viernes 19 de abril de 2024
Cursos de periodismo

«Periodismo y verdad», de Jorge Fontevecchia

¿Cuál es el estado de situación en los medios después del “periodismo de guerra” que ha dominado la Argentina en el siglo XXI? ¿Cómo es el mundo real de los que toman decisiones periodísticas en los tiempos de la posverdad? 

El nuevo libro de Jorge Fontevecchia responde esas preguntas en un ensayo medular sobre la prensa, el poder y la libertad de expresión. Periodismo y verdad. Conversaciones con los que mandan en los medios se propone refundar la noción de objetividad periodística y superar la polarización estéril entre una visión positivista de la objetividad y un relativismo absoluto. Como en la ciencia, donde la verdad es la que se alcanza a través del método científico, Periodismo y verdad plantea que el periodismo debe dar con un método que permita la definición de una verdad compartida.

En un trabajo de campo formidable que aporta conversaciones reveladoras, los principales responsables de Clarín, La Nación, Página 12, El Cronista, Ámbito Financiero, Canal 13, Telefé, América, C5N, Radio Mitre, Radio 10 e Infobae y los periodistas más influyentes, cuentan el detalle de la trama que se teje detrás de las bambalinas del cuarto poder. Fontevecchia, un extraordinario editor y entrevistador, los hace recorrer cuarenta años de relación entre la prensa y el poder político y pensar mejor una profesión jaqueada por los fake news y los hechos alternativos.

A continuación un fragmento, a modo de adelanto:

Fernando Sokolowicz

«Clarín tenía la posibilidad de una observación y analizar Página/12 ante el temor de que pudiéramos crecer»

Fue cofundador del diario Página/12, que como empresario financió. Además de accionista, fue también editor responsable del diario. Se desvinculó en 2016 al comprar Página/12 el sindicato Suterh de Víctor Santa María. Es responsable de la productora Aleph y produjo las películas El lado oscuro del corazón, La nave de los locos y Operación Fangio. En los años setenta integró el Ejército Revolucionario del Pueblo y durante la dictadura se exilió en Israel. Nació en 1949.

—¿Los años noventa fueron la década en la que la política entendió que había que hacer algo con los medios de una manera distinta? En la dictadura directamente se mataba a la persona que no se alineaba. En democracia, había que comprarlos a través de los servicios de inteligencia. — Así es.

—¿ Y eso se aplica tanto a la propiedad de los medios como a la libertad de los periodistas?

—Si uno analiza los países vecinos, hay mucho más profesionalismo en el periodista. En la Argentina, esta combinación de gobiernos con populismo y con dinero hace que se desvíe la verdadera atención periodística.

—¿ Creés que las crisis económicas terminales de los últimos treinta años influyeron también en la decadencia del periodismo? ¿Cada una de esas crisis económicas generó tanto en los medios como en los periodistas una fragilidad económica que creó condiciones para que aquellos que solamente se dejan corromper por necesidad también se sumen a hacerlo?

— Sí, en el caso de la propiedad de los medios radiales y las señales de cable generaron muchísimo el loteo de espacios y el periodista tenía que salir a buscar su espónsor para quedarse con un espacio.

—Es decir que ese modelo de negocio hizo que el periodista en lugar de ser contratado a sueldo fuera contratado de otro modo y eso generó que finalmente pasara a ser comerciante de su propia información.

—A sí es, y el acuerdo con alguna empresa que le maneja la publicidad lo condicionó muchísimo.

—¿ Qué diferencias encontraste entre el cine y el periodismo? Porque son distintas formas de comunicación pero es comunicación finalmente y construcción de subjetividad.

—Hay una diferencia fundamental en la gráfica. Si uno va al comienzo de Página/12, se dio porque había una cantidad de periodistas de primer nivel que estaban en la Argentina y que no tenían dónde existir. Ese fue el capital de las plumas de Página/12 que le dio una razón de ser. Por otro lado, la década de 1990, con el menemismo y el impacto que produce en sí mismo, a Página le da una razón importante de ser. En cambio, en el caso del cine, uno elige el sentido y puede ir más allá de la realidad argentina. El desafío es trascender. Ese es el desafío que permite el cine que no permite la gráfica.

