miércoles 24 de abril de 2024
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Murió luego de pasar 35 años protestando en la Casa Blanca

La semana pasada, Washington DC lamentó la muerte de Concepción «Connie» Picciotto, una legendaria activista por la paz que había estado acampando frente a la Casa Blanca desde 1981.

Connie era un personaje muy conocido en la capital de EE.UU. luego de haber mantenido la vigilia por la paz en su carpa por más de tres décadas, sufriendo las inclemencias del tiempo y de las fuerzas de seguridad, en un intento de «detener la destrucción del mundo».

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Connie llegó a Nueva York en 1960, donde trabajó como recepcionista para un agregado comercial del gobierno español. Se casó con un inmigrante italiano unos años más tarde, y adoptó una niña, Ogla, en 1973. Pero ella decía que las cosas comenzaron a tornarse amargas cuando su marido, en un intento de ocultar sus negocios criminales, la envió a una institución mental. Connie perdió a su hija en una disputa por la custodia después de su liberación, y terminó en Washington, donde se volcó hacia causas más grandes.

Connie se unió a la Vigilia Anti-nuclear de la Casa Blanca unos meses después de haber sido iniciado por otro activista, William Thomas. Acamparon juntos fuera de la Casa Blanca durante 25 años, y cuando él falleció en 2009, mantuvo la vigilia con la ayuda de otros activistas que se unían a ella de vez en cuando. La vigilia por la paz de Connie Picciotto es considerada la más larga en la historia de los Estados Unidos.

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Como es de esperarse, pasar tres décadas y media en una carpa frente a la Casa Blanca no fue fácil. Connie llevaba constantemente un casco en la cabeza, para su protección. Durante sus años de vigilia fue atacada por gente al azar en varias ocasiones, golpeada por un taxi, y afirmó que incluso había sido empujada por el Servicio Secreto.

De acuerdo con el New York Times, «Ella jugó al juego del gato y el ratón durante más de tres décadas con la policía de Estados Unidos, que prohíbe a los manifestantes dormir en su propiedad o salir de un lugar de protesta sin vigilancia».

En septiembre de 2013, cuando la policía desmanteló la carpa, que por error había quedado sin custodia por un breve período de tiempo, se quedó en el lugar hasta que se la devolvieron. En declaraciones a The Huffington Post, ella dijo entonces: «Este es el momento, más que nunca, necesitamos que la gente se movilice para detener la matanza y las guerras en todo el mundo. Es frustrante, porque es difícil estar allí. Estoy con calor, frío y nieve».

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Pocos días después de que Connie dejara vacante la carpa de vigilia por última vez, exhaló su último suspiro en una habitación que había estado compartiendo con otras tres compañeras de cuarto en un refugio para mujeres sin hogar. Tenía 80 años, y su salud se había ido deteriorando con el tiempo.

Cuando estaba viva, se consideraba tanto una heroína como una tonta, y algunos incluso estaban preocupadas por su salud mental. Pero ahora que se ha ido, miles de personas están ofreciendo sus respetos y condolencias. La mañana después de su muerte, la gente llevó flores en su honor al lugar de protesta. Un cartel en la parte superior de la tienda decía: «Concepción RIP»

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