Aunque el término en sí no es nuevo, las noticias falsas representan una amenaza en aumento para la humanidad. Solo se necesita una pequeña cantidad de noticias falsas para alterar una conversación, y en su peor versión pueden tener un impacto en los procesos democráticos, incluidas las elecciones.
Pero, ¿qué podemos hacer para evitar las noticias falsas, mientras esperamos que los medios y las redes sociales tomen el toro por las astas y aborden el problema?
Desde la perspectiva de la psicología, un paso importante para abordar las noticias falsas es comprender por qué entran en nuestras mentes. Podemos hacerlo examinando cómo funciona la memoria y cómo se distorsionan los recuerdos. El uso de este punto de vista genera algunos consejos que podemos utilizar para averiguar si estamos leyendo o compartiendo noticias falsas.
Cómo se distorsiona la memoria
Las noticias falsas a menudo se basan en la atribución errónea: instancias en las que podemos recuperar cosas de la memoria, pero no podemos recordar su origen. La mala atribución es una de las razones por las que la publicidad es tan efectiva. Vemos un producto y sentimos una agradable sensación de familiaridad porque lo hemos visto antes, pero no recordamos que la fuente del recuerdo era un anuncio.
Un estudio examinó titulares de noticias falsas publicados durante las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos. Los investigadores encontraron que incluso una sola presentación de un titular (como por ejemplo «Donald Trump envió su propio avión para transportar a 200 marines varados», basado en afirmaciones falsas) fue suficiente para aumentar la creencia en su contenido. Este efecto persistió durante al menos una semana, y aún se encontró cuando los titulares iban acompañados de una advertencia de verificación de hechos, o incluso cuando los participantes sospechaban que podría ser falso.
La exposición repetida puede aumentar la sensación de que la información errónea es cierta. La repetición crea la percepción de consenso grupal que puede resultar en un recuerdo colectivo erróneo, un fenómeno llamado “Efecto Mandela”.
Puede ser inofensivo que la gente recuerde colectivamente en forma errónea algo divertido, como un dibujo animado de la infancia (¿realmente dijo “espejito, espejito” la Reina de Blancanieves de Disney?). Pero tiene serias consecuencias cuando un falso sentido de consenso grupal contribuye a los crecientes brotes de sarampión.
Cómo el sesgo puede reforzar las noticias falsas
El sesgo tiene que ver con cómo nuestros sentimientos y nuestra visión del mundo afectan la codificación y recuperación de la memoria. Podríamos pensar en nuestra memoria como un archivista que preserva cuidadosamente los eventos, pero a veces es más como un narrador. Los recuerdos están conformados por nuestras creencias, y pueden funcionar para mantener una narrativa consistente en lugar de un registro preciso.
Un ejemplo de esto es la exposición selectiva, nuestra tendencia a buscar información que refuerce nuestras creencias preexistentes y evitar información que cuestione esas creencias. Este efecto está respaldado por la evidencia de que las audiencias de noticieros de TV son desproporcionadamente partidistas, y pueden existir en sus propias cámaras de eco. Se creía que las comunidades online exhibían el mismo comportamiento, contribuyendo a la difusión de noticias falsas, pero esto parece ser un mito. Los sitios de noticias políticas suelen estar poblados por personas con diversos antecedentes ideológicos y es más probable que existan más cámaras de eco en la vida real que online.
Nuestros cerebros están conectados para asumir cosas que creemos que se originaron de una fuente confiable. ¿Pero estamos más inclinados a recordar información que refuerza nuestras creencias? Probablemente este no sea el caso. Las personas que tienen creencias sólidas recuerdan cosas que son relevantes para sus creencias, pero también recuerdan información contraria. Esto sucede porque las personas están motivadas para defender sus creencias contra puntos de vista opuestos.
Los ecos de creencias son un fenómeno relacionado que resalta la dificultad de corregir la desinformación. Las noticias falsas a menudo están diseñadas para atraer la atención. Pueden seguir moldeando las actitudes de las personas después de que hayan sido desacreditadas porque producen una reacción emocional vívida, y se basan en nuestras narrativas existentes. Las correcciones o aclaraciones tienen un impacto emocional mucho menor, especialmente si requieren detalles políticos, por lo que deben diseñarse para satisfacer una necesidad narrativa similar para ser eficaces.
Consejos para resistir las noticias falsas
La forma en que funciona nuestra memoria implica que podría ser imposible resistirse completamente a las noticias falsas. Pero un enfoque es comenzar a pensar como un científico. Esto significa adoptar una actitud de cuestionamiento motivada por la curiosidad, y ser conscientes de los prejuicios personales.
En el caso de las noticias falsas, esto podría implicar hacernos las siguientes preguntas:
- ¿Qué tipo de contenido es?
Muchas personas confían en las redes sociales y los agregadores como su principal fuente de noticias. Al reflexionar sobre si la información es noticia, opinión o incluso humor, esto puede ayudar a consolidar la información más completamente en la memoria. - ¿Dónde se publica?
Prestar atención a dónde se publica la información es crucial para codificar la fuente de información en la memoria. Si algo es importante, lo discutirá una amplia variedad de fuentes, por lo que es importante prestar atención a este detalle. - ¿Quién se beneficia?
Reflexionar sobre quién se beneficia que consideremos como verdadero el contenido, ayuda a consolidar la fuente de esa información en la memoria. También puede ayudarnos a reflexionar sobre nuestros propios intereses, y si nuestros sesgos personales están en juego.
Algunas personas tienden a ser más susceptibles a las noticias falsas porque son más permeables a aceptar las afirmaciones débiles. Pero podemos esforzarnos por ser más reflexivos, prestando atención a la fuente de información y cuestionando nuestro propio conocimiento cuando no podemos recordar el contexto de nuestros recuerdos.