Página/12 salió en mayo de 1987. ¿Cómo fue aquella fundación de Página/12?

—Si bien tenía un costado relacionado con el periodismo, yo estaba más dedicado a la actividad empresarial. Había vuelto a la Argentina en el 1980; estaba relacionado con organismos de derechos humanos. Jorge Lanata quería entrevistar a una serie de presos o ex presos para un proyecto de libro, y a través de ellos lo conocí a Jorge. A él le surge, por todo ese espíritu de emprendedor e ir por más, la idea de hacer un pequeño diario de cinco días de pocas páginas y de investigación de temas centrales. Él había dirigido la revista El Porteño.

—¿ Qué hay de cierto en todas esas versiones de que Página/12 estaba financiado por otra persona que no eras vos? ¿Cómo se financió?

—Se financió en un porcentaje por parte mía y en un porcentaje por otra gente.

— ¿Aquella versión de que el Movimiento Todos por la Patria (MTP) eran parte quienes financiaban es correcta?

—No. El MTP de La Tablada en enero de 1989 nos sorprendió absolutamente a todos. Sí había gente del MTP que tenía contactos con nosotros. Ninguna de esas personas del MTP que estuvo dentro de La Tablada había planteado en ningún momento una relación insurgente como la que estaban planteando. Y si vas a las publicaciones del MTP, tampoco están. Es como un doble mensaje. Hubo gente que estuvo cercana a nosotros, aun en financiamiento, y que murió en La Tablada. Una situación de angustia, de shock. Fue un momento muy difícil, un antes y un después. Dos, tres años después dejaron de ser accionistas. Oficialmente no eran accionistas pero igual les devolví la plata.

—¿ Qué hay de cierto en eso que Lanata decía que Página/12 fue vendida a Clarín en los años noventa?

— Antes de Clarín, una de las soluciones que tuvimos para ayudarnos a financiar fue vender la edición Córdoba a un editor local, Oreste Gaido, un ex cura que tenía una radio que competía con Cadena 3; se llamaba LV2. Un hombre muy interesante, progresista, que murió hace unos años. Eso nos dio un aire de un año. Fue a principos de los años noventa. Y después la edición Córdoba evidentemente no podía sobrevivir comercialmente.

—O  sea, sale en 1987 y en 1989 tiene un shock no solamente por lo de La Tablada sino también porque aparece la hiperinflación.

— 1990-1991 nos ayudó de alguna forma en la licuación de salarios. Es decir, los años de más intento de autosostenimiento fue la hiperinflación.

— ¿Con cuánta gente comenzó Página?

—Eran 70 u 80 personas y en 1990 no debía tener mucho más que 20 o 30 más. No teníamos capital fijo, todos los lugares eran alquilados, la impresión era externa. Pero una vez que llega la convertibilidad en marzo de 1991 se produce una mejora económica. Porque lo que cobrabas cinco o seis meses después tenía un valor constante. Ese año, año y medio, fue de autosostenimiento.

— ¿Y qué otros inversores ingresaron después?

— Oficialmente no ingresó nadie, por eso siempre se mantuvo el mismo capital, pero hubo apoyos financieros que duraron seis, ocho, diez años, hasta te diría 2000, 2002 más o menos. Clarín nos apoyó muchísimo con la financiación del papel, y es cierto que nos dio un trato muy especial en un acuerdo que hicimos pero Clarín nunca tuvo acciones.

— Pero ¿es Clarín el actor principal de ese apoyo financiero? — Es gente cercana a Clarín, pero no Clarín.

— Además de las condiciones especiales en la financiación del papel, ¿también hubo préstamos?

— Préstamos en los momentos que lo requeríamos.

— ¿Qué pedían a cambio?

—Tenían la posibilidad de una observación y analizar el diario ante el temor de que pudiéramos crecer ocupando un espacio. El espacio que estaba ocupando no le molestaba a nadie. Si se hubiesen acercado capitales en serio, si hubiesen querido desarrollar el diario, eso habría sido competitivo.

— A cambio de estos préstamos, ¿tenían la opción de adquirir acciones? — Así es.

