viernes 29 de marzo de 2024
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Cara a cara

“Daniel Scioli es la continuidad y Mauricio Macri representa el cambio. Eso es lo que la gente debe elegir”. Bajo esa consigna trabajan los dirigentes de Cambiemos que están abocados al diseño de la última etapa de la campaña electoral. Están convencidos de que la mayoría de la población ya decidió dar ese paso y que el “héroe accidental” de “esa necesidad” es el Jefe de Gobierno porteño. Por esa razón en las próximas dos semanas sólo tratarán que su candidato no cometa equivocaciones graves. “No hacer olas”, como dicen en el barrio. La única escala que consideran riesgosa es el debate del domingo 15 de noviembre. El cara a cara de los candidatos es tan inédito como el balotaje y estará plagado de cruces fuertes. Creen que Scioli será agresivo y que tratará de explotar las contradicciones del PRO en relación a sus posiciones de antaño y sus propuestas actuales. También temen que su candidato quede atrapado en algunas definiciones económicas que puedan sonar impopulares. En especial quieren que evite dos palabras: ajuste y devaluación. En el Frente para la Victoria hay preocupación pero también una luz de esperanza. Piensan que el debate puede marcar un antes y un después. La idea es instalar a Scioli como el arquitecto del “cambio posible”: un cambio que no implique “retroceder al pasado” sino un salto de calidad. Volverá a señalar a Macri como una remake de la Alianza. Después de ese cara a cara en la Facultad de Derecho, en gran medida, la suerte estará echada.

Continuidad vs Cambio. La foto actual es idéntica a la que Mauricio Macri soñó cuando decidió competir por la Presidencia de la Nación hace ya dos años. Por entonces, el propio kirchnerismo lo había elegido como principal adversario político. “Mauricio que es Macri”, como explicó con ironía Néstor Kirchner. La decisión de la Presidenta de “bajar” a Florencio Randazzo de la primaria presidencial y pactar con Scioli la candidatura única, fue celebrada en el PRO. El argumento fue la colonización de todas las listas legislativas y el ingreso de Carlos Zanini como vice pero el resultado fue inesperado y doloroso. Se trató de un gesto complementario y funcional a la estrategia diseñada por Jaime Durán Barba, el asesor ecuatoriano de Macri, que apuntaba a no sumar peronistas al frente opositor. El “no” a Sergio Massa tan cuestionado por los empresarios y medios que auspician al frente Cambiemos se transformó en virtud. El resto lo hicieron el radicalismo, que prestó su estructura territorial y la candidatura de Aníbal Fernández en Provincia de Buenos Aires.

Scioli aceptó aquella jugada como inevitable. La Presidenta termina su mandato con una considerable imagen positiva y la perspectiva de evitar el desgaste de una confrontación interna lo terminaron de convencer. Con los votos kirchneristas más los suyos la victoria estaba asegurada, pensó. Tal vez hasta en primera vuelta. Para los críticos moderados, el gobernador de Buenos Aires, se reservó una idea: “soy el cambio en la continuidad”. Claro que cuando tuvo que cerrar filas de cara a las Primarias se vio obligado a sobreactuar su oficialismo. Recordemos que Randazzo se cansó de hostigarlo llamándolo “el candidato de Clarín” y los intelectuales de Carta Abierta lo consideraban un conservador. Scioli concurrió a 678 a rendir examen de kirchnerismo y en un reportaje ante Alejandro Fantino, el día después de su nominación, aseguró que “la Cámpora es el presente y el futuro de la Argentina”.

Ahora la mirada está puesta en los votantes de Sergio Massa, líder del peronismo opositor. Por eso las declaraciones de autonomía y la aceptación pública del enojo de un sector de los votantes. Sabe que debe lograr que la raigambre peronista de ese segmento del electorado sea superior al componente opositor que los llevó a las urnas. Massa, José Manuel De la Sota y Roberto Lavagna, los principales referentes del Frente Renovador (FR), no lo ayudaron. Llamaron a votar por Macri casi explícitamente. Ya se imaginan disputando la conducción del peronismo y cómodamente sentados en el lugar de la oposición. Felipe Solá, en cambio, aseguró que a “un peronista le cuesta votar por Macri” y después calló.

Por su parte, Alberto Fernández, ex Jefe de Gabinete y vocero del FR, explicó su posición con el llamado Teorema de Rajoy. “Si esto sigue así, Cristina será a Macri lo que (Mariano) Rajoy fue a Rodríguez Zapatero”. Según el funcionario “frente al fastidio de los españoles por el ajuste socialista, los españoles eligieron un candidato que aplicó un ajuste más severo”. Para Fernández el malestar de una gran cantidad de ciudadanos es tan grande que le darán el triunfo a Macri. Y agregó: “Me parece que en un momento de enojo, la gente no repara en lo que está votando y busca una salida que muchas veces se convierte en un espejismo, como Rajoy, que cuatro años después tiene 24 puntos de desocupación en una España que prácticamente no crece”. La idea fue celebrada por el sciolismo que ya estaba trabajando sobre la idea: “¿Qué cambio querés?”.

Después de explicar su teorema, Fernández, anticipó que votaría en blanco: “Es como si me obligaran a elegir entre la horca y la silla eléctrica”, señaló. Sin embargo, hay elementos de sobra para cuestionar el dramatismo que supuestamente tiene esta elección. Desde el debate mismo entre los candidatos, una instancia que ojalá haya llegado para quedarse, hasta la situación en la que Cristina Kirchner termina su mandato. Desde 1983 que no se daba un cambio de gobierno a otra fuerza política (si es que finalmente se produce un triunfo de Macri) en un marco de tanta tranquilidad. A pesar de los problemas que presenta la economía (déficit, tipo de cambio, inflación, fondos buitre, entre otros) hay calma social, paritarias, bajo desempleo y total respeto a la autoridad constitucional. Más allá de algunas denuncias puntuales (Tucumán y Santa Fe) las elecciones provinciales se realizaron con normalidad. Sólo en el conurbano se suceden picardías impresentables con nombramientos políticos de último momento y tomas de tierras alentadas por punteros. Con un horizonte, relativamente sereno, el domingo se enfrentan en una discusión dos hombres parecidos que representan modelos políticos diferentes. Según quien lo quiera enunciar: continuidad vs cambio o qué tipo de cambio querés. He aquí la cuestión.