jueves 28 de marzo de 2024
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Cómo la crisis climática nos obliga a cambiar nuestras ciudades

Europa se encuentra viviendo una ola de calor impresionante y nada hace pensar que la situación mejorará en los años venideros.

Se trata de un tema realmente complejo y preocupante. Pero hay algunos aspectos positivos: muchas ciudades de todo el mundo están empezando a poner en marcha planes para enfriar las calles. Respuestas que no se limitan a bajar el termostato urbano, sino que mejoran la vida de sus habitantes.

A veces, unas cuantas latas de pintura blanca pueden marcar la diferencia. Esa es la lección de Ahmedabad, en el estado indio de Gujarat. Los techos blancos son conocidos como «techos fríos», y este proceso está diseñado para reducir la absorción de radiación solar, lo que a su vez reduce el calor que se transfiere dentro de la casa o edificio. Se estima que la reducción en temperatura del interior se ubica entre 3ºC y 7ºC.

«Desde que pintamos la casa ya no sentimos tanto calor. Nos sentimos relajados, la casa se siente fresca. También se han reducido nuestras facturas de electricidad», explica un vecino de Ahmedabad.

A esta sencilla solución se suman otras más sofisticadas, como los avisos personalizados de WhatsApp que se activan cuando se avecina una ola de calor.

Mientras que Ahmedabad optó por el blanco, Medellín se ha puesto verde. Antaño famosa por ser la capital colombiana de la cocaína, su reputación futura podría depender de una serie de respuestas imaginativas a la crisis climática. Entre ellas se encuentra la plantación de «corredores verdes» a lo largo de las carreteras y los cursos de agua, que proporcionan caminos sombreados para peatones y ciclistas. Esto ya ha reducido las temperaturas en las vías más transitadas en 3 grados centígrados. Y también ha tenido un efecto curativo en las comunidades, ya que personas que habían sufrido años de violencia se han reunido para recibir formación como jardineros urbanos.

Impulsadas por la Cool Coalition del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, otras ciudades se están contagiando del frío. Sierra Leona ha hecho un ambicioso plan para aumentar la vegetación en un 50%. Milán se ha propuesto plantar 3 millones de árboles nuevos en el marco de su objetivo de reducir las temperaturas en 2 grados centígrados en 2030. Y Melbourne ha situado la reforestación urbana en el centro de sus planes para reducir la creciente demanda de aires acondicionados que consumen mucha energía en Australia.

Mientras tanto, Atenas, la ciudad europea más amenazada por la crisis climática, está reverdeciendo sus colinas, famosas por sus bosques en la época clásica, restaurando terrenos baldíos como parques naturales e instalando fuentes para refrescar el aire en las famosas plazas de la ciudad. Las temperaturas en la plaza de Omonia, bajo la Acrópolis, ya han bajado 4 grados gracias a ello.

En una Gran Bretaña más fría y nublada, la crisis climática se traduce tanto en inundaciones como en calor. La clave está en absorber el agua a medida que va cayendo, de modo que se absorba la fuerza de cualquier inundación y se frene su ritmo, haciendo que los paisajes de las ciudades se parezcan menos a una lámina lisa de hormigón y más a una esponja.

En Hammersmith, Londres, la firma especializada en regeneración Groundwork ha trabajado con el ayuntamiento para «esponjar» el entorno de tres urbanizaciones. Se trata de tejados verdes en los bloques de apartamentos, superficies «renaturalizadas» en lugar de hormigón. Una veintena de residentes han sido contratados como aprendices del equipo verde, mientras que la instalación de kits de ahorro energético (y económico) en las viviendas ha contribuido a ganar su apoyo.

La clave del proyecto de la ciudad sueca de Gotemburgo es ganarse los corazones y las mentes de los habitantes. Apodada la ciudad más lluviosa del país, lleva años luchando contra el exceso de agua en los lugares equivocados. Ahora está convirtiendo el problema en algo lúdico, con un par de «patios de recreo para la lluvia», incluido uno en una escuela local. Este parque hace hincapié en el aguacero, canalizándolo a través del patio de la escuela, haciendo que salpique en charcos, antes de filtrarse lentamente en un pantano de charcos y piedras. Esto reduce el caudal a proporciones manejables y, lo que es igual de importante, a los niños les encanta.

Iniciativas como estas no curarán por sí solas el cambio climático en las ciudades, por supuesto. Pero sin duda ayudan. Y mientras tanto, hacen que el verano en la ciudad sea una estación más dulce.

Vía

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