lunes 11 de noviembre de 2024
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Cómo combatir la desinformación sobre el cambio climático

Durante las últimas cuatro décadas, una campaña altamente organizada y bien financiada impulsada por la industria de los combustibles fósiles ha buscado desacreditar la ciencia que vincula el cambio climático global con las emisiones humanas de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero. Estos esfuerzos de desinformación sembraron confusión sobre los datos, cuestionaron la integridad de los científicos del clima, y negaron el consenso científico sobre el papel de los humanos.

Estos esfuerzos de desinformación se describen en documentos internos de gigantes de los combustibles fósiles como Shell y Exxon. Ya en la década de 1980, las compañías petroleras sabían que la quema de combustibles fósiles estaba alterando el clima, según documentos de la industria revisados en una audiencia del Comité de Supervisión y Reforma de la Cámara de Representantes de EE. UU. En 2019. Sin embargo, estas empresas, con la ayuda de algunos científicos, se propusieron engañar al público, negar la ciencia bien establecida, y evitar los esfuerzos para regular las emisiones.

Pero los efectos del cambio climático en eventos extremos como incendios forestales, olas de calor y huracanes se han vuelto difíciles de minimizar. A medida que evolucionan las tácticas de desinformación, los investigadores continúan probando nuevas formas de combatirlas.

Desmentir declaraciones falsas mediante la verificación de hechos es una forma de combatir la desinformación climática. Otra forma, cada vez más adoptada por las plataformas de redes sociales, es agregar etiquetas de advertencia que señalen los mensajes como posible desinformación, como las etiquetas que Twitter y Facebook (que también es propietaria de Instagram) comenzaron a agregar en 2020 con respecto a las elecciones presidenciales de EE. UU. y la pandemia de COVID-19.

Al mismo tiempo, Facebook fue duramente criticado por un cambio en sus políticas de verificación de datos que, según los críticos, permite la propagación de la desinformación climática. En 2019, el gigante de las redes sociales decidió eximir de la verificación de datos a las publicaciones que considere que son opiniones o sátiras, creando una laguna de desinformación potencialmente grande.

En respuesta a las crecientes críticas, Facebook dio a conocer un proyecto piloto en febrero para sus usuarios en el Reino Unido, con etiquetas que señalan los mitos sobre el cambio climático. Las etiquetas también dirigen a los usuarios al centro de información sobre ciencia climática de Facebook.

Para este proyecto, Facebook consultó a varios expertos en comunicación climática. Sander Van Der Linden, psicólogo social de la Universidad de Cambridge, y el científico cognitivo John Cook de la Universidad George Mason en Fairfax, Virginia, ayudaron a la empresa a desarrollar una nueva unidad para «romper mitos» que desacredita mitos comunes sobre el cambio climático, como que los científicos no están de acuerdo en que se esté produciendo un calentamiento global.

Cook y Van Der Linden también han estado probando nuevas formas para combatir la desinformación, un enfoque conocido como prebunking o teoría de la inoculación. Al ayudar a las personas a reconocer las técnicas retóricas comunes utilizadas para difundir la desinformación climática, como las falacias lógicas, confiar en falsos «expertos» y seleccionar solo los datos que respaldan un punto de vista, los dos esperan construir resiliencia contra estas tácticas.

Esta nueva línea de defensa puede venir con una ventaja, dice Van Der Linden. Capacitar a las personas en estas técnicas podría generar una resiliencia más generalizada a la desinformación, ya sea relacionada con el clima, las vacunas o el COVID-19.

Ambos investigadores desarrollaron herramientas interactivas para probar la idea de vacunar a las personas contra las tácticas de desinformación. Sander creó un juego interactivo online llamado Bad News, en el que los jugadores pueden inventar conspiraciones y actuar como productores de noticias falsas.

“Necesitamos soluciones tecnológicas, como marcar y etiquetar la desinformación, así como que las plataformas de redes sociales la minimicen, para que la información errónea no se publique en los feeds de muchas personas. No podemos depender de las redes sociales. Una mirada detrás de la cortina en Facebook nos mostró el desafío de lograr que las corporaciones respondieran adecuadamente. Hay muchas tensiones internas”, afirma Van Der Linden.

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