jueves 25 de abril de 2024
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«Una historia del peronismo», de Pedro Saborido

Así como en Una historia del fútbol el talento de Pedro Saborido construyó, tal vez, el libro más singular y disparatado sobre el deporte nacional, en Una historia del peronismo el guionista de Peter Capusotto –y de tantos otros ciclos– hace lucir su destreza: la del hombre que sabe bien con qué medidas de qué sustancias tratar para conseguir lo que nadie pudo antes. Los efectos que produce su trabajo son también conocidos e identificables: la carcajada bestial, la sonrisa de dientes apretados, el pensamiento maldito e imparable; o todos juntos, en cualquier orden.

La ingeniería del autor le da una vuelta de tuerca a la extensa estética del peronismo, tan visitada y recreada en los últimos años. Los relatos echan raíz en la mística popular y extienden su horizonte. Generan un aporte original, colorido, melancólico y sentimental. Consolidan una ventana desde donde reírse, además de mirar y pensar el peronismo. O todo lo contrario. Porque es bueno advertirlo: puede el lector hacer lo que quiera con estas páginas. La única certeza es que, una vez leídas, ya no podrá olvidarlas.

A continuación un fragmento, a modo de adelanto:

Catálogo de merchandising y  objetos de propaganda peronista

Yo siempre digo que soy el mejor porque mi madre me enseñó a no mentir. Muhammad Ali

La propaganda política suele tomarse como un concepto despectivo en sí mismo. Se supone una práctica indeseable y maligna. Pero no comunicar a la población sobre los logros de una gestión política es una omisión grave. Porque se puede confundir lo que hace un gobierno con logros derivados del azar, del exclusivo mérito personal, de la situación socioeconómica mundial o de la providencia. Parte intrínseca de un buen gobierno es una buena propaganda política.

El peronismo siempre fue criticado por sus supuestos excesos propagandísticos. En todo caso, se lo puede acusar de no ser discreto. Lo contrario del capitalismo, que hace propaganda de sí todo el tiempo, pero siempre en forma enmascarada.

Scalextric de perón y evita

Pista en forma de perfil de Evita (similar a lo que se dice es Ciudad Evita vista desde el aire). Es uno de los primeros juegos de autitos eléctricos en pista con carriles. Se pueden ver dos autos. Un Justicialista industria argentina, con techo, conducido por un muñequito que se supone es Perón. El otro es un Justicialista, pero descapotable. Es el de Evita, que va más rápido y descarrila con facilidad. El de Perón va más despacio, pero llega. Se dice que Perón lo mandó a diseñar así como para que los niños sepan que con actitudes pasionales y revolucionarias se es más veloz pero no se llega lejos. A juzgar por actitudes de la generación que jugó con este Scalextric (con infancias en los años 50) lo que se proponía enseñar Perón no dio mucho resultado.

Ajedrez peronístico

Interesante modalidad del clásico ajedrez, en este caso, donde invariablemente ganan las piezas negras. Obviamente el rey era Perón y la reina, Evita. El alfil, un cura obrero, y así sucesivamente. Mientras las piezas negras tenían peones, las blancas tenían empleados administrativos. La particularidad es que mientras las piezas blancas «comían» a las piezas negras, estas no «comían», sino que «sumaban al movimiento» cada pieza que capturaban. Es por eso que «los empleados blancos» se sumaban a las piezas negras. Finalmente, la alianza de clases obrero-burguesa tiene muchas más piezas que la «blanca oligarquía» y esta, entonces, pierde. En la realidad el deseo burgués provoca el efecto contrario y se prefiere acumular desde las piezas negras para después declararse como parte de las piezas blancas. De todos modos, la intención de la propaganda no queda clara.

Metecorcho

Extraño juego mecánico del tamaño de un metegol. Muy raro. Hay unas manijas y ejes alrededor del juego, con los que se manipula a dos equipos: tendencia revolucionaria peronista y ortodoxia peronista. No emula un estadio, como el metegol, sino el Puente 12 de la Autopista Riccheri y el palco del acto en Ezeiza, que se organizó para saludar el regreso definitivo de Perón a la Argentina. Hay un muñequito de Osinde, otro de Leonardo Favio y otro del famoso pelado de bigotes y lentes negros que levanta un fusil. El juego consiste en llegar al palco y lograr que los muñecos de cada equipo suban. El complicado mecanismo hace que los ejes se traben entre sí, los muñecos se salgan y después de un rato el juego quede totalmente destrozado sin posibilidad de volver a usarse. Los diseñadores dicen que no es un defecto que se rompa todo, sino que de eso se trata el juego. No queda claro el sentido de propaganda del mismo. Aunque se asegura que es solo mostrar que el peronismo sobrevive a todo.

