¿Sería imaginable que Estados Unidos entregara el río Mississippi? ¿O que Francia entregara el Sena, o Alemania el Danubio, o Rusia el Volga? ¿Por qué, entonces, Argentina cede el Paraná a empresas extranjeras y deja librado el destino de su comercio exterior al control y los intereses foráneos?
Mancillado por corrupciones, desidia política, licitaciones espurias, esmerados cipayismos, abuso ecológico y burocracias kafkianas el Paraná fue maltratado y herido desde el decreto de entrega del menemismo apátrida y durante largas décadas de explotación despiadada y descontrolada, privando a la Argentina no solo de los beneficios naturales de poseer un puerto con salida al mar, sino también de un control concreto sobre los movimientos portuarios y de la posibilidad de gestionar el daño ambiental.
La prosa de Mempo Giardinelli, lúcida y encendida, se alza sobre el bullicio infame de funcionarios vendepatria y multimedios farsantes, y da cauce a una proclama vital para el presente y el futuro de la nación, componiendo, en sus exhaustivas crónicas, una pedagogía del desguace del río Paraná y de las malversaciones de una soberanía ya ultrajada. Mempo se enfrenta al “despalabramiento” perverso de quienes intentan arrebatarle al Paraná su entidad de río para forjarle la categoría servil de “hidrovía”, y sirviéndose de entrevistas, confidentes anónimos, investigaciones, estudios, datos científicos y sobre todo de su propia observación, forja un documento contundente sobre la relevancia del Paraná para la salud política y social del país, y esgrime una tesis irrefutable: tan lesiva es para la soberanía nacional la cesión del Paraná a manos extranjeras como la apropiación inglesa de las islas Malvinas.
Los motivos y las consecuencias de la privatización de un río troncal para la economía de un país están documentados a detalle en estas crónicas, que son un noble combustible para alimentar una conciencia popular que sepa defender sus riquezas y su identidad.
A continuación, un fragmento a modo de adelanto:
Breve introducción
Este libro nació de la larga serie de artículos que escribí, entre 2019 y 2024, acerca de lo que puede llamarse “la tragedia del río Paraná”.
Estas páginas son el resultado de innumerables lecturas, viajes, investigaciones, consultas, entrevistas y búsquedas en archivos, bibliotecas y hemerotecas, muchas veces con el asesoramiento de expertos conocedores del río.
Fue un trabajo periodístico en soledad, muchos de cuyos artículos fueron publicados por el diario Página/12 de Buenos Aires. Y trabajo que terminé a toda prisa en los primeros dos meses de 2025.
Estos artículos constituyen posiblemente una de las series periodísticas más leídas de los últimos años en la Argentina, seguramente por la gravedad política, jurídica y económica que implica “perder” un río, que además no es cualquier río sino el más importante de América Latina junto con el Amazonas. Y hoy internacionalizado y sin control ni soberanía plena de la República Argentina.
Esta serie al menos describe uno de los aspectos más crudos y dolorosos de la tragedia política y social de mi país. Cuyo pueblo desde hoy estará enterado de la gravedad política y económica que significa esta “pérdida” fluvial interminable.
He escrito estas páginas convencido de que mientras no se entienda que la riqueza territorial nunca es infinita ni eterna, seguiremos siendo mudos testigos del dramático vaciamiento del país riquísimo que amamos y tantas veces padecemos. Y país al que desguazan intereses foráneos, mezquindades y traiciones locales, y la insidiosa acción de operadores y medios al servicio de poderes deleznables.
Sin dudas, lo tratado en estas páginas parecerá conocido para personas siempre alertas. Lo cual no quita razón ni vigencia a la crisis que vive el pueblo argentino en todos los planos y en lo que va del siglo y milenio, y una de cuyas expresiones más desgarradoras es la pérdida de soberanía sobre el río Paraná.
