lunes 29 de abril de 2024
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Adelanto de «Cómo fracasar con absoluto, rotundo y total éxito», de Hernán Schuster

Vas a fracasar, sabelo. De hecho, bastante más de lo que creés. Porque, aunque los medios y las redes sociales se empeñen en mostrarnos historias de éxito, la realidad es que el fracaso es mucho más común de lo que pensamos: es la regla, más que la excepción. Pero como tiene mala prensa, preferimos no hablar del tema. Falsa contracara del éxito, lo queremos bien lejos.

¿Cuántos proyectos no triunfan por no saber manejarse frente al fracaso o se quedan en meras ideas que nunca llegan a nada por el miedo a fracasar? ¿Qué hay de cierto en eso que dicen en el mundo emprendedor de que tenemos que «fracasar rápido y barato»? ¿O, por el contrario, lo que debemos hacer es evitarlo a toda costa? Hernán Schuster busca desmitificar y resignificar el fracaso con un lenguaje cercano y profundamente humano, combinando teoría, filosofía e historias reales de personalidades destacadas que antes de lograr el éxito… bueno, fracasaron (y bastante).

«Este libro cuenta con la colaboración de veinte expertos en diferentes campos, desde la psicología hasta la innovación empresarial, que nos brindarán una perspectiva única sobre cómo utilizar el fracaso como una herramienta para el crecimiento y la mejora continua. Sus historias y consejos nos inspirarán y ayudarán a transformar nuestra relación con el fracaso», dice Mario Pergolini en su prólogo.

Cómo fracasar con absoluto, rotundo y total éxito es un libro inspirador que permite quitarle el tabú al fracaso para así poder aprovechar lo que nos deja eso que no sale tal como esperamos y usarlo a nuestro favor. En síntesis, aprender a fracasar mejor y convertir la experiencia en otra oportunidad para superarse.

A continuación, un fragmento a modo de adelanto:

Guerra a la procrastinación

La organización del tiempo es otro de los grandes dilemas de esta era y, cuando está mal planificado, uno de los puntos que más com- plotan a favor del fracaso de todo tipo de proyectos —¿te suena la palabra “procrastinación”?—. Por eso, también quise incluir en esta caja de herramientas las recomendaciones de Martina Rua, periodista especializada en innovación y productividad, con un posgrado en Periodismo Digital por la Universidad Pompeu Fabra, columnista del diario La Nación, coconductora de radio, speaker y autora de diversos libros, entre ellos el muy propicio La fábrica de tiempo. Técnicas para optimizar el tesoro más preciado de la vida moderna y Cómo domar tus pantallas, ambos en coautoría con Pablo Martín Fernández.

“Aunque contamos con las mismas 24 horas por día que los antiguos egipcios, la preocupación por el manejo del tiempo crece junto con la complejidad de organización de las sociedades del mundo. Que el tiempo alcance, que sea de buena calidad y hasta que su uso nos haga felices rankean alto en la lista de deseos de Año Nuevo”, apunta Martu. ¿Y cómo hacer esto realidad? La verdad es que no hay una sola receta; de hecho, proliferan muchísimas. Hay libros, podcasts, newsletters y expertos listos para calmar nuestras ansias de foco y de balance entre trabajo y vida personal.

Según la curaduría de Martina, uno de los puntos más interesantes tiene que ver con conocer los patrones de nuestros días. Nuestras capacidades cognitivas no se mantienen iguales en todos los momentos del día, sino que van fluctuando. En el libro Cuándo, el autor mega bestseller Daniel Pink —originalmente es abogado, y trabajó como consultor y asesor político, redactando discursos para el vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore— explica que respondemos a un reloj biológico, un núcleo de aproximadamente

20.000 células que están en el hipotálamo y que controlan el aumento y la disminución de la temperatura corporal, las hormonas y nuestros momentos de dormir y despertar. El autor explica que este reloj interno utiliza marcas sociales, como el horario de la oficina, y señales medioambientales, como el amanecer y el anochecer. Así, genera pequeños ajustes que logran que los ciclos internos y externos tengan una mayor sincronía. “Pero los patrones no son idénticos en cada persona, y por eso ocuparnos de conocer nuestros ciclos nos da información valiosa para elegir cuándo hacer las cosas”, señala Martina y distingue entre tres tipologías:

  • Alondras: los madrugadores, que alcanzan su nivel máximo hacia el mediodía.
  • Búhos: los que se activan después de las seis de la tarde y son más productivos de noche.
  • Colibríes: quienes se ajustan al ciclo día-noche —sería la mayoría—, los que responden al horario de oficina habitual.

