El rock, uno de los géneros musicales más influyentes del siglo XX, tuvo un reinado absoluto sobre la cultura popular durante décadas. Su muerte no puede atribuirse a un único asesino: MTV, los sintetizadores y el hip-hop fueron algunos de los responsables de su caída. Un análisis estadístico revela cómo y por qué este género musical perdió su trono.
La ascensión del rock comenzó en los primeros años de la década de 1960, cuando evolucionó desde el rock & roll de los años 50. Durante su apogeo en 1983, el rock dominó las listas de éxitos y representó más del 60% del Billboard Hot 100. Este período de supremacía coincidió con la «Invasión Británica» que lideró The Beatles y el surgimiento de bandas que definieron el género como The Rolling Stones y Led Zeppelin.
Sin embargo, esta época dorada fue más corta de lo que la nostalgia sugiere. Los datos muestran que el reinado del rock se limitó a un período de aproximadamente 20 años, desde principios de los 60 hasta mediados de los 80. Este breve pero intenso dominio cultural explica la fuerte nostalgia que genera el género, al idealizar una era en que la cultura juvenil era sinónimo de rock.
La caída del rock no fue repentina ni puede atribuirse a un único evento. Los investigadores identificaron tres momentos clave de revolución musical que marcaron la evolución de la música popular: 1964 (la Invasión Británica), 1983 (la generación del sintetizador) y 1991 (el ascenso del rap y el hip-hop).
El declive comenzó a finales de los 70, cuando el género mostró signos de estancamiento creativo. Durante este período, la música popular experimentó una estandarización en temas, estilos y composición. Las bandas de glam metal como Poison, Mötley Crüe y Bon Jovi, con sus fórmulas predecibles y power ballads, son consideradas síntomas de este agotamiento creativo.
La llegada de MTV en los 80 cambió las reglas del juego. La industria musical dio prioridad a artistas con atractivo visual, y estrellas del pop como Michael Jackson y Madonna, expertos en crear espectáculos visuales, dominaron las listas de éxitos. El rock, que había priorizado la música por sobre la imagen, quedó en desventaja.
El movimiento grunge de los 90, que lideraron bandas como Nirvana, representó el último intento del rock por recuperar relevancia mainstream. Sin embargo, la muerte de Kurt Cobain en 1994 marcó el fin de esta era y la última oportunidad real del género para volver al centro de la cultura popular.
La revolución digital del siglo XXI transformó de forma radical el consumo musical. Con la llegada de iTunes y luego el streaming, los oyentes obtuvieron acceso ilimitado a todos los géneros musicales por una tarifa mensual. En los 70, el rock era una de las pocas opciones disponibles; hoy, es solo una baldosa más en el mosaico infinito de Spotify.
Las encuestas actuales reflejan esta transformación. Según YouGov, mientras el 29% de los adultos mayores de 45 años considera al rock clásico su género favorito, solo el 9% de los jóvenes entre 18 y 44 años comparte esta preferencia. Los datos sugieren que el rock no murió, sino que se transformó en un género de nicho, fragmentado en subgéneros como indie, folk y alternativo.
La historia del rock demuestra que la cultura popular es cíclica y que ningún género musical puede mantener su dominio indefinidamente. Quizás sea mejor así: el rock conserva su estatus mítico como un arte revolucionario de una época específica, en lugar de convertirse en una versión comercial de sí mismo.