El centenar de artículos que publiqué a lo largo de los últimos años se reproducen aquí, en casi todos los casos, textualmente respetados o con pequeños ajustes de redacción y en orden cronológico de publicación. Las fechas indicadas en el acápite de cada artículo son solamente indicativas del momento en que se publicó cada uno.
Salvo precisiones necesarias, no he modificado ningún concepto esencial publicado originalmente en el diario o en otros medios, los que hilvanados cronológicamente dan cuenta de la sucesión de traiciones, yerros, corruptelas y presiones locales e internacionales que configuraron la tragedia de este río maravilloso.
Aunque doloroso, también es necesario reconocer el sigiloso y astuto accionar de centenares y acaso miles de cipayos que, con mayor o menor conciencia, embonaron con la blandura moral e ideológica de miles de argentinos inducidos a votar antes a corruptos y traidores que a personas honorables.
Sin dudas, el poder comunicacional jugó un perverso papel de acogedor y orientador de traidores que a la par de la pasividad e ingenuidad de un pueblo sobrado de ciudadanos distraídos, necios y engañados logró la mutilación de una república que lo tuvo todo para ser un paraíso pero derrapó hasta retroceder dos siglos y encontrarse, hoy como cuando José de San Martín condujo las luchas para independizar a la Argentina y a las futuras repúblicas de Chile y Perú: en pelotas.
También reconozco que es posible que algo, o mucho, de lo tratado en estas páginas pueda parecer anacrónico o repetido para cierto tipo de lectores especialmente alertas. Pero también sé que nada quita razones ni esperanzas a la prolongada crisis que vive el pueblo argentino y una de cuyas expresiones es la pérdida de Soberanía Nacional en todos los órdenes y en dramática especifidad respecto del río Paraná.
Este libro trata tanto de frustraciones como de esperanzas, porque íntimamente no dudo que la República Argentina un día recuperará soberanía plena sobre nuestro río emblemático y todos los bienes naturales de nuestra maravillosa geografía.
Es tarea del presente trabajar por ese futuro, sobre todo en términos de moralidad y patriotismo, y este libro pretende ser un concreto aporte en esa dirección. Por eso en estas páginas se describe directa y honestamente el inmenso daño causado por la sucesión de yerros políticos, corrupción generalizada, contumaz degradación de la Justicia e inmoralidad como práctica política.
Y también, claro, por el accionar corrosivo de corporaciones extranjeras que operaron –y siguen operando– sobre la blandura ideológica y la desinformación de una ciudadanía que todavía no advierte en totalidad el peligro de la desnacionalización fluvial, marítima y acuífera de su Patria.
Queda por saberse si el pueblo argentino alguna vez será consciente del significado e importancia del vocablo “soberanía”, y de cómo recuperará conciencia y pasión para delinearla. Este libro pretende y espera contribuir a ese esclarecimiento.
M.G.
En Resistencia, Chaco, enero-febrero de 2025
El Mississippi y el Paraná: espejo roto
4 de diciembre de 2022
En ningún país del mundo los ríos nacionales son entregados de manera tan imbécil como en la Argentina. Que curiosamente, siendo un país tan influenciado por los Estados Unidos, no lo es precisamente en materia hídrica.
Así lo señaló esta columna en junio de 2021, en la nota “Los gringos, sus puertos y sus aguas”, donde se explicó cómo en su política interior y en defensa de sus intereses estratégicos, los norteamericanos son ejemplarmente inteligentes, patrióticos, cuidadosos y sistemáticos.
Así, mientras aquí desesperamos por no perder nuestra soberanía sobre el río Paraná y el sistema fluvial-marítimo, los Estados Unidos proceden de manera ejemplar con su río Mississippi, en el que invierten millones de dólares para crear carreteras marítimas controladas por el Estado a fin de agilizar el transporte, aliviar autopistas y fortalecer el rol estatal en el control de sus grandes ríos, creando a la vez empleos en puertos y astilleros.
Así, el país más pro-mercados del mundo y paradigma del capitalismo, no deja sus puertos ni la industria naval en manos del mercado ni de extranjeros. Acaso no exista mejor ejemplo de cuidado soberano de un río.
