El gobierno del general Pervez Musharraf endureció su postura tras el autogolpe del sábado, que terminó de convertir a Pakistán en una dictadura. Tras la disolución del Parlamento y la Corte Suprema, Musharraf ha ordenado el encarcelamiento de unos 1000 opositores de su régimen.
Quien ya se ha manifestado abiertamente en contra de la situación es Benazir Bhutto, ex premier e hija de Zulfikar Ali Bhutto, el mandatario depuesto y luego asesinado por otra dictadura, en los años 70. «No se trata de un estado de emergencia sino de una ley marcial y el pueblo paquistaní debe rebelarse contra esto. La comunidad mundial debe exigir a Musharraf que restaure el orden constitucional”, consideró.
Para Estados Unidos, la situación es incómoda, porque Musharraf es hasta el momento un aliado en la lucha contra el terrorismo, y este golpe lo convierte en un serio lastre para la administración Bush. La resolución de sumar en su persona todas las atribuciones del estado para luchar contra las facciones islámicas en Pakistán, no parece haberlo convertido en un socio ideal en la búsqueda de la libertad, según los analistas en Washington.
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www.clarin.com/diario/2007/11/05/elmundo/i-02015.htm
www.elmundo.es/elmundo/2007/11/05/internacional/1194238798.html
news.bbc.co.uk/low/spanish/international/newsid_7078000/7078385.stm
