar que los magistrados pertenecen al sector más desprestigiado de la sociedad.

Sobre la muerte de Nisman coincide con su antecesora. Como ella, desde el primer momento, no suscribió la teoría del suicidio. Pero no sabe qué pasó ni por qué. Sobre la denuncia del fiscal fallecido no es tan terminante. Prefiere no opinar si el acuerdo con Irán es materia judiciable. Con todo, está satisfecho con los apuros que pasa su principal enemiga en los tribunales. Vale lo mismo que las causas tengan más o menos fundamento. En esto comparte el fundamentalismo del más fervoroso de sus votantes.

Sus colaboradoras aseguran que no vio la entrevista que la ex presidenta le concedió a Luis Novaresio en Infobae. Sólo algún fragmento en distintas repeticiones. De la tele, además de los partidos de Boca, disfruta de PPT, el ciclo conducido por Jorge Lanata.

Está conforme. Eso sí, le gustaría hacer más deporte pero la reciente operación en una de sus rodillas se lo impide. Sólo se altera si le mencionan la posible responsabilidad de la Gendarmería en la desaparición de Santiago Maldonado. Entonces se irrita. Hasta llega a levantar la voz. Y eso que su guía espiritual le enseñó a controlar el enojo. Pero no es fácil. Algunas críticas lo desequilibran.

Al igual que su socia política, Elisa Carrió, presume que “el narcotráfico y el kirchnerismo” agitan el tema Maldonado para esmerilar a la fuerza que mejor combate el tráfico ilegal de drogas. Su respaldo a Patricia Bullrich es total. Para el Presidente la funcionaria, hasta ahora, hizo todo bien. Incluso si aparecieran pruebas contundentes de la participación de algún gendarme en la desaparición del joven artesano, el cargo de la Ministra no peligra.

Cuentan sus colaboradores que, en estos días, suele quejarse del llamado “círculo rojo” –el sector de empresarios, intelectuales y comunicadores que lo ayudó a llegar al poder y son su principal respaldo– porque “compraron” la idea de la “desaparición forzada”. Ya entrarán en razones. Por lo pronto, cree que el caso Maldonado no tendrá ningún costo político. Cómo si el posible impacto electoral fuera lo importante.

¿Cómo está el Presidente? Confiado. Tranquilo. Conforme. Bien.