Operado y controlado como vía fluvial de máxima importancia política, económica y estratégica, el Mississippi con sus tributarios (los ríos Missouri, Illinois y Arkansas) compone un sistema ejemplar de 6275 kms de aguas y es así el cuarto río más largo del mundo.
Por razones de seguridad e interés nacional fundamentales para ellos, la soberanía de sus ríos está a cargo del gobierno de los Estados Unidos y el cuidado y control de los puertos está en manos del más poderoso ejército del planeta, mientras el dragado, balizamiento, control y cuidado de esas vías navegables está a cargo de la Marina de ese país.
Y tan inteligente es el control que ejercen sobre sus ríos, que no permiten siquiera remontar sus aguas a buques que no hayan sido construidos en astilleros estadounidenses.
Frente a esto, y más allá del previsible y necio argumento de que “aquí no hay dinero” para algo semejante, lo que alarma es la ignorancia y la indecisión de los gobiernos argentinos, que miran las entregas de soberanía como si no tuvieran nada que ver.
Así rifan nuestro Padre Río, el majestuoso Plata y el Canal Magdalena, cuya habilitación se demora como para que la Argentina fluvial nunca tenga salida directa y soberana al Atlántico, y todo con el perverso fin de que el comercio exterior siga bajo control extranjero, como hoy sucede.
En tal contexto, lo ocurrido en la Cámara de Diputados la semana pasada fue un baldazo de agua fría. En lugar de pronunciarse por reactivar todos los puertos y generar trabajos con estricto cuidado de un bien natural único, lo que se votó fue ceder bienes y territorios nacionales a algunos municipios, y entre ellos el puerto de Paraná, capital de la provincia de Entre Ríos, así como una parte del emblemático terreno del Espacio para la Memoria en el ex-Centro Clandestino de Detención “La Perla”, en Córdoba.
El proyecto de ley fue presentado por la diputada entrerriana Blanca Osuna (Frente de Todos), pero lo más asombroso fue la aprobación con el voto del 98 % de los diputados presentes: 210 votos de peronistas, radicales y macristas juntos, con la sola oposición de tres incendiarios de ultraderecha.
Desde todo punto de vista es injustificable que la Cámara de Diputados acepte someter los intereses nacionales a proyectos de ampliación de costaneras que no son otra cosa que negocios inmobiliarios.
El cuento de fomentar el turismo en puertos en desuso pero bonitos, como el cuento de la libre navegación, no son sino imposiciones de dominio privado en favor de minorías y sobre bienes que son de todos y todas. Así la timba inmobiliaria empezó en la CABA, se copió en Corrientes y hoy sigue en Paraná.
Desde luego que la masiva votación en favor de estos desguaces es otro síntoma de descomposición de la democracia, lo que hace temer que esta locura también sea aprobada en la Cámara de Senadores, que debería rechazar este disparate, ya votado por un inexplicable 98 % de los diputados. Decisiones legislativas de este tipo son pruebas de que se ha empezado a recorrer el mismo camino que hace 30 años facilitó la privatización de decenas de puertos, hoy todos de propiedad de corporaciones extranjeras.
Así también se destruyeron la siderurgia nacional y casi toda la industria naviera, que pasó de 70 astilleros a los pocos que hoy subsisten, pero amenazados ahora mismo por similares codicias.
Menem convalidó y perfeccionó, con camiseta peronista, la traición de los dictadores. Si ahora los que administran la democracia hacen lo mismo, será solo un retorno de viejas maldiciones argentinas y seguirán peligrando la paz y la democracia. Y es que no se visualiza reparación posible mientras no se desanden los únicos caminos de esperanza que aún quedan: declarar a todo el sistema judicial en comisión y a la vez iniciar el proceso de cambio constitucional que es ya imperativo.
Para volver a ser una nación soberana es urgente reafirmar a la Argentina como territorio integrado que controla y cuida su historia, sus bienes naturales y sus aguas.