martes 16 de abril de 2024
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La relación de Cristina y Francisco: buscando un símbolo de paz

Cuando Francisco era Jorge Bergoglio y estaba al frente del Arzobispado de Buenos Aires, Néstor Kirchner decidió mudar el Tedeum, esa tradicional y anacrónica ceremonia dónde un obispo alaba o critica al presidente de la Nación cada 25 de Mayo. Eso ocurrió en 2004 después que el religioso hiciera referencias a la pobreza y a la corrupción. Pero desde que Bergoglio es Francisco, se puede decir sin temor a error alguno que la presidenta Cristina Kirchner tiene en el jefe de la Iglesia Católica uno de sus apoyos más relevantes. Con esa tranquilidad la presidenta concurrió a la Catedral dispuesta a escuchar al obispo Mario Poli y con ese ánimo habló después ante una plaza colmada. Allí llamó a la unidad nacional pero sin “volver atrás” y hasta pidió perdón por sus modos.

Desde el verano pasado, cuando los embates del sector financiero pusieron al gobierno al borde de la debacle, el Papa Francisco comenzó a machacar ante cada uno de sus visitantes argentinos: “Cuiden a Cristina”. Más que un súbito entusiasmo kirchnerista, el líder de los católicos sabe lo que podría significar para el país y, en especial, para los más humildes, una crisis política y económica. Basta revisar quienes se favorecieron con la crisis del 2001 y quienes fueron las víctimas. El Papa invitó a la Presidenta en marzo pasado a un almuerzo y emitió una señal que en argentina leyeron propios y extraños. Sindicalistas, políticos y operadores se sorprendieron ante semejante paraguas.

Sin embargo, la Iglesia tiene paredes muy elásticas. En eso se parece mucho al peronismo. Bajo los mismos signos y banderas se construyen políticas distintas y, a veces, antagónicas. Esto explica en parte el sainete de la “carta falsa” que era verdadera. La veracidad del saludo formal del Papa por la fiesta patria fue puesto en duda, con términos groseros, por el Jefe de Protocolo del Vaticano el argentino Guillermo Karcher. Su desmentida pública fue patética: “olvidemos el día de ayer”, llegó a decir.

Karchner representa a un sector de la Iglesia que desconfía del gobierno argentino y recela de los “usos” políticos que le puedan dar a la figura de Francisco. Son más papistas que el Papa. El futuro de Karchner permitirá saber si sus exabruptos fueron producto de su cosecha personal o el emergente de una interna solapada.

Para Francisco la vuelta del Tedeum a la Catedral metropolitana era un objetivo prioritario. La reacción medida de los funcionarios nacionales que salieron a ratificar la veracidad de la misiva, después que Karchner la calificara de “mala leche”, contribuyó a superar el incidente.

Por lo pronto, Cristina Kirchner escuchó al obispo Poli hablar de diálogo y en su discurso posterior en la Plaza de Mayo, replicó ese tono conciliador: “Yo quiero en este 25 de Mayo apelar al amor por el otro… Es mentiroso el que dice que ama a Dios y odia a su prójimo” y se permitió una infrecuente autocrítica: “Yo sé que muchas veces, por mi forma de ser, soy como soy… Pero bueno, si a alguno le ofende mi estilo, mi forma de hablar, le pido perdón”. También dijo que, si la buscaban para dividir, “no cuenten conmigo”.

No sólo se trata de temperamento. El kirchnerismo hizo de la confrontación una estrategia política. “Era el tiempo de consolidación del proyecto, los tiempos cambiaron”, explica uno de los habituales interlocutores de la mandataria. Habría que avisarle al ministro Florencio Randazzo, quien irritado por el ataque de graffiteros a los flamantes vagones del tren Sarmiento, dijo: “hay que matarlos, te dan ganas de matarlos, cómo se puede ser tan energúmeno”.

Más allá del exabrupto, Randazzo se perfila como el candidato oficialista con más posibilidades detrás de Daniel Scioli. A pesar de no ser “pingüino” la Presidenta parece dispuesta a consolidarlo. Compartieron cuatro actos en el último mes. La decisión está vinculada a la agenda propositiva del Ministro que incluye inauguraciones y hechos concretos de gestión en el área transporte de aquí al 2015. Vale preguntarse por qué el gobierno dilapidó una década sosteniendo el modelo de transporte de los noventa: subsidios sin control a los concesionarios, pésimos servicios y corrupción. Y, fundamentalmente, la permanencia de Ricardo Jaime como Secretario de Transporte durante seis años. Es posible que Jaime se convierta en el primer ex funcionario que termine preso.

Por su parte el gobernador de Buenos Aires no parece perturbado por la hiperactividad de Randazzo. Siente que aplica su misma fórmula. Cree que puede ganarle a cualquier otro candidato del sector en internas abiertas y que eso lo fortalecería. Los dos candidatos conversaron amigablemente cuando se encontraron en la Catedral metropolitana el domingo pasado.

Más explícitos fueron los intelectuales kirchneristas de Carta Abierta, quienes anticiparon que no se sienten representados por Scioli. Con ironía, uno de los laderos del ex motonauta hizo una sorprendente interpretación: “hay apoyos que restan y deserciones que ayudan”.
También se mostraron juntos los presidenciables de FA-UNEN. El objetivo de Hermes Binner, Elisa Carrió, Julio Cobos, Ernesto Sánz y Pino Solanas es hacer pie en la provincia de Buenos Aires, provincia clave por su volumen electoral. Todavía no tienen un nombre convocante en ese distrito. Un problema que comparten con Sergio Massa. Los dos sectores prometen sorpresas.

A pesar de las señales de concordia, los encuentros y las invocaciones al diálogo, parece más fácil sentar en una misma mesa a israelíes y palestinos que a oficialistas y opositores argentinos.