La menor frecuencia del agregado de sal a los alimentos se asocia con la reducción del riesgo de enfermedad cardiovascular, insuficiencia e isquemia.
El estudio publicado en línea por la revista Journal of the American College of Cardiology destaca incluso el valor de las intervenciones conductuales para disminuir el consumo de sal.
Los autores que se desempeñan en diversas universidades de EE.UU., consideran que las investigaciones epidemiológicas existentes ofrecen resultados contradictorios debido a la falta de métodos prácticos para evaluar la ingesta de sodio en la dieta a largo plazo.
La editorial Dietary Salt Intake Preferences and the Risk of Cardiovascular Disease publicada en la misma revista hace hincapié en que el estudio mostró un riesgo reducido de accidente cerebrovascular, eventos cardiovasculares importantes e incluso muerte por cualquier causa en el grupo analizado que usó sustitutos de la sal en comparación con los que usaron sal en forma normal.
Por esta razón, depositó mayor interés en saber si la frecuencia con la que se agrega sal a los alimentos tiene una implicación directa en los eventos de ECV y/o en los subtipos de ECV. Además, varios estudios recientes también demostraron que la frecuencia de agregar sal a los alimentos puede no solo representar la ingesta discrecional de sodio de algunas personas, sino que también reflejaría la preferencia de sabor a largo plazo de la persona.
En ese sentido, la frecuencia con la que se agrega sal a los alimentos puede considerarse un marcador sustituto de la ingesta de sodio a largo plazo en quienes siguen una dieta occidental.
El artículo evalúa si la frecuencia de agregar sal a los alimentos guardó relación con el riesgo de enfermedad cardiaca incidente en 176 570 participantes del Biobanco del Reino Unido. Examinó también la asociación entre la frecuencia de agregar sal a los alimentos y la dieta DASH respecto al riesgo cardiovascular.
Al dar comienzo, la investigación utilizó un cuestionario destinado a recopilar datos sobre la frecuencia de agregar sal a los alimentos, sin incluir la utilizada para cocinarlos.
Preguntó además a los participantes si en los últimos cinco años habían realizado cambios importantes en su dieta, así como si completaron de 1 a 5 rondas de recordatorios dietéticos de 24 horas durante un período de tres años.
La dieta estilo DASH previene la hipertensión limitando el consumo de carnes rojas y procesadas mientras pone el énfasis en verduras, frutas, cereales integrales, productos lácteos bajos en grasa, frutos secos y legumbres.
Si bien brindó beneficios en relación con la merma del riesgo de enfermedades cardiovasculares, un ensayo clínico reciente descubrió que la combinación de la dieta DASH con la reducción de sodio era más beneficiosa para ciertos biomarcadores cardíacos, que incluyen lesión cardíaca, tensión e inflamación.
Los registros de eventos cardiovasculares se recopilaron a través de la historia clínica, el cuestionario, los datos de ingresos hospitalarios y los correspondientes a defunciones.
En general, los participantes del estudio reunían las siguientes condiciones:
- predominaban las personas blancas;
- las mujeres agregaban sal con menos frecuencia;
- tenían un índice de masa corporal más bajo;
- consumían alcohol, aunque con más posibilidades de hacerlo en forma moderada;
- se mantenían con menos probabilidades como fumadores vigentes;
- eran más activos físicamente.
En el grupo bajo estudio también prevalecía una presión arterial alta y enfermedad renal crónica, pero una menor incidencia de cáncer.
Además los participantes tenían más probabilidades de adherirse a una dieta estilo DASH y consumer más frutas, verduras, nueces y legumbres, cereales integrales, bebidas dietéticas bajas en grasas pero menos azucaradas o carnes rojas/procesadas respecto a quienes añadían sal a los alimentos con mayor frecuencia.
Los investigadores encontraron que la asociación del agregado de sal a los alimentos y el riesgo de enfermedad cardiovascular era más fuerte en los participantes de nivel socioeconómico más bajo, así como en los fumadores actuales.
Una puntuación más alta de la dieta DASH modificada se asoció con un menor riesgo cardíaco.
Los autores destacan entre las limitaciones del trabajo la frecuencia autoinformada de agregar sal a los alimentos y la inscripción exclusiva de participantes del Reino Unido, lo que acotaría la generalización a otras poblaciones con diferentes comportamientos alimentarios.
Sin embargo, presentan sus hallazgos como alentadores y favorables para ampliar la comprensión de las intervenciones conductuales relacionadas con la sal en la salud cardiovascular.