— Se aseguraban de que si en un momento se convertía en una amenaza podían comprar parte. — Es tal cual.

—En 1995, Página llegó a ser un suceso que pudo haber generado temor en cualquiera, en Clarín, en La Nación, pero la situación en 2002 era distinta. Página claramente no iba a ser una amenaza. ¿Ahí que hicieron? ¿Directamente se corrieron?

— En 2002, cuando yo me asocié con (Daniel) Hadad en Canal 9, se produjo una crisis en mi relación con la redacción que entendía que Daniel era el diablo, para usar un término. Yo considero que es un gran profesional; tenemos diferencias en cuanto a cómo pensamos el mundo o el país pero tengo el mejor de los conceptos de él.

— El prurito lo tenían con Hadad y no con Clarín.

—R ecuerdo una columna que escribió Martín Granovsky, por quien tengo respeto profesional, sobre que nunca estaría cerca de Hadad. Yo estaba haciendo un acuerdo personal en Canal 9 y nada tenía que ver Página. Cada uno tenía su libertad empresarial. Uno o dos años después, ya con el kirch nerismo y yo más alejado del diario, aunque seguía siendo accionista y tenía cerca del 97%, me preguntaba quién se habrá cansado de firmar talonarios de órdenes de publicidad para Hadad en esos años de enamoramiento Kirch ner-Daniel (Hadad) y el presidente de Télam (Granovsky).

— ¿Por qué te fuiste alejando de la redacción de Página?

—En 2002-2003 pedí dejar el cargo de editor porque no coincidía con mucho de lo que estaba sucediendo adentro. Salí definitivamente en la última venta hace dos años.

—¿ En los años noventa sentiste que la salida de Lanata significó algo dentro de la redacción de Página?

—No, yo no sentí eso. Jorge tiene esa capacidad de dar vuelta una situación, esa imaginación que es innegable y lo sabe hacer muy bien. Pero desde el punto de vista del equipo, Ernesto (Tiffemberg) sabe dirigir y estaba en el día a día con Jorge también. Y antes de irse, Jorge hacía tiempo que venía haciendo radio y televisión, por lo tanto estaba en años de transición. Pero se perdió una persona con ese ingenio.

— ¿Qué fue cambiando el diario a tu juicio a lo largo de los noventa?

—L a década de 1990 fue una década de total esfuerzo colectivo. Sentíamos que el menemismo nos unía porque el proyecto liberal de Menem iba en contra del pensamiento de todos los que estábamos en la redacción. En lo personal, yo creo que Menem hace cosas fundacionales interesantes.

— Esa pérdida de la mística comienza con el triunfo de la Alianza.

—Sí, comienza con el triunfo de la Alianza, con ver gente que uno conocía que terminó siendo una frustración desde el punto de vista de administración de gobierno. Era gente con la que uno tenía relación y que sabía qué país querían.

—El Página de los años noventa tenía un adversario, Menem, que los engrandecía y los hizo llegar a circulaciones importantes. Luego la Alianza representa una situación híbrida, pero con la llegada del kirch nerismo, en lugar de tener un enemigo, tienen alguien con quien empatizan.

—C on quien empatizan y a quien defienden en lo bueno y en lo malo, que es lo que yo critico.

— Además cuanto más opositor al gobierno, mayor eran las ventas de Página y cuanto más cercano al gobierno, menores eran las ventas, su influencia y su llegada.

—A  veces te podía resultar más difícil sostenerlo económicamente y evidentemente de 2003 en adelante, esa pauta entre amigos les habrá  resultado infinitamente más fácil en el día a día y algún dispendio.

—A  partir de 2003, vos dejaste de financiar y al mismo tiempo encontraron otro financista que pasó a ser el gobierno. Y cuando se terminó el kirchnerismo, se quedaron sin financiación.

—U na administración que se olvida que en la historia hay idas y vueltas. Y se les iba a terminar el kirchnerismo.

—¿ Crees que es viable Página/12 sin la publicidad oficial que tuvo durante el kirchnerismo?

