martes 19 de marzo de 2024
Cursos de periodismo

¿Pueden deprimirse las mascotas?

Con todo el progreso que hemos hecho, seguimos luchando para entender -o, en algunos casos, incluso reconocer- la vida interior y las realidades emocionales de nuestras mascotas. A pesar de que cada dueño de un animal ve con absoluta claridad, por ejemplo, a su perro gemir con ansiedad angustiosa o saludar a un amigo con euforia, la cuestión de la emotividad de los animales sigue siendo, desconcertantemente, una especie de tabú.

En «Lo profundo: los orígenes evolutivos de la epidemia de depresión», su fascinante exploración de cómo la ciencia del temperamento ilumina «el negocio sin sentido de tratar de llenar nuestras almas», el psicólogo Jonathan Rottenberg aborda esta paradoja:

«La depresión en los animales ha sido difícil de vender. Desde René Descartes, hay un enorme abismo abierto entre los humanos y otras especies, y los pensadores cartesianos desde entonces han argumentado que otros animales son meros autómatas, robots peludos. El escepticismo sobre los complejos estados internos en otras especies ha perdurado incluso en el siglo XXI. La antorcha ha pasado de los conductistas, que querían desterrar todas las nociones de la motivación de la competencia científica, a los neurocientíficos contemporáneos, quienes aceptaron impulsos motivacionales básicos, pero no algo tan difícil de alcanzar como los sentimientos de los animales, y, finalmente, a los psicólogos culturales, que no tienen lugar para la depresión de los animales, por diferentes motivos. Para ellos, la depresión es una comprensión compartida, un artefacto histórico definido por las palabras y expresiones humanas»

Fotografía por Tim Flach de su serie 'Más que humano.
Fotografía por Tim Flach de su serie ‘Más que humano.

La ciencia del estado de ánimo pretende refutar estos puntos de vista. Nuestros compañeros mamíferos, ya sean ratas, gatos o murciélagos, proporcionan la evidencia más convincente y dramática de depresión en el reino animal. Los estados de ánimo altos y bajos le permiten a estos animales rastrear oportunidades y recursos en su entorno; la capacidad para el humor es esencial para guiar el comportamiento en un mundo cambiante».

Al igual que en su versión humana, Rottenberg argumenta que la depresión en los animales puede tener distintos grados de gravedad, desde períodos breves y poco profundos de bajo estado de ánimo, hasta tramos largos e intensos de depresión. Los animales también experimentan los mismos cambios hormonales que los seres humanos cuando están deprimidos, incluyendo mayor secreción de las hormonas esteroides y una disminución de las funciones del sistema inmunológico. Quizás lo más interesante y con carácter indicativo, son los relojes biológicos de los animales deprimidos, es decir, sus ritmos circadianos. Ya sabemos que son de enorme importancia para el bienestar humano y en el caso animal están tan alteradas que producen las mismas irregularidades en la temperatura del cuerpo y el ciclo sueño-vigilia que las que se ven en seres humanos deprimidos. Rottenberg añade:

«Más allá de los síntomas oficiales de la depresión humana, los perros y los gatos manifiestan numerosas señales no oficiales que son características de los seres humanos deprimidos. Los que viven con ellos saben que el comportamiento exploratorio se reduce, pasan largas horas escondidos debajo de la cama, y ​​la reducen su interés en el cuidado personal y la higiene personal, que se refleja en menos aseo o el uso de una caja de arena, son señales de que algo anda mal».

Rottenberg también cuestionó la simplificación que realizan los grandes medios de comunicación sobre el tema:
«Los problemas psiquiátricos en los animales pequeños a menudo se trivializan, lo que hace fácil para la depresión de la mascota volar por debajo del radar. La Revista Fortune se burló de la decisión de Eli Lilly de obtener la aprobación de la Food & Drug Administration (FDA, organismo regulatorio de Estado Unidos de medicamentos y comida) de un Prozac masticable para animales de compañía y lo calificó como el segundo más tonto de negocio de 2007. Escribieron: ‘Gracias a Dios. Hemos estado tan preocupados desde que Lucky se tiñó el pelo de negro azabache y comenzó a escuchar a los Smiths'».
Pero entender la depresión no humana, Rottenberg nos recuerda, no es sólo una cuestión de compasión, sino que también puede contener claves importantes para un mejor entendimiento, y tratamiento de la depresión humana, que es sobre lo que indaga en el libro Las Profundidades.

Vía Can Pets Be Depressed?

- Publicidad -

Lo último