martes 7 de mayo de 2024
Lo mejor de los medios

La gente no odia a los medios de comunicación tanto como pensás

Nunca en la historia de la humanidad los medios de comunicación habían sido tan criticados como en el presente. Y el gran responsable, por supuesto, son las redes sociales. Con solo ingresar a la cuenta de Twitter de un periodista (cualquiera, el que usted elija) podremos ver cientos de insultos.

Sin embargo un artículo de opinión publicado en The Washington Post ofrece una mirada más optimista: la gente no odia a los medios tanto como uno podría pensar.

El artículo habla sobre el público estadounidense, pero la mayoría de sus conclusiones podrían extrapolarse a otras partes del mundo.

Al igual que en Argentina, en Estados Unidos existe una baja estima del público hacia los medios de comunicación. La confianza en las noticias está en mínimos históricos, especialmente entre los conservadores, y las noticias locales corren el riesgo de desaparecer por completo.

Esa triste situación lo envuelve todo, porque la democracia depende de un conjunto de hechos consensuados, de una prensa libre que los descubra y de una plaza pública en la que los ciudadanos puedan llegar a un acuerdo sobre sus diferencias.

Pero si se mira más de cerca, la realidad no es tan simple, ni tan funesta. Hoy en día se confía mucho más en el periodismo de lo que se suele afirmar.

Sin embargo, esa exagerada narrativa del desastre mediático se está convirtiendo en un problema en sí mismo. Se interpone en el camino de las organizaciones de noticias que toman medidas para mejorar las cosas, y alimenta una narrativa contra la prensa fácilmente explotable por los políticos manipuladores (por ejemplo Donald Trump, el expresidente que respondía ‘Fake news’ ante cada cosa que no le gustara). Si el periodismo quiere reconstruir su modelo de negocio y su conexión con el público, debe entender más claramente lo que la gente piensa de él y lo que necesita de él.

Sí, hay signos de crisis. Según Gallup, sólo el 34% de los estadounidenses confía en que los medios de comunicación informan de las noticias de forma «completa, precisa e imparcial».

Pero si se hace la misma pregunta con una ligera variación, los resultados son muy diferentes. En la empresa de investigación NORC, de la Universidad de Chicago, se le dio a la gente cinco posibles respuestas a la pregunta, la llamada escala de cinco puntos, en lugar de la escala de cuatro puntos que utiliza Gallup. Con este método, más de la mitad de los estadounidenses -el 55%- confía en la exactitud de la prensa. El Pew Research Center plantea la pregunta de otra manera y concluye que el 61% confía «mucho» o «algo» en la información que reciben de las organizaciones nacionales de noticias.

En cuanto a la afirmación de que los conservadores son más escépticos respecto a los medios de comunicación, tampoco está tan clara. Cuando se les pregunta qué opinan de las noticias locales, en lugar de las nacionales, conservadores y liberales se parecen bastante. En una encuesta del NORC, un tercio de los conservadores (32%) dijo que los medios lo hacen «muy bien o extremadamente bien» -la calificación más alta posible- cubriendo los temas locales que les preocupan, y casi la mitad (46%) dio la calificación intermedia de «algo bien». Para cualquier encuestador, se trata de valoraciones positivas. Y las cifras para los liberales fueron casi idénticas.

Conservadores, liberales y moderados dicen también que quieren lo mismo de las noticias. El 80% de los liberales, el 56% de los conservadores y el 64% de los moderados dijeron a NORC que encuentran «extremadamente o muy» útiles las noticias que informan sobre los hechos de un asunto.

Incluso la crítica de lo que está mal en la prensa no difiere drásticamente entre ideologías. La mayoría de la gente, independientemente de su tendencia política, piensa que las noticias son más propensas a fomentar conflictos que a ayudar a resolverlos. La mayoría piensa también que los medios de comunicación son demasiado proclives a difundir teorías conspirativas y rumores. A los conservadores les preocupa más que la prensa sea polarizadora, y a los liberales que sea rumoróloga, pero las diferencias no son grandes.

Incluso hay muchas pruebas de que los estadounidenses siguen compartiendo una plaza pública donde pueden encontrar hechos comunes, al menos a nivel local. El 52% dijo a NORC que las fuentes en las que confían para las noticias son las emisoras de noticias de televisión locales, aplicaciones, sitios web o alertas de noticias. Otro 24% citó el contenido de los periódicos locales (impresos, digitales, aplicaciones o alertas de noticias). Estos resultados se ven reforzados por los datos de Pew, según los cuales la mayoría de los conservadores y liberales confían en la exactitud de la información que obtienen de los medios de comunicación locales (el 63% de los republicanos y los encuestados de tendencia republicana, el 79% de los demócratas y los encuestados de tendencia demócrata).

Otra serie de hipótesis nefastas se refiere a los millennials y la generación Z. Si la industria de la información está pasando de la publicidad a las suscripciones, ¿no supone eso otra crisis para la prensa? Los jóvenes, acostumbrados a obtener todo gratis en Internet, sobre todo a través de las plataformas sociales, no pagarán por las noticias, ¿verdad? Una vez más, los datos pueden sorprender. El Media Insight Project descubrió que el 60% de las personas menores de 40 años ya pagan o donan a las noticias de alguna manera.

Nada de esto implica que la crisis de confianza en las noticias sea una ilusión. La Encuesta Social General de NORC, que mide la confianza en las instituciones, revela que los medios de comunicación y el Congreso comparten los niveles más bajos de confianza de todas las instituciones del país, por debajo del 10%.

La cuestión es que debemos ser cautelosos con las generalizaciones y las suposiciones monolíticas cuando pensamos en cómo reconstruir la infraestructura para una prensa responsable y en cómo debe funcionar esa prensa. Hay muchas cosas que aún no sabemos. El periodismo está en crisis, pero hasta que no sepamos más sobre la naturaleza exacta del problema, no podremos tomar las medidas adecuadas para solucionarlo y dar a nuestra democracia la base informativa que necesita para prosperar.

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