—Pienso que sí porque es un producto que tiene un segmento de población. Página debería aggiornarse y buscar un perfil más cercano a un proyecto peronista real en el cual estén involucrados gobernadores, el proyecto del peronismo histórico previo a los K.

— O sea más hacia el centro, lo que podría no coincidir con la redacción. ¿Puede ser que la redacción de Página crea que es la dueña de Página, es decir que haya un simbólico «señor Página/12» que guía a la redacción y la redacción se crea un estado independiente, autónomo?

—Históricamente, si te ponés a pensar las frustraciones de los medios progresistas, tienen que ver con esa ideología.

Liberación de Sartre tenía esa idea. Terminan siendo cooperativas. La redacción decide quién es el director, por ejemplo. La redacción tiene una autonomía como si fuera una universidad.

— La única diferencia es que en la universidad hay alguien que financia y acá sucede lo contrario. Ese es un problema histórico dentro de Página.

— Es decir que la redacción actúa como si fuera una universidad o una institución pública y no está el financiamiento para comportarse de esa manera.

—A sí es. Creo que el espacio entre los lectores lo tiene. Podría tener el acompañamiento de la publicidad. Este es un desafío para la redacción de Página, que no es una redacción peronista. Por lo tanto, el desafío de los nuevos dueños es poder llevar a delante un proyecto así.

— Su nuevo dueño debe pensar parecido porque Víctor Santa María es el presidente del Partido Peronista de la ciudad de Buenos Aires.

—Y  a mi entender el progresismo tiene que acompañar al peronismo.

— Hay una caída del progresismo en la Argentina que hace que el problema de Página la trascienda y sea de todos los sectores progresistas, del Partido Socialista de Santa Fe, de (Margarita) Stolbizer.

—N o pudieron dar respuestas. Cuando ves la provincia de Santa Fe y las principales bandas mafiosas, estamos hablando del fracaso de la política del socialismo. No demostró una política eficaz ahí, no la demostró en las obras sociales donde intervino en los sindicatos.

—E s probable que el hecho de que el kirchnerismo haya sido un gobierno de doce años, cooptó para bien y para mal al progresismo. Y lo que hoy le está pasando al progresismo es que se lo asocia al fracaso de Cristina Kirchner.

—C reo eso totalmente. Creo que en realidad hay progresistas muy honestos. Conozco directores, actores y cineastas que no tuvieron ninguna prebenda del gobierno. Siguieron trabajando en canales privados y son kirchneristas. Pero creo que hubo sectores muy beneficiados como aplaudidores de Cristina y eso generó un gran desprestigio. El kirchnerismo fagocitó a gran parte del progresismo y de alguna forma los desprestigió. Macri tenía un techo del 40% que nunca iba a poder penetrar para llegar a presidente y gracias a Cristina o la política que se llevó adelante en los últimos dos años, logró que la votación fuera 52 a 48%.

— En Estados Unidos, un diario como The New York Times se define «progresista» en tres sentidos: de izquierda en lo cultural; de centro en lo político y de derecha en lo económico. ¿Se puede afirmar que en su origen Página es de izquierda en esos tres sentidos?

—E n su origen, sí. Hoy en lo económico lo veo con las reglas normales del capitalismo. Por otro lado, no lo veo de centro. Tendría que correrse al centro porque en los años que estamos viviendo, ocupar el centro significa poder ser crítico sano y no ideológico.

— Te molesta que hoy se vea solo lo malo del gobierno.

—S e ve solo lo malo, exactamente. Creo que implica pérdida de credibilidad. La gente se pone grande y hay que encontrar el público joven que evidentemente no está tan relacionado con los medios gráficos y con la información. Pensemos todo lo que sucede en redes. La búsqueda de una información más trabajada por el columnista es un tema etario.

— El envejecimiento de las redacciones es un problema. ¿Hay alguna relación de lo etario en la salida de (Horacio) Verbitsky de Página?

—N o conozco los detalles. No hablé ni con Horacio ni con Víctor (Santa María). Sí entiendo que desde Página se lleva la información de cómo fue el blanqueo de la familia de Macri y de amigos empresarios del gobierno y que escuché hablar amigos de funcionarios diciendo: «Vamos a hacer lo mismo». Y meses después sucedió lo mismo. Pero no sé qué significó la salida de Horacio. Entiendo que hay una situación beligerante.

