miércoles 24 de abril de 2024
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Un nuevo polvo magnético puede capturar los microplásticos del agua

Cuando los residuos plásticos se descomponen en fragmentos diminutos, no pueden detectarse en las plantas de tratamiento de aguas residuales. Este nuevo material puede ayudar.

Investigadores de la Universidad RMIT de Australia han desarrollado un polvo magnético que puede tener enormes implicaciones para la limpieza de mares y océanos.

El polvo magnético en sí está hecho de residuos reciclados y su estructura nanométrica, diseñada por expertos, tiene la capacidad de capturar plástico invisible, es decir, microplástico que puede tener menos de un micrómetro de ancho «o ser 1.000 veces más fino que un cabello humano». Este nuevo material que puede capturarlo y eliminarlo antes de que llegue a las aguas fluviales u oceánicas y entre en la cadena alimentaria. Además, el polvo magnético también puede absorber otros contaminantes, lo que lo convierte en una herramienta inestimable para la gestión de residuos.

«Es un material poroso con una superficie especial que puede reaccionar con los microplásticos», explica Nicky Eshtiaghi, profesor de ingeniería química de la Universidad RMIT de Australia que dirige un equipo de investigación que ha desarrollado la tecnología. También puede capturar otros contaminantes. El polvo es magnético, por lo que puede retirarse fácilmente del agua tras su uso.

En la actualidad, las depuradoras de aguas residuales pueden filtrar los trozos más grandes de microplástico, pero los fragmentos más pequeños se escapan, afirma Eshtiaghi, quien señala que «debido tanto a la falta de instrumentos de detección adecuados y fáciles como a la falta de tecnología para eliminar el microplástico de menos de 1 micrómetro, se libera una enorme cantidad de microplástico en las bahías y el mar».

Una vez que el plástico está en los cursos de agua, absorbe otros contaminantes. Luego, cuando los animales acuáticos se lo comen, tanto el plástico como la contaminación ascienden por la cadena alimentaria. En un estudio realizado el año pasado en Canadá, el 99% de los peces muestreados tenían al menos una partícula de microplástico, siendo los más pequeños los que presentaban la mayor concentración.

También se han encontrado microplásticos en la sal marina, el agua embotellada, las frutas y verduras y la carne envasada, entre otros alimentos. Como era de esperar, el plástico también se ha detectado en seres humanos; este año, incluso se documentaron microplásticos en sangre humana por primera vez. Aún no está claro qué significa esto para la salud humana, aunque Eshtiaghi afirma que otros estudios muestran que los fragmentos microplásticos más pequeños permanecen en el cuerpo y podrían contribuir a enfermedades autoinmunes, cáncer, infertilidad y otros problemas.

Con enormes implicaciones para las plantas de tratamiento de aguas residuales y similares, los investigadores de la Universidad RMIT buscan actualmente socios industriales que les ayuden a ampliar la tecnología.

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