¿No sería genial si tu hogar u oficina pudieran monitorear patógenos como el COVID-19, de la misma manera que se monitorea el humo y el monóxido de carbono? Esa es la pregunta que los empresarios Sam Molyneux y Elizabeth Caley, junto con la microbióloga Daniela Bezdan planeaban responder antes de la pandemia, y así nació Poppy.
Poppy es una pequeña caja blanca del tamaño de una alarma de humo, que recolecta los gérmenes que flotan en el aire en el interior de nuestras casas y oficinas. Esas muestras se analizan para detectar patógenos comunes, y los resultados se envían a los administradores del edificio a través de un panel interactivo.
Poppy muestrea continuamente el aire a través de una bandeja de recolección que se parece mucho a una tira reactiva COVID-19, que usa electricidad estática para atraer virus sin un ventilador ruidoso. El dispositivo lanza al aire códigos de barras cortos de ADN creados en laboratorio para probar la detección de virus. Estos son agentes biológicos inertes que Poppy nebuliza, o rocía, desde varios lugares durante la instalación, utilizando el mismo tamaño de gota para simular con precisión el aliento humano.
Además, el dispositivo crea un mapa del flujo de aire interior, que puede identificar áreas estancadas; al mismo tiempo que confirma cualquier estimación de cuánto tiempo se tarda en renovar el aire. Eso es importante para que cualquier administrador de edificios recupere la confianza del público, especialmente en lugares con mucho tráfico, como centros comerciales o cines.
Lamentablemente, el sistema de Poppy no puede realizar pruebas instantáneas en el dispositivo para detectar COVID-19 u otros patógenos por el momento. El sistema está configurado para tomar muestras que el administrador del edificio debe enviar a un laboratorio todos los días para tu análisis. Pero el objetivo es tener esta parte automatizada y en el dispositivo, y sus creadores aseguran que están muy cerca de lograrlo.
