jueves 18 de abril de 2024
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«Macri, el año perdido», de Roberto Caballero

Roberto Caballero interpela todas y cada una de las medidas que tomó el macrismo en 2016. La brutal transferencia de ingresos de las clases populares a la élite dominante mediante una devaluación del 40 por ciento, la reducción de las retenciones al campo y a la minería, la recesión con inflación, la destrucción de empleo y el deterioro del poder adquisitivo, el tarifazo en los servicios públicos, el ascenso de la pobreza y la indigencia a niveles impactantes, la persecución revanchista hacia el kirchnerismo, el desguace de la ley de medios, el pago a los fondos buitres, el alineamiento carnal con los Estados Unidos y la multiplicación de la deuda externa son puntillosamente desmontados y explicados, no como desaciertos coyunturales, sino como piezas de un plan destinado a revertir la batería de conquistas democráticas de los últimos años en beneficio de las corporaciones, con aval del poder mediático y judicial y un sector de la política que se desacopló de la esperanza ciudadana.

Después del bestseller Galimberti (en coautoría con Marcelo Larraquy), de la fundación de Tiempo Argentino y de haber superado la censura que quiso imponerle el nuevo gobierno, Caballero vuelve implacable al formato libro a través de una selección de los mejores editoriales de Caballero nocturno, el programa que conduce por Radio del Plata, convertido en un verdadero fenómeno de audiencias en tiempo récord.

A continuación, un fragmento a modo de adelanto:

Clarín es Clarín (5 de mayo de 2016)

Hoy pasaba por el kiosco y me sorprendí con la tapa del diario Clarín. Sé que muchos de los que nos escuchan ni lo leen o no le dan demasiada importancia. Uno le da relevancia a lo que sucede en la tapa de Clarín porque buena parte de la agenda informativa que se construye a diario tiene que ver con la tapa de ese matutino, con los enfoques y la línea editorial que ese diario propone para tratar los temas, las cosas que pasan. Es una especie de gobierno invisible que los periodistas entendemos muy bien. Cuando uno amplía esa mirada, quizás no todos se puedan percatar de que mucho de lo que aparece en televisión o de lo que se escucha en la radio tiene que ver con la predominancia que tiene ese diario sobre lo que nosotros definimos como agenda.

Clarín no te dice cómo tenés que pensar, su gran eficacia pasa por otro lado y es, en realidad, que ellos ponen el marco: cuáles son los temas que hay que tratar. Son dos cosas distintas. Vos vas a escuchar a Jorge Lanata que dice: «La gente opina como quiere, no le hace caso a Clarín». Y la verdad que en eso, cuando lo dice así, si vos tomás el recorte, puede llegar a tener razón. Ahora, seguramente a la gente la hacen opinar sobre los temas que instala Clarín. En la ciudadanía, algunos tienen una mirada más crítica y otros no, y asumirán que el título del diario es la verdad absoluta, pura e incuestionable. Lo que no es cuestionable es eso, la predominancia, la capacidad de generar agenda que tiene el diario del grupo monopólico.

La tapa de Clarín de hoy dice: «Cae el consumo y las segundas marcas son ahora más buscadas». Esto es una tapa que a Macri le duele. A cualquier gobierno le duele una tapa de estas características. A Mauricio Macri, más. Porque de algún modo el bloque de poder económico y cultural que lo lleva a la Casa de Gobierno, más allá del voto popular, está integrado por el Grupo Clarín. Esto es como cuando cada tanto Carrió aparece y hace un planteo y es como una especie de trompada en las costillas al gobierno. Es una socia. Bueno, acá un socio, como es el Grupo Clarín, hoy titula con la caída del consumo. ¿De qué habla la caída del consumo? Vamos a leer la volanta: «Tema del día. El impacto de la inflación». Y está muy bien que la inflación haya llegado a la tapa del diario Clarín porque pasaron unos meses en que había inflación solamente con el kirchnerismo. Pero no. Llega y llega con fuerza. Pero después me puse a ver el interior del diario y encontré muchas notas críticas que claramente sobresalían porque no era la mirada que Clarín tuvo en todos estos meses. Vos agarrabas Clarín y eran todas justificaciones de las acciones de gobierno, de las decisiones políticas y económicas que tomaba el gobierno de Cambiemos. Y hoy, sin embargo, en su página 22, dice: «Moody’s ve una caída del PBI del 1,5 % para este año. Perspectivas económicas negativas». Después, en la página 23, dice: «Los productores del Alto Valle creen que su situación empeorará». «Economías regionales, la competitividad de la producción agrícola». «Alertan por las subas de los combustibles y el ingreso de las manzanas chilenas».