Juego didáctico de mesa: «no le des pescado. Dale asado, pan dulce, sidra y después si quiere ir a pescar, enseñale».

Simpático juego pedagógico-justicialista. Típico esquema de dados y tarjetas que hacen que se vaya avanzando en un recorrido. En el mismo se aprende que si alguien tiene hambre, primero hay que asegurarse que la persona se alimente y después se puede encarar alguna capacitación laboral.

«Exigirle a alguien que tiene hambre que aprenda una tarea para poder comer es de hijo de puta. Primero que morfe. Es un derecho», dice la tarjeta inicial del juego. También trae una cañita, que tiene un hilo con un imán en la punta. Con ella se puede atrapar peces de plástico. Pero es una opción.

«Pescar debe ser una actividad recreativa y no una forma de asegurar la subsistencia. Para eso está el Estado. Eso en cualquier país medianamente serio de Europa lo saben. Pescar para romper las bolas y después comerse lo que se pescó está bien. Pero como única opción para alimentarse es de atrasados. Si los gorilas quieren vivir en un país así, que vivan ellos, manga de soretes», dice una tarjeta, quizá la más esclarecedora, que se toma cada vez que con los dados sale un doble seis.

Por supuesto, el jugador puede elegir entre pescar o dormir una siesta si saca la tarjeta «Perón se va al sobre», donde aparece un Perón sonriente que dice. «Me gusta la siesta, porque puedo amanecer dos veces».

 

Mi traidor favorito

Lockford es estúpido y cobarde. A veces eso parece lealtad… Shakespeare, El rey Lear

El perfil psicológico del traidor ha sido objeto de interés para muchos especialistas, porque constituye un ejemplo claro de narcisismo. El traidor lo es, por amarse tanto a sí mismo. Pero no hay traición si alguien no se siente traicionado y luego convoca, señalándolo, a la condena social. Ahora, si el traidor es inmune a ella, si es capaz de seguir su camino sin importarle el juicio de los demás, entonces para él traicionar es solo un trámite sin consecuencias. Si a esto se le suma la ausencia de culpa, la traición entonces es quizá la maniobra más eficiente en la competencia humana. Algo muy valorado en estos tiempos.

Encuentro con medio siglo de traiciones

Llegamos a su instituto. Y después de servirnos café, Roberto Locatone nos muestra la mención a su trayectoria que recibió en el XXV Festival de la Traición Peronista, que se celebró en el Hotel Berlusconi de Mar del Plata. —Realmente agradezco el reconocimiento. Que no llegó antes, dado que yo mismo durante años me ocupé de que mis traiciones no sean visibles ni comprobables.

Porque la mejor traición es la que nadie nota.

Es verdad. Nadie supo de las deslealtades de Locatone hasta que él mismo publicó su autobiografía: Te juro que yo no fui: Cómo estuve cincuenta años cagando compañeros sin que nadie se diera cuenta.

—Están catalogadas, descriptas y ordenadas por rubro, las más de 5 mil traiciones que hice durante mi vida política. Más de cien por año. Una cada cuatro días. Muchas veces pasaban dos meses sin traicionar y en una tarde te metía siete traiciones. A veces, entre una traición y otra me pegaba una siesta. Hoy todo eso se puede leer. Y se puede aprender. Porque enseña más la traición que la lealtad. Y como de esto sé, puedo y quiero ayudar. Después de todo lo que el peronismo me permitió traicionar, es hora de que yo lo retribuya de alguna manera. Por eso fundé el instituto de formación.

El pizarrón del traidor

—Ponga atención que le voy a explicar. En el peronismo se le da mucha importancia a la lealtad, ¿no?

Entonces, fíjese lo que pasa.

Locatone se para frente al pizarrón y anota:

  1. En el peronismo se valora muchísimo la lealtad.
  2. No hay traición sin lealtad.
  3. La lealtad es la materia prima de la traición.
  4. Más lealtad se espera, más posibilidades de traición hay.

Luego comenta:

—Esto nos marca, dentro del peronismo, una característica: Sobreabundancia de traidores. ¿Más que en otros sectores políticos? No creo. Solo que ser tildado de traidor en el peronismo es algo muy fácil.

Entonces hay que ver cuáles de los traidores no lo son, cuáles lo son en forma leve y cuáles son auténticos traidores hijos de remilputa. ¡Es menester diferenciarlos! ¿Saben por qué?

Ahora anota en el pizarrón:

Porque para ganar también necesitamos a los traidores.*

—¿Entienden? Necesitamos separar traidores perdonables de los imperdonables, ¿me explico? A eso me dedico yo.

