En el marco de las reuniones técnicas previas al encuentro del G-20 en Washington, los ministros de economía y los presidentes de los Bancos Centrales de la región analizaron la crisis económica mundial en la ciudad brasileña de San Pablo. En la inauguración, Lula Da Silva dijo que el G-7 necesita de las economías en desarrollo y el ministro argentino Carlos Fernández reclamó acciones rápidas para evitar una recesión.
Al abrir las sesiones de trabajo, Lula aseguró que el sistema global «cayó como un castillo de naipes» y que el Grupo de los 7 países más desarrollados del mundo «no tiene más condiciones para conducir la economía mundial». Por ello exigió una nueva arquitectura financiera mundial que le de mayor poder a las economías emergentes.
Según el presidente brasileño, «la economía real está amenazada por una recesión generalizada por la irresponsabilidad por la falta de regulación de los mercados». Estas palabras parecen delinear cual va a ser la posición de los países en vías de desarrollo en la cubre que se celebrará la semana que viene en Washington: «El Fondo Monetario Internacional estimó que las economías emergentes fueron responsables de 75 por ciento del crecimiento de la economía mundial este año”, dijo como para marcar la importancia que le quiere dar a estos países en las próximas discusiones.
En tanto, el ministro de economía argentino, Carlos Fernández, reconoció ayer que «los países de América Latina no son inmunes a la crisis» y reclamó acciones rápidas a nivel global o «de lo contrario existen altas probabilidades de que la situación actual dé lugar a una fuerte y prolongada recesión”. También aprovechó la ocasión para criticar a los centros de poder económico mundial: dijo que «esta crisis no es independiente de las deficiencias» del Fondo Monetario Internacional y advirtió que el organismo está incurriendo nuevamente en «serios defectos».
Más información
news.bbc.co.uk/hi/spanish/business/newsid_7717000/7717342.stm
www.clarin.com/diario/2008/11/09/elmundo/i-01799021.htm
www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-114727-2008-11-09.html