Se acuerdan de que ayer hablábamos de la importación. Bueno están entrando manzanas chilenas y Cambiemos, que había prometido que iban a florecer las economías regionales a partir de que bajan las retenciones, bueno, no está ocurriendo eso. Y Clarín decide hoy destacar esta noticia. Así como también decidió destacar en la página 15, con otro título: «La Iglesia alertó por el empleo y la inflación. Declaraciones del presidente de la Comisión Episcopal». Ustedes me dirán «pero son noticias». Sí, pero esto puede estar grande, puede estar chico o puede no estar. Hay una decisión editorial para que esto sea la cabeza de una página, el título principal de una página o apenas una breve o una foto epígrafe. O sea, el artilugio es lo pongo grande o lo pongo chico. Esa es la decisión editorial sobre la cual se le da importancia, es decir, se jerarquizan ciertos temas y otros son invisibilizados por la prensa hegemónica.

¿Qué otro tema decidió agrandar, dimensionar, Clarín? «Por la suba, cruzan la frontera para cargar nafta en Paraguay. Los automovilistas de Misiones también van a Brasil. El ahorro puede superar los 200 pesos». Es decir, están hablando de cómo impacta en la vida cotidiana de todos los argentinos lo que ha sido el último tarifazo de la nafta. El combustible en general. Página 36: «El gasto en cigarrillos ya se lleva más de un sueldo por año». Y dice que «en promedio son 16.425 pesos. Cómo impacta en el bolsillo fumar un atado diario». Esto también salió en el Clarín de hoy. No eran notas habituales en estos meses. Y empiezan a aparecer hoy jueves 5 de mayo. Entonces, me pregunté qué es lo que está pasando. ¿Magnetto se enojó con Macri? ¿Hay disputas al interior del gobierno, habrá ministros más pro Clarín y otros menos? Porque, la verdad, es que son unos desagradecidos.

Clarín es muy desagradecido con el gobierno de Mauricio Macri. Los primeros decretos de necesidad y urgencia de Mauricio Macri fueron para beneficio del grupo y de Héctor Magnetto. Fueron los DNU que modificaron la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, los que eliminaron el articulado antimonopólico de la Ley de Medios. Ustedes recuerdan: el artículo 45, el artículo 161. Digo recuerdan porque parece que pasó hace años. Yo me acuerdo de cuando se debatió en la Corte. Clarín llegó hasta la Corte de Justicia de la Nación hablando de tres artículos que lo obligaban a ajustarse a la ley, a dejar de ser monopólicos u oligopólicos y afectaban su entramado empresario. La Corte falló a favor de que eran constitucionales esos artículos. Es decir, Clarín tenía que adecuarse a lo que decía la norma. ¿Qué hizo Macri apenas asumió? Sacó un DNU por los cuales esos artículos quedaron eliminados. Así que voy a insistir en esta idea: son unos desagradecidos porque, la verdad, que en tan pocos días, recordemos que Macri asume el 10 de diciembre y estos DNU son de una semana o dos semanas después, le dieron todo lo que el grupo quería. Pero el grupo es voraz y esto cada vez más lo van a saber los funcionarios macristas.

Siempre recuerdo una anécdota antes de las elecciones. Hablaba con alguien muy importante que hoy ocupa un lugar relevante en la Cámara de Diputados del PRO, uno de esos diputados que tienen poder e incidencia o influencia en la opinión pública transmitiendo la voz oficial del macrismo. Y ellos me decían: «Nosotros le vamos a torcer el brazo a Clarín porque sabemos el peligro que representa el grupo». Yo la verdad lo miré con sorna, con un dejo de ironía. «No creo que ustedes puedan doblarle el brazo a Clarín. Creo que ustedes van a asumir y van a hacer lo que Clarín diga», le dije. La historia me dio la razón a mí. ¿Qué van a comprobar en su propia piel los funcionarios del macrismo? Que cuando Clarín se enoja, cuando Clarín siente que hay algún negocio en riesgo o que no le quieren dar algún negocio, no se comporta como un aliado incondicional. Por el contrario, comienza con la lógica del apriete. Me estoy refiriendo al grupo empresario, no hablo de los periodistas de Clarín. Me estoy refiriendo al grupo empresario monopólico de la comunicación en la Argentina. El dueño de las agendas de la Argentina. Cuando vos le tocás un negocio o no hacés lo que ellos te dicen, no importa si sos Néstor Kirchner, Cristina Kirchner, Mauricio Macri o quien sea. Recuerden que Clarín hizo lo imposible por meter preso a Carlos Menem en el año 2001. Y finalmente lo logró. ¿Y alguien puede decir que Menem no le había dado a Clarín todo lo que el grupo necesitaba? Le dio la posibilidad de fusionarse, la radio, armar un holding, la modificación de lo que era en su momento la Ley de Radiodifusión para que pudiera multiplicar su negocio. Le generó las condiciones para que también se quedara con todos los cables regionales y se transformara en un cable monopólico. La verdad, también fueron muy desagradecidos con Carlos Menem.