— Entre el gobierno y Víctor. Salió Verbistsky, pero parece que la situación beligerante no amainó.

—S í, creo que dentro del gobierno hay funcionarios que querían que baje y el Presidente que no quería que baje.

— ¿A qué te referís con que «baje», a que salga?

— A cobrarles lo que le sucedió a su familia.

—¿ Creés que Víctor consideró que la salida de Verbitsky podía ser algo que atemperara y finalmente…?

—N o sucedió. Los que lo conocemos a Verbitsky sabemos que es indomable y es independiente y lo saben todos los gobiernos de todas las épocas.

— O sea que yendo sobre Víctor no modifican…

—N o modifican absolutamente nada. Yo creo, pero son conjeturas, que en el caso de Clarín y La Nación, que son los que más tocan el tema, piensan más en su público, que paga expensas en la ciudad de Buenos Aires. Tienen pensado que pegarle a Víctor es pegarle a un sindicato.

— Es simpático para sus lectores.

—S í. Todos nos preguntamos quién está enfrente cuando se producen esas paritarias. Dicen que los administradores de edificios. En el caso del gobierno significa debilitar al máximo posible al proyecto de Víctor Santa María, que es un proyecto sindicalista atípico. Lo que armó culturalmente es cierto: la Fundación Caras y Caretas, la universidad (Universidad  Metropolitana para la Educación y el Trabajo). Todos esos proyectos le interesan realmente y mucho. Y no es como otros sindicalistas que se llevan bien con el gobierno y que tienen los haras con pura sangre. No es que esté diciendo que unos son distintos a otros. Unos son atacados y otros, no. Él paga el costo de Página.

— Si no tuviese Página, no estaría pagando.

— Tendría las tapas de Clarín sobre a cuánto sube el portero, los encargados de edificios.

— Pero Clarín y La Nación no están publicando que las expensas son caras sino que lo comparan con el Pata Medina, el Loco Suárez y con (Marcelo) Balcedo. ¿Cómo lo definirías a Víctor respecto de los otros sindicalistas?

—C on los otros sindicalistas no tengo trato; los conozco mediáticamente. Los mercantiles, los de UPCN, uno sabe lo que tienen, sabe cómo manejan la relación con el Estado pero son funcionales al gobierno de turno. Y en el caso de Víctor, como lo conozco desde hace años y hemos hecho algunas coproduccciones cinematográficas, tenemos a veces el mismo estilo de sensibilidad o nos viene a ver la misma gente para los proyectos. Creo que eso es lo que le interesa. Está en ese gremio pero podría haber estado en otro. Pero lo que le interesa es un proyecto de contenido social, de sensibilidad. Es un vegetariano que no tiene más capacidad de consumir que lo que quiere crear. Si hay otras situaciones que tienen que ser investigadas o no, tendrá que ver con el mundo sindical siempre y cuando investiguen al mundo sindical en su conjunto. Si no, es persecución.

— Hoy puesto en retrospectiva, ¿fue un problema para él haber comprado Página?

—Es un problema si esto lo toma como una crisis. También puede ser una oportunidad si es para crecer dentro del peronismo. No sé si sin Página podría haber crecido más. Si su proyecto político es crecer o influir dentro del peronismo y utiliza bien a Página, le puede servir. Hoy es un dolor de cabeza.

— ¿Imaginás que pueda sentirse complicado al punto de que quiera deshacerse de Página en un futuro? ¿Habría otro comprador para Página?

—Creo que no. Si planteás la famosa cooperativa, todos miran para el costado. No sé si hay comprador. Dejé de pensar hace dos años.

— ¿Creés que Página corre riesgo de discontinuidad?

—N o creo. Por lo averigüé hace pocos meses, el déficit es controlable; es una cifra razonable para una fundación como esa que también está desarrollando una universidad y otras cuestiones culturales. Debería tomar el déficit como una inversión y no como una pérdida.

—Hablemos de televisión. Entraste en la sociedad con Hadad en Canal 9 en julio de 2002.

