domingo 5 de mayo de 2024
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El fondo buitre que vuelve a ser malo para Argentina

Un exfondo buitre bueno reconvertido en aliado acaba de salir del paraíso argentino y, aparentemente, volvió a ser malo. Se trata del Gramercy, del norteamericano Robert Koenigsberger, que fue eyectado de cualquier posibilidad de negociación futura con la mayor operación financiera que le queda encarar a la Argentina y en la que el hedge fund podría intervenir: la oferta que se les presentará a los buitres aún malos, aparentemente antes de abril. Por ahora, sólo el banco suizo UBS y el norteamericano Goldman Sachs (se podría sumar algún tercero de capitales ingleses) siguen en carrera y podrían ser los elegidos.

Gramercy había comprado deuda argentina a punto caramelo de caer en default a fines de 2001, con sus entonces aliados Elliott, de Paul Singer, y Darth, de Kenneth Dart. También sobrevolaba en aquel noviembre de 2001 el fondo Fintech, del mexicano David Martínez, aunque de manera más austera. Entre los cuatro, más otros 10 clásicos fondos buitre con nombres de fantasía, como Olifant, Blue Rock o Aurelius, compraron bonos a punto de caer en default por unos u$s 20.000 millones, esperando el momento en que la Argentina declarase formalmente la cesación de pagos y diese lugar al juicio reglamentario para que el país tuviese que pagar el 100% más intereses, o aceptara negociar un pago lo suficientemente atractivo como para renunciar a la alternativa judicial. La Argentina, sin embargo, por decisión de Néstor Kirchner, no quiso negociar, descartó cualquier pago y aceptó ir a un juicio, aunque éste fuera largo.

El Gramercy fue el primero entonces en aceptar la quita propuesta por el Gobierno en 2005, arrastrando luego al Fintech. Comenzó así una relación de acercamiento especial entre Koenigsberger y la Argentina, que llegó a su máximo nivel a fines de 2013, cuando el nortamericano cerró un acuerdo bilateral con el Ministerio de Economía que manejaba Hernán Lorenzino para cerrar el capítulo del default ante el CIADI. El Gramercy les compró la deuda a varias de las empresas que litigaban en el tribunal del Banco Mundial contra el país, y a cambio se le entregó un bono a cobrar a largo plazo. La estrategia financiera fue en su momento aprobada y bendecida por Cristina de Kirchner y hasta se la pensó para replicar en las negociaciones con los países acreedores del Club de París y, especialmente, los fondos buitre que tanto tienen que ver con el pasado de Koenigsberger.

Hasta que Axel Kicillof decidió hacerse cargo personalmente de la negociación de la deuda. Lo primero que hizo el ministro de Economía fue eyectar al Gramercy como alternativa, enojado y sospechando de la manera en que ese fondo arregló la salida del default ante el CIADI. Kicillof intuía que algo raro había en la velocidad con que avanzaba la intención de discutir con los fondos buitre y decidió la despedida de Koenigsberger. De nada sirvió la intención de los representantes del fondo de dar explicaciones. Gramercy estaba afuera.

Lejos de Buenos Aires, alguien reía ante la decisión. Era Paul Singer, el dueño del fondo buitre Elliot, el que embargó la fragata Libertad y encabeza por ahora exitosamente el juicio contra la Argentina en los tribunales de Estados Unidos. Singer mantiene una vieja disputa con Koenigsberger y su fracaso en cualquier país del mundo es su éxito personal.

vía GRAMERCY: El buitre que vuelve a ser malo.

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