¿Cuál es el detalle? ¿Qué explica hoy toda esta saga de noticias negativas que Clarín le propinó al gobierno de Cambiemos? Es que Macri recibió al vicepresidente de AT&T, una empresa de telecomunicaciones estadounidense. Macri quiere —y por eso se reunió con el vicepresidente de la empresa— que desembarque en la Argentina. Y Clarín dice: «¿Cómo, si ese es un negocio nuestro? Ahora estamos desregulados, podemos participar en telecomunicaciones, tenemos Nextel ¿y ahora a partir de AT&T nos quieren quitar la posibilidad de hacer un negocio?» Porque, claro, en esto juega la angurria.

Voy a leer un cable de Arbia, una agencia informativa de la provincia de Buenos Aires que tiene un informativo federal para más de 1.500 radios en todo el territorio de la Argentina. Dice: «Macri recibió al vicepresidente de AT&T y empuja su desembarco en telefonía. Macri lograría el ingreso de un inversor extranjero de peso en una jugada similar a la que pretende habilitar el desembarco de Turner en la televisación del fútbol y también en el de la televisión abierta. Las dos jugadas tendrían una misma víctima —afirma Arbia—: el Grupo Clarín. Mauricio Macri recibió en la quinta de Olivos a Rafael de la Vega, vicepresidente de AT&T, la empresa estadounidense de telecomunicaciones que podría invertir en telefonía celular».

El gobierno le quiere sacar al Grupo Vila también (por eso en un tiempito van a ver que la pantalla de América se va a poner un poquito más crítica) la frecuencia del 4G que le fue adjudicada a Alvin, la empresa de Vila y José Luis Manzano. ¿La razón? No haber pagado el costo de 608 millones de dólares de la licitación. Es decir, Macri se está preparando para dejar entrar a otros jugadores que puedan condicionar a los que ya había. Entre ellos está el Grupo Vila-Manzano, que es el Clarín del Norte de la Argentina, y el Grupo Clarín, que en AMBA —la zona de capital y el Gran Buenos Aires— es donde ejerce su capacidad monopólica.

En este detalle está la explicación de buena parte de lo que fue la cobertura crítica, pero también, y eso es lo más interesante, el comportamiento de Clarín. Que es histórico y al cual hoy los funcionarios del macrismo se van a tener que adecuar porque hasta ahora fue todo dulce: cada vez que le podían dar un negocio a Clarín, este se lo devolvía con campañas favorables a todos los funcionarios. Eso es el Grupo Clarín cuando consigue aquello que quiere.

Ahora el macrismo maneja los tres presupuestos más grandes del país y Clarín quiere una tajada en todo eso, porque tuvo mucho que ver con la llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada. Y siente como una traición que Macri les quiera meter a AT&T en la telefonía. Ese era un negocio que también querían. Es interesante, sobre todo para los funcionarios macristas, para que vean cómo funciona el grupo monopólico, cómo funciona el asedio de este grupo a los poderes institucionales. No importa si es macrismo, kirchnerismo, radicalismo. Es aleatorio el asunto. Lo realmente importante es cómo, a partir del apriete y, en este caso, a partir de lo que ha sido la apertura del grifo de noticias negativas, empiezan a generar las condiciones para que esos funcionarios les firmen lo que quieran. Si esa pulseada la gana Macri o la gana Clarín lo vamos a estar viendo dentro de muy poquito en el boletín oficial en base a las resoluciones que salgan. Si son resoluciones donde se beneficia a AT&T o a otro jugador internacional como Turner, Clarín va a incrementar sus tapas y noticias negativas. Si, por el contrario, en esas resoluciones se le pone algún tipo de traba a la inversión extranjera que viene a litigar con los negocios de Clarín, seguramente van a volver las mieles entre Clarín y Mauricio Macri. Me pareció interesante ver cómo se construye la agenda del Grupo Clarín. Porque no nos olvidemos: nosotros tenemos muchos problemas económicos, sociales, tenemos el retorno del neoliberalismo a la vida cotidiana.