— Yo tenía el 42%, y Daniel, el 50%, y el resto, otra persona.

— ¿Cómo fue tu experiencia de pasar de la gráfica a la televisión?

—Fueron en realidad seis meses en los que sentí varias frustraciones. La primera conversación previa con Hadad dijimos que no íbamos a tener ningún prejuicio de acercar a nadie al canal, que iba a ser pluralista, a tal punto que al primero que llamé fue a Jorge Lanata y a varios periodistas de Página. Jorge, con quien iba a reunirme en un desayuno, la noche previa salió a pegarme con toda la saña. El desayuno ya no existió. Mi frustración fue que no conseguí acercar al canal a nadie de Página/12, el progresismo se consideraba puro y no entendía que podía venir a un canal donde Hadad fuera accionista y hablar de lo que quisiera, sin ninguna interferencia. Sí venían columnistas como Rafael Bielsa, pero era libre pensador.

— Hoy van a Infobae.

—Hoy van. También Lilita Carrió y Margarita Stolbizer me dijeron en 2002 que no iban y hoy van todos.

— ¿Qué cambió?

—Cambiaron ellos, el país y la sociedad. Lo que no entendieron es que podrían haberlo hecho unos años antes. Como una grieta preexistente: entendían que porque Hadad opinaba lo que opinaba en sus columnas, ellos no podían estar en un medio donde podían opinar lo que querían.

— ¿El desprestigio de aquel Hadad te alcanzaba a vos?

—El desprestigio para ellos porque para el resto de la sociedad, Hadad tenía su porcentaje de rating; todos esos programas que eran exitosos en otro segmento de la sociedad. No pudimos hacer el canal que yo pensaba. Le vendí a Daniel y Daniel después le vendió a los Vigil. Lo segundo que me afectó mucho es esto del rating del día a día y ser un tercer canal o un cuarto canal y qué cuestiones ridículas inventás para subir unas décimas. No era mi mundo y no me interesaba. Mi gran frustración no fue societaria; la tuve con la palabra rating y con el progresismo.

— ¿Durante esos seis meses tuviste que poner dinero?

—No, pusimos dinero en la compra que fue realmente un valor bajísimo. Vendimos algunas propiedades, vendimos los canales del interior y la propiedad de Bernardo de Irigoyen para solucionar algunos temas.

—Si era tan poca plata, ¿por qué Hadad buscó un socio como vos y no lo hizo solo? ¿Pensó que vos le ibas a aportar Página/12 y el prestigio que vos tenías?

—Lo del prestigio puede ser. Creo que era un desafío para él y yo tenía unos buenos contactos con gente de Telefónica de España, que fueron los que me avisaron de la venta. Esa persona era Beto Vijnovsky. Es uno de los dueños de la Radio con Vos, junto con Martín Kweller.

— ¿Quedaste con una especie de asignatura pendiente con la televisión porque después intentaste comprar Telefe?

—En una etapa posterior, sí. Intenté comprar Telefe desde el punto de vista de unidad de negocio que tenía en aquel momento 2006 o 2008. Hoy analizar un canal abierto es otra cosa. Ese era un proyecto más económicoempresario con un canal con audiencia, con el nivel de anunciantes que te permite racionalizar la empresa, poder llevarla adelante.

— Mencionabas que la televisión continúa siendo, salvo Canal 13 y Telefe, proyectos inestables y no solamente Canal 9 sino también América.

—Si uno analiza ese Canal 9 hasta 2015, era el gobierno el que manejaba el informativo y un señor que ponía latas. Y en el caso de América ya es distinto: es un negocio de gente que está en otro tipo de negocios. Son unidades de negocio distintas que piensan: pongo a este ministro, a este otro, pongo, saco, acompaño campañas presidenciales en serio. Lo que sería la relación de esos medios empresarios que sucede mucho en el interior del país. La gente de América tiene esa cultura y la sabe hacer bien.

— ¿Nunca se cobró en Página por publicar o no publicar?

—De manera oficial, no. Que yo me haya enterado, no. Que yo piense que se hizo, sí.