A la vez, es vital aprender de nuestro pico, valle y recuperación. Un estudio realizado por los sociólogos Michael Macy y Scott Golder, de la Universidad Cornell, detectó que las personas presentamos esas etapas a lo largo del día. Nuestro reloj interno funciona sobre ritmos, llamados “circadianos”, que establecen nuestra base rítmica. ¿Y esto quiere decir que solamente las primeras horas del día son óptimas para ser productivos? No, porque cada acción puede tener su momento ideal del día. Por ejemplo, las tareas más analíticas y de toma de decisiones es mejor realizarlas por la mañana y hasta el mediodía, pero para ser creativos es necesario tener la mente más libre, y para eso la tarde es ideal. “A esto se lo llama ‘la paradoja de la inspiración’: la idea es que la innovación y la creatividad son mayores en nuestros ‘valles’”, describe Martina. Ahora que conocemos nuestro ritmo y la importancia de cuándo hacer cada cosa, es momento de hacerlas. ¿Y cómo vencer entonces la procrastinación y efectivamente lograrlo? Según Martina, hay algunos pasos y planes que pueden ayudarnos.

En el libro Make Time, Jake Knapp y John Zeratsky presentan un método diario para alcanzar las metas y mantener el foco. Lo llamaron “subrayá, enfocá, evaluá y energizá”, y se trata de empezar por elegir el punto principal del día, aquel pendiente que más presión nos genera y más satisfacción nos dará terminar. Luego, es tiempo de alejarnos de lo que los autores denominan “las piletas sin fondo”. Son cuestiones como perder la mañana haciendo una lista de pendientes —¿por qué no hacerla la noche anterior?—, chequeando las redes sociales o las noticias.

Otra forma que proponen los autores para lograr cumplir con nuestras tareas es ponernos deadlines falsos y fingirlos hasta que se hagan reales. ¿Cómo? “Por ejemplo, agendar una carrera de 5 kilómetros en un mes si se quiere empezar a correr hoy, invitar a unos amigos a comer en casa antes de aprender a hacer la receta prometida o agendar que la entrega final es el miércoles, aunque en realidad sea el lunes siguiente. Funcionamos adquiriendo hábitos, y entonces estos falsos límites nos empujan a avanzar”, ilustra Martina.

La parte “evaluá” del método de Knapp y Zeratsky se refiere a poder frenar y tomar descansos y pausas entre las tareas. Esto permite ponerle perspectiva a lo que estamos haciendo y previene futuros errores. Repasar antes de seguir trabajando mejora nuestros resultados.

Aunque mencionamos brevemente las redes sociales como piletas sin fondo, en verdad el uso de la tecnología es un punto fundamental en la forma en que usamos —y a veces desperdiciamos— el tiempo. “Hoy nos convoca pensar una tecnología más humana con foco en el bienestar de las personas. De hecho, los mismos usuarios nos encontramos muchas veces atrapados en un uso que advertimos nocivo, pero que no sabemos cómo modificar; la protección de datos personales, el consumo de difusión de información falsa, el uso excesivo de redes sociales, la conexión permanente y la ansiedad son solo algunos de los temas que saltan del mundo digital, con un impacto real en nuestra calidad de vida y relaciones”, cuenta la experta.

Por eso, vivir plenamente nuestro “ser digital” requiere un uso más intencional, crítico y equilibrado de la tecnología, como herramienta para alcanzar los diferentes objetivos. ¿Y cómo saber si utilizamos la tecnología de manera saludable? Una buena guía son las emociones que experimentamos al usarla. Otra puede ser el modelo que creó Dorian Peters, miembro del Leverhulme Centre for the Future of Intelligence, con el que une la teoría psicológica de la autodeterminación con la práctica del diseño tecnológico. Llamado METUX, se puede utilizar para evaluar tecnologías con respecto al impacto en el bienestar.

“El modelo se centra en la premisa, respaldada por la psicología, de que el bienestar psicológico humano está mediado por tres dimensiones clave: autonomía, es decir el sentimiento de agencia al usar la tecnología; competencia, sentirnos capaces y eficaces en el entendimiento de cómo funciona, y nuestra relación, si nos sentimos conectados con los demás al utilizarlas o, por el contrario, excluidos”, describe Martina. Son tres claves que podemos usar de tamiz para evaluar el uso de nuestras pantallas.

Finalmente, Martu comparte algunas enseñanzas concretas para tener tiempo de calidad y conectividad equilibrada.

  • Tu cabeza está para tener ideas y no para retenerlas; usá una agenda en papel o digital para anotar todo lo que tenés que resolver, tanto laboral como personal.
  • Intentar hacer muchas cosas a la vez es enemigo de la productividad. Mejor hacer algo chiquito y luego saltar a la próxima tarea. Es recomendable partir todo en pequeños pasos para poder avanzar.
  • No podemos prestar atención a todo lo que está a nuestro alrededor. Martina invita a ejercer la ignorancia selectiva, elegir dónde posamos nuestra atención y también dónde no.
  • Los recreos son parte del trabajo; no hay productividad equilibrada posible si no celebramos espacios de regeneración de energía.
  • No toda comunicación requiere una reunión. Deberíamos aceptar participar solo en las reuniones en las que tengamos un rol activo.
  • Usemos el celular a nuestro favor, dejemos a la vista solo las aplicaciones que resuelven tareas puntuales. Podemos esconder las otras en una carpeta o una segunda pantalla. Y si lo necesitamos, también podemos animarnos a un detox
  • Y recordemos siempre que lo importante no es hacer más, sino mejor.