Hay un aparato cultural que domina la subjetividad de nuestra sociedad y todos los que hoy día se preguntan todavía cómo es posible que la gente haya votado esto, aquello, lo otro; bueno, hay un aparato de dominación cultural, tiene nombre y apellido: se llama Grupo Clarín. Y el grupo opera de esta manera indistintamente con el kirchnerismo, con el macrismo. Es una deuda de la democracia volver a adecuar al Grupo Clarín a las normas de la convivencia democrática y también volver a adecuarlo a una legislación antimonopólica que impida la concentración. Porque yo tengo muchas pero muchas diferencias con Mauricio Macri y ustedes lo saben, pero Macri va a pasar. Tarde o temprano va a pasar porque hay tiempos institucionales que marcan eso. Lo que no ha pasado y se ha incrementado de modo feroz en todos estos años es la concentración que beneficia a un grupo empresario en particular de la comunicación, que nos dice que lo blanco es negro, que lo negro es blanco, que cuando hace frío hace calor y que cuando hace calor hace frío. Y eso tiene una incidencia fundamental en la vida de todos nosotros, cada día.

Se corrió un poco el velo. Hoy lo sabemos y lo sabemos muchos, pero no nos olvidemos de que para llegar a la situación que hoy vivimos, donde muchos estamos perdiendo derechos y donde muchos enfrentamos situaciones que hace 12 años y medio no vivíamos, primero tuvo que ganar Clarín.

Y ganó.

Y ahora va por más.

 

Macri y el ataque a Tiempo Argentino (7 de julio de 2016)

Hoy leí las declaraciones que hizo el presidente Mauricio Macri en Berlín, Alemania, en relación con lo ocurrido en Tiempo Argentino. Yo les quiero contar que en los últimos 18 años no hubo un atentado más grave a la libertad de expresión que este, que ocurrió en las instalaciones de Tiempo Argentino y Radio América, donde una patota ingresó a la redacción del diario y rompió el mobiliario, las computadoras, las paredes, el cableado y no solo eso, sino que también mandó a varios periodistas y trabajadores de prensa al hospital. No hay antecedente en los últimos 18 años de algo que haya ocurrido institucionalmente más grave que esto, que pasó en Amenábar 23, el edificio donde funciona hoy la cooperativa Por Más Tiempo, que edita el diario, con el esfuerzo autogestivo de trabajadores que hace siete meses la vienen peleando muy duro.

Ya habíamos tenido de parte de algunos funcionarios del macrismo la definición de que esta intrusión salvaje de un grupo patotero, con amparo oficial y zona liberada de la Policía Federal, de la Policía Metropolitana y del Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM), fue «un asunto entre privados». En un editorial anterior dijimos que funcionarios macristas equiparaban a los agresores, a los matones, al grupo de tareas, con trabajadores dignos, que defienden a sus familias y tratan de hacer un diario con las noticias y con una línea editorial que hoy no existe en la Argentina. Hablamos de trabajadores de prensa que forman parte de la pluralidad de voces de nuestro país. La perspectiva que tiene Tiempo Argentino es una voz necesaria en cualquier kiosco.

La responsabilidad política del gobierno de Mauricio Macri sobre lo ocurrido es clara, pero, por si hiciera falta, el presidente elegido por el voto popular en un balotaje dijo desde Berlín que los trabajadores eran los culpables porque son «usurpadores». Miente el presidente Macri. Miente o es ignorante. Los trabajadores que ocupan el edificio de Amenábar 23 tienen la custodia legal del inmueble. Hay un alquiler que se está renegociando en la medida de lo posible con los verdaderos propietarios del edificio. No son intrusos, son los custodios legales. Los intrusos fueron los integrantes de la patota que entraron con suma violencia y cometieron el mayor atentado a la libertad de expresión en los últimos 18 años.