—En 2002, Hadad, que tenía un desprestigio que hoy no tiene, decía que se lo trataba injustamente porque hacía lo mismo que Clarín pero en otra dimensión. ¿Pasa eso con América: que juega el juego grande de Clarín porque finalmente los medios terminan siendo para eso?

—Hago una comparación. Por un lado tenés los asentamientos, las villas en algún lugar cerca del ferrocarril, gente en estado vulnerable que toma propiedades del Estado o privadas que están desocupadas. Bueno, el origen de las empresas de cable es parecido: toman todos los postes de la ciudad pero en ese caso los gobiernos mirar para el costado. ¿Cuál es la diferencia? Lo que digo es que cuando se mira al sector más vulnerable…

—Se criminalizan solo las cantidades más chicas. Lo que vos planteás es que quien toma lo que no es propio en grande y tiene éxito no es penalizado. ¿El éxito legitima y el fracaso penaliza? — Así es.

— Quiero entrar en el tema del futuro de los medios. ¿Pensás que es muy difícil financiar medios de manera no espuria? — Pienso que sí.

— ¿Cómo te imaginás el futuro de los medios?

—Yo creo que los medios gráficos en su tamaño y en su dimensión van a existir por lo menos mientras yo viva. Creo que son muy interesantes los diarios estilo Infobae porque tienen bajo costo porque pueden incorporar todos los columnistas que quieras con todo el pluralismo que pueda tener y la gente puede entrar y salir sin tener el costo de las redacciones de los medios gráficos. A la larga va a haber una degradación de la calidad periodística, y quienes tengan esos medios van a poder sobrevivir mejor que el que tiene una estructura montada.

— Van a quedar los medios más chiquitos.

—Son medios más chicos, o grandes grupos que lograron la consolidación y que tienen otros niveles de ingresos. Es una concentración con medios más marginales.

—Esta idea de que los medios sean atractivos para ser comprados por personas que tienen otras actividades para promover sus otras actividades parece tener dos caras: a Santa María le está resultando un patrimonio neto negativo tener Página/12 y Cristóbal López, que creyó que comprando medios también podía anabolizar otro negocio, terminó preso. ¿Comprar medios puede ser también muy peligroso para quien no es de los medios?

—No lo conozco ni a Cristóbal López ni a Fabián de Sousa. No tengo claro que hayan querido comprar medios. Creo que quisieron comprar Ideas del Sur pero el negocio lo hizo quienes le vendieron a él. Cuando Tinelli vendió la radio sucedió lo mismo. Creo que le dieron todos los medios para que concentre lo que otros se querían sacar de encima.

—Incluyendo a Hadad.

— Creo que a Hadad lo tenían realmente castigado pero también le dieron la oportunidad de salir bien. Digamos, con plata.

—¿ No creés que los medios pueden ser para el comprador que no es del mundo de los medios un presente griego?

—Depende de qué medio. Si Hadad quiere vender Infobae, debe tener un due dilligence posible de hacerse.

—¿Qué lees, qué ves, cuál es tu consumo en medios? ¿Ves algo de televisión abierta?

— Nada. Escucho radio cuando voy en taxis.

— ¿En prensa gráfica?

— Leo columnistas o entrevistas.

— ¿Creés que el periodismo tal como lo conocemos puede desaparecer?

—No, yo creo que la información en sus distintas formas también las necesita el sistema. Las empresas necesitan formas de comunicar sus productos y los periodistas son parte de eso. Ahora, si estás hablando del periodismo de medios masivos gráficos, eso va a estar en continuo cambio.

—¿Imaginás mucho más amenazada la televisión abierta?

—Mucho. La televisión abierta la ven jóvenes o niños de un sector más humilde; el resto está con sus tablets o sus teléfonos y ven el programa que quieren, en el horario que quieren. No van al canal de cable de Disney a verlo en el horario que quiere ese canal. Eso ya no existe.

Periodismo y verdad
Un ensayo medular sobre la prensa, el poder y la libertad de expresión.
Publicada por: Planeta
Fecha de publicación: 10/01/2018
Edición: 1a
ISBN: 978-950-12-9769-0
Disponible en: Libro de bolsillo
- Publicidad -

Lo último