martes 19 de marzo de 2024
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«Manuel Sadosky – Ciencia con Conciencia en América Latina», de Pedro Kanof

Manuel Sadosky efectuó una importantísima contribución a la cultura latinoamericana, su vida fue un itinerario entre ciencia, tecnología, el empeño político por el desarrollo y contra la dependencia. Es indudable que Manuel Sadosky fue uno de los intelectuales más prominentes de la Argentina en el siglo pasado y que tuvo un serio impacto en el país y en otros de América Latina.

Este libro focaliza sobre aspectos de su vida no conocidos, pero que son fundamentales para comprender la génesis de un científico auténtico, seriamente empeñado por la justicia social.

A continuación un fragmento, a modo de adelanto:

 

Capítulo V – La universidad reformista, catalizadora y referencia del renacimiento intelectual. La disrupción brutal

Durante el período que Manuel Sadosky transcurrió en el INAC (Istituto Nazionale per le Applicazioni del Calcolo) de Roma (1948), los matemáticos italianos tuvieron fuertes interacciones con científicos franceses, norteamericanos e ingleses, como por ejemplo, Alan Turing, y conocieron los resultados que él había conseguido en Cambridge con su grupo, que fueron decisivos para la sobrevivencia de Inglaterra.  En consecuencia, fue en ese período que nació la convicción de Sadosky sobre la importancia de disponer de una computadora para afrontar problemas de matemática aplicada.

Seguramente, Sadosky supo también que sus colegas italianos habían logrado comprar alguna computadora a Inglaterra a caballo de los años 50.

Así fue que publicó en 1950, en la “revista Ciencia y técnica del Centro Estudiantes de Ingeniería, uno de los primeros artículos sobre computadoras que aparecieron en Argentina».

En 1957, Manuel Sadosky fue designado profesor de Matemáticas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Ya en la primera reunión del consejo directivo de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, el 8 de noviembre de 1957, se discutió sobre el argumento computadora y se decidió la creación del Instituto de Cálculo con la necesidad de que este se dotara de una computadora electrónica. Para esto fue designada una comisión integrada por los doctores González Domínguez —que había sido profesor y decano de esa casa de estudios aun durante el período peronista—, Simón Altmann -—doctor en Química y Física de esa casa de estudios y que ya había trabajado en Europa con una computadora—, y Manuel Sadosky, que fue nominado director del instituto.

Sadosky regresó a Roma para participar en el congreso organizado por el Centro Internacional Provisional de Cálculo sobre «el tratamiento numérico de las ecuaciones con derivadas parciales con características reales», que tuvo lugar del 28 al 30 de enero de 1959. En la página sucesiva se incluye la foto de algunos de los participantes de ese evento.

A su regreso, Sadosky, con una nota del 28 de marzo de 1959, expresó su agradecimiento por el tratamiento del que fue objeto durante su estadía romana con el siguiente texto: “Desidero ringraziarla vivamente per le mille attenzioni che ho ricevuto al suo Istituto, e dirle che farò il possibile perché l’Istituto che noi stiamo organizzando a Buenos Aires segua le orme tracciate dal Suo, il più antico del mondo».

La decisión de la comisión recayó sobre un tipo de máquina similar a la que ya hacía años operaba en Roma en el IAC (Istituto per le Applicazioni del Calcolo) —una Mercury Ferranti—, pero en una versión más moderna.

Las informaciones relativas al costo, la proveniencia de los fondos y quiénes se activaron para facilitar los vínculos burocráticos, están bien descritos en el citado libro: Historia de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Esa computadora llegó a Buenos Aires a fines de 1960 y quedó plenamente instalada en mayo de 1961 en el primer edificio casi terminado del campus de Núñez, y fue denominada Clementina.  En esa fecha se realizó un curso del lenguaje AUTOCODE, que fue dictado por la señorita Cicely Popplewell de Inglaterra, al que asistieron representantes de diversas universidades nacionales, de instituciones del Estado y de empresas estatales y privadas.

A pesar de las limitaciones técnicas que aquella computadora presentaba a luz de las potencialidades de las actuales computadoras, Sadosky creó rápidamente en el instituto un equipo de cincuenta personas altamente motivadas y con un fuerte interés (con un núcleo a dedicación exclusiva). Ese grupo usó la computadora para afrontar problemas en tres direcciones: de investigación, de docencia superior y de servicio. Sobre estos resultados, Sadosky escribió en la revista de la Universidad de Buenos Aires, en 1962, un artículo titulado «El Instituto de Cálculo de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales».

Participantes al Coloquio sobre el Tratamiento Numérico de las Ecuaciones con Derivadas Parciales con Características Reales, organizado por el Centro Internacional Provisional de Cálculo (Roma, Italia, enero de 1959). Sadosky es el primero a la derecha en la tercera fila.

Con ese artículo, él difundió las extraordinarias oportunidades que la calculadora electrónica podía ofrecer no solo para resolver cálculos complejos, sino también para el progreso de las otras ciencias y fundamentalmente para afrontar problemas de interés nacional.

En esos tiempos, las computadoras eran muy distintas de las actuales, aunque los principios fundamentales son similares. Si bien electrónica, era a válvulas y estas funcionaban con intensidad y voltaje muy alto, con cables de un cierto diámetro que obligaban a realizar pisos dobles. En este ambiente especial, se necesitaba aire acondicionado para disipar el calor y obtener la temperatura indicada. Pero la limitación principal era que no disponía de un sistema operativo y que el software era modestísimo. Había pocas instaladas en el mundo y, en consecuencia, había que tener una gran dosis de paciencia para lograr resultados. Sadosky tiene el mérito de haber creado y dirigido un equipo excelente, armónico y motivado que entró en tema con cuerpo y alma, y en poco tiempo logró producir resultados extraordinarios.