Cuando sucedió el hecho, la verdad, lo primero que me pregunté fue: ¿Quién es el dueño de la patota? A los hechos me remito: esa patota pudo actuar en una zona liberada, es decir, con protección de la Policía Federal, de la Policía Metropolitana, con la desidia del ENACOM, que preside Miguel de Godoy, con un Ministerio de Trabajo que hace siete meses no libera un solo Repro para los trabajadores de Tiempo Argentino y Radio América. ¿Quién es el dueño de la patota? Quedó demostrado que el que encabezaba a este grupo de forajidos es un personaje que tiene una empresa de custodia y seguridad en recitales multitudinarios, que trabaja mucho con una firma llamada Fénix. Mariano Martínez Rojas —quien se autoproclama nuevo dueño de Tiempo Argentino y Radio América— es el socio correntino de Fénix. Habría que ver dónde trabajaba Darío Lopérfido hasta hace un tiempo y habría que ver qué tipo de contrato tiene esta empresa con algún importante funcionario, quizás, vinculado al jefe político del distrito donde se cometió el atentado. Esto ustedes no lo van a leer en ningún lado porque contra el poder nadie escribe, nadie habla.

Los dueños de la pauta oficial deciden a quién se castiga, a quién se demoniza, a quién se encarcela o se difama públicamente. Vivimos un estado de excepción donde lo que realmente vale la pena no se informa. Me sigo preguntando: ¿quién es el dueño de la patota?

Voy a hacer un ejercicio elemental de lógica. Martínez Rojas, el presunto propietario (y digo presunto porque no hay un solo papel que lo confirme, y también porque de hecho aun si hubiera sido el propietario no pagó salarios, expensas, luz ni el alquiler desde que asumió), es el hombre de paja de alguien. Él por sí mismo no es nada. Martínez Rojas es el que aparece encabezando el reclamo, este reclamo, diría yo, criminal. Es el que manda al grupo de tareas, el que somete a mis compañeros de trabajo con una ferocidad ilimitada, el que llamó usurpadores a mis compañeros para justificar su patoteada. Casualidad o no, a 12.000 kilómetros de distancia, el presidente de la nación Mauricio Macri, consultado por periodistas de Clarín y La Nación, calificó de igual modo a mis compañeros. Yo entiendo que la prensa crítica no les guste, que quieran un periodismo cómplice, complaciente, amigable. Puedo entender también que a través de la pauta algunos colegas se dediquen a difamarme a mí y a otros compañeros y dediquen un espacio insignificante al más grave atentado a la libertad de expresión en los últimos 18 años. Puedo entenderlo porque conozco la miserabilidad de la gente, así como conozco la generosidad y la solidaridad. También conozco la codicia, así como conozco la paz. Y estoy seguro, como todos ustedes, de que también existen los violentos, como existen las personas dignas, y existen los infames, como existen los presidentes y estadistas como Cristina Fernández de Kirchner, que ayer estuvo en el edificio de Tiempo Argentino solidarizándose con sus trabajadores, dando la cara, poniendo lo que sucedió ahí como noticia en todo el mundo, cooperando desde donde puede con los trabajadores del diario y generando incluso esta declaración nefasta de Mauricio Macri.

Y así como existen estadistas como Cristina Fernández de Kirchner, existen dueños de la patota, de los agresores, de la infamia, de los que todavía no se sabe si van a ir presos o no, si los van a detener o tienen carta blanca para cometer cualquier tipo de delito, ya no un delito específico encuadrado en una zona delimitada de un inmueble, de una calle en Palermo, sino un delito contra todos los argentinos, porque la libertad de expresión es de todos los argentinos. Les decía que así como hay estadistas que cumplen un rol y un papel, que ponen su capacidad, su renombre, su envergadura política al servicio de los trabajadores, existen los otros, los que patotean, los dueños de la patota. La diferencia entre un estadista y un dueño está en lo que hizo ayer Cristina Fernández de Kirchner y lo que dijo hoy Mauricio Macri desde Alemania.

Macri, el año perdido
Un análisis del gobierno de Cambiemos y los efectos negativos de sus políticas neoliberales en la vida cotidiana de millones de argentinos.
Publicada por: Planeta
Fecha de publicación: 12/01/2016
Edición: 1a
ISBN: 978-950-49-5555-9
Disponible en: Libro de bolsillo
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