Volver al presente

Ahora es tiempo de mirar hacia adentro, y qué mejor que hacerlo con Clara Badino, una de las grandes referentes del mindfulness en Latinoamérica. En el año 2000 fundó su asociación Visión Clara, con la que invitó al país al mayor difusor de esta disciplina, Jon Kabat-Zinn, y desde entonces instruye a alumnos en esta enseñanza que proviene del budismo, en sus clases y también con sus libros, El poder de mindfulness, Mindfulness en la era del miedo y la ansiedad y Meditación de la presencia.

Proveniente del budismo, el mindfulness es una práctica cuyo nombre significa intención, atención plena, recepción y presencia del corazón. Y no solamente consiste en meditar, sino que, sobre todo, incide en cómo percibimos el mundo y a nosotros mismos. Por eso, esta práctica puede ayudarnos a alcanzar una situación de mayor bienestar y conexión personal, al permitir que bajemos un cambio, estemos más presentes y nos conectemos con el ahora. Todo lo que necesitamos cuando estamos ante un fracaso (o ante la posibilidad de uno).

Lo primero que Clara indica es bastante optimista: “Transitar una situación difícil abre muchísimas oportunidades en la práctica”. Aunque para que esas oportunidades se abran, los recursos del mindfulness deben estar enraizados. Es decir que si uno practica con asiduidad esta técnica, puede ser de gran ayuda en momentos de tensión y crisis.

La historia es así: el mindfulness invita a restaurar nuestros recursos internos, que sobre todo consisten en un gran poder de adaptación para transitar aquello que nos toque en la vida. “La práctica es de discernimiento, de poder diferenciar si lo que sucede lo puedo o no modificar, si puedo o no aprender de eso, si puedo o no cultivar el poder de adaptación”, describe Clara. Es como una sintonía fina, requiere hacer ajustes precisos para “tomar la forma de aquello que no puedo modificar”. No se trata de lidiar con lo que nos sucede, sino con transitarlo, directamente.

Todo esto que parece muy abstracto se lleva a tierra en lo físico. Entre las primeras preguntas que podemos hacernos surge una: ¿en qué zona del cuerpo siento el impacto de eso que llamo fracaso? Estar ante un fracaso implica sentirse estresado y tenso, situaciones que tienen un reflejo inmediato en nuestra corporalidad. “Quien llega a la práctica tomada por esta percepción de fracaso, en general, lo hace con una mente muy confusa, con enojo y frustración. Y todo ese correlato está en su cuerpo. La mente tiene el poder de cerrar el cuerpo, porque la percepción de esa situación es de mucha tensión, muy desagradable”, ilustra la experta. Y la misma mente tiene también el poder de abrir ese cuerpo. Esa apertura puede permitir un momento de mayor claridad, en el que podamos percibir de una manera distinta esa situación de “fracaso”.

Clara cuenta que, generalmente, se invita a las personas a acostarse en el piso, porque suelen llegar cansadas, con los patrones de hambre y sueño alterados. Y se les pregunta dónde sienten el peso de esta presión. Luego, la idea es empezar a desglosar lo que se siente. “No se trata solo de decir que estamos ansiosos, porque la ansiedad tiene muchos condimentos, como el deseo desesperado de control o el miedo”, advierte la experta. La premisa es vigilar mente y cuerpo, pero sin tratar de cambiar nada, sino más bien intentando entenderlo, una tarea tan simple como difícil. “Todo tránsito en una situación de incomodidad es una llamada a un cambio profundo y a una transformación real. Por eso, la frustración puede ser un eslabón en una cadena de cambios saludables”.

Ahora bien, ¿cómo hacemos esto sin la guía de un maestro como Clara? Van algunos tips:

  • Apoyá el cuerpo sobre el piso.
  • Prestá atención a tu mente, si está en el pasado o en el futuro. No trates de modificar esa respuesta, solamente tomá conciencia.
  • Anotá mentalmente los pensamientos y las sensaciones corporales que tengas.
  • Comenzá a preguntarte qué posibilidades abre esta crisis que estás transitando. Preguntate qué enseñanzas puede traer.
  • Tratá de realizar esto con asiduidad, imponiendo lo que Clara llama “la disciplina del autocuidado”, muy distinta de la disciplina del látigo.

Cómo fracasar con absoluto, rotundo y total éxito
Publicada por: Penguin
Fecha de publicación: 11/01/2023
Edición: primera
ISBN: 9789871941834
Disponible en: Libro de bolsillo

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