En su artículo, Sadosky destaca la función de «servicio» del Instituto de Cálculo, explicitando las colaboraciones para resolver problemas de grandes instituciones nacionales como YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales) y el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), entre otros. «Este tipo de colaboración en otros países es habitual, (aunque) tiene en el nuestro un valor monitor», escribió y dio ejemplos de aplicaciones tales como el estudio de la cuenca hídrica de la región cuyana. En ese mismo artículo señaló que si bien algunos de esos trabajos pudiesen «lograr espacio para la publicación en las más importantes revistas, pueden no figurar entre las prioridades más urgentes de las necesidades nacionales». Sadosky llamó a resolver los grandes problemas nacionales utilizando los instrumentos científicos. Ya entonces, indicaba que el núcleo de trabajos de investigación sobre economía utilizando la computadora abría la posibilidad de estudiar políticas nacionales y simular los efectos de las mismas «que permiten luego establecer la mejor opción a seguir». Eso fue para él una oportunidad para subrayar la importancia del uso de las ciencias para afrontar los grandes problemas del país.

Al inicio del año académico 1962, en el aula magna de la Facultad de Ciencias, se desarrolló un seminario con encuentros semanales sobre el tema «Ciencia, tecnología y desarrollo», que se inauguró con una lección magistral de Manuel Sadosky y que continuó con León Rozitchner, Gregorio Klimovsky, José Babini y Rolando García. El aula siempre estaba llena y había estudiantes que seguían la exposición desde el patio porque no habían logrado entrar. Para asegurarse un buen puesto, era necesario llegar por lo menos una hora antes. La intervención de Sadosky fue, como todas sus lecciones, muy clara y directa, con la mirada dirigida a los estudiantes, con expresión amigable y determinada, dijo: «Si quieren ser libres, no copien». Estaba diciendo que en las soluciones que venían ofrecidas de afuera estaban incluidas las cadenas de la dependencia. Fue una ocasión extraordinaria y el primer encuentro directo del autor con el Maestro.

La Facultad de Ciencias se distinguía de modo muy claro de las otras de la Universidad de Buenos Aires no solo por tener una computadora. Aunque en torno a la computadora, se constituyeron grupos de trabajo sobre diversos problemas que podían ser científicos pero que eran indudablemente prácticos, de extremo interés nacional. En esta actividad recuerdo que emergieron como gigantes David Jacovkis —que introduce problemas de ingeniería industrial en el ámbito aséptico de los científicos—, y Oscar Varsavsky, que con gran energía afrontó argumentos que iban desde el lenguaje del software a la econometría.

En Exactas se respiraba un aire fresco, se sentía que allí se estaban produciendo cosas nuevas y de gran importancia. Manuel Sadosky entendía la enseñanza como estrechamente vinculada a la investigación, y se propendía a que cada curso no fuera simplemente la repetición de la versión precedente, sino que siempre había cosas nuevas, y a veces la novedad era prácticamente otro curso.

Él sabía cultivar la curiosidad de sus discípulos, sugerir problemas, impulsarlos a emprender nuevos caminos; todo esto siempre con gran gentileza, con un estilo directo, amable pero con la necesidad de economizar el tiempo. Recuerdo su cara tirada y tensa cuando lo crucé saliendo rápidamente del corredor de Perú 226; estábamos yendo al acto en la Facultad de Medicina, después del atentado antisemita contra Graciela Sirota.  Él le ponía el cuerpo a los riesgos y estaba con pocas otras autoridades de la universidad sobre el palco, de frente al público. No dijo nada pero bastaba su presencia. También el aula magna ese día estaba llena. Como estuvo llena, y siempre con él, cuando un año después la Federación Universitaria de Buenos Aires recibió a Marcos Ana,  un resistente español arrancado de las cárceles del franquismo.

A esa área donde estaba el edificio de la vieja Facultad de Ciencias en Perú 222, se la denominó “la manzana de las luces» cuando regresó la democracia en Argentina.

Vieja Facultad de Ciencias, porque fue bajo la gestión de Rolando García decano y Manuel Sadosky vicedecano que la Facultad de Ciencias construyó un nuevo edificio en Núñez, en un terreno ganado al río y que había sido pretendido por la Marina militar. Ese edificio de Núñez se inauguró con una gran fiesta en la que participó Sadosky con sus colegas de la facultad y artistas e intelectuales como Mercedes Sosa y Armando Tejada Gómez. Allí ya funcionaba en su Instituto de Cálculo la primera computadora que existió para uso didáctico y de investigación en América Latina.

Es claro que la relevancia de la calidad de la enseñanza, los importantes resultados alcanzados con sus investigaciones y el prestigio internacional que había adquirido la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, no podían ser aceptados por las fuerzas retrógradas y oscurantistas que guiaron el golpe militar de 1966 contra el gobierno democrático del doctor Arturo Illia. Justamente por esa razón, poco después del golpe, fue en Perú 222, la facultad donde las fuerzas de la represión tomaron de mira y entraron violentamente golpeando seriamente a estudiantes y profesores.

Quiso la casualidad que entre las cabezas rotas estuviese la de un científico norteamericano que se encontraba allí para tener un seminario. La foto de su cabeza sangrante apareció al día siguiente en la primera página del New York Times, y de allí que la Noche de los Bastones Largos se conociera en todo el mundo.

Manuel Sadosky - Ciencia con Conciencia en América Latina
La vida de un científico seriamente comprometido con la justicia social.
Publicada por: Paidós
Fecha de publicación: 05/03/2021
Edición: 1a
ISBN: 978-950-12-0335-6
Disponible en: Libro de bolsillo
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