*  Es conocida la frase de Perón «La política se hace con buenos y malos. Si se hace solo con buenos, resultan ser muy poquitos».

 

El sommelier de traidores

—La idea de separar traidores recuperables de irrecuperables requiere paciencia y método. Entonces, cuando me traen un caso de traición, yo los califico de acuerdo con los siguientes parámetros que usted puede ver en el pizarrón.

Dada una traición, debemos preguntarnos
¿Es una traición inocente o muy hija de puta?

¿Murió alguien?

¿El traidor tiene estructura? ¿Votos propios? ¿Cuántos tiene? ¿Cuánto puede aportar en una campaña?

¿Estuvo obligado porque lo presionaron con algo como no girarle dinero para pagar sueldos en su distrito, ministerio u organismo a cargo?

¿Está bajo amenaza de ser acusado de hacer algo inconveniente? Sea esto una desprolijidad en su gestión o algún hábito, como participar de encuentros sexuales que pueden tomar estado público dado que fueron registrados en forma audiovisual. En este caso, ¿se puede ver el video completo? ¿Se ve algún pito o un culo?

¿Es un buchón que mandó compañeros en cana para salvarse él?

¿Murió alguien? (Por las dudas pregunto de nuevo).

¿Cuántos votos propios tiene? (Por las dudas pregunto de nuevo).

¿Cuánto puede aportar en una campaña? (Por las dudas pregunto de nuevo).

¿Salió cara la traición o lo arreglaron con una mierda? ¿De cuánto estamos hablando?

¿Es un idiota del que debemos agradecer que nos haya traicionado ya que de esta manera el adversario se llevó a sus filas, precisamente, a un idiota?

¿Es perdonable?

Locatone ahora nos mira desafiante.

—Los quisiera ver a ustedes decidiendo sobre a quién otorgar un perdón o no. No es fácil. Pero sepan que cuando deduzco que el traidor es recuperable, me lleno de alegría. Porque perdonar puede traernos beneficios a todos. La tentación del castigo, el placer de la venganza, nos puede privar de gente muy valiosa. Y eso no es bueno para el Movimiento.

Un ejemplo

Saca una foto de una carpeta de trabajo. Es de un dirigente del Conurbano.

—Me trajeron esta traición hace quince minutos. El concejal Cochiuzzo. Un tipo aparentemente inocente. En un distrito donde somos oposición, votó a favor un proyecto del oficialismo. Declarar de interés municipal una planta envasadora de soda cáustica y tratamiento de desechos nucleares construida arriba de un geriátrico. Se suponía que todo el bloque estaba en contra. Él votó a favor. ¿Por qué? Por esto.

Ahora nos muestra fotocopias de un pasaje a Los Ángeles.

—Lo compraron. Cochiuzzo se convirtió en un traidor solo por viajar a Estados Unidos para cumplir su sueño más preciado: conocer a uno de los Muppets. Un boludo. Lo cooptaron con eso. Y ni siquiera le presentaron a la Rana René. Acá tengo esta foto de Cochiuzzo cenando con Miss Piggy. Y encima haciendo la «V». Miss Piggy también hace la «V» con los deditos de gomaespuma.

Suspira profundo y tira la carpeta a un costado.

—¿Qué tengo que hacer con esto? ¿Es inocente este tipo? ¿Es un provocador? ¿Cuántos votos tiene? ¿Qué hacemos con este forro? ¿Cuánto pone para la campaña?… Bueno, a esto me dedico. A ayudar a decidir qué traidor es perdonable. Y si uno trabaja bien, mire: —Nos muestra la boleta electoral de un municipio. —Mire esto. Intendente, concejales, suplentes. De distintas vertientes del peronismo. Del menemismo, del duhaldismo, del kirchnerismo. Una verdadera lista de Unidad que se logró a partir de la construcción de un gran consenso: son todos traidores. Juntos ganaron la intendencia. Y hoy son una gestión municipal ordenada tanto en las políticas que desarrolla como en la ejecución constante de traiciones. Hay que darle marco y reglamentación a la traición. Esperar que no exista la traición ni su correspondiente venganza no es solo una ilusión, sino también es negar la condición humana. Y la política no puede negar lo humano: antes, lo debe comprender y conducir.

Locatone termina de decir esto con una emoción tal que logra que la resignación y el posibilismo se conviertan en poesía. Se lo agradecemos.

¿Qué beneficios trae la lealtad?

Locatone ahora nos lleva al área infantil del instituto: nos hace pasar a una sala donde hay muchos niños. Mientras se mete detrás de un teatro para títeres, explica:

—Estamos abriendo ahora un Taller de Traición para chicos. «Aprendiendo con Vandorito» se llama.

Locatone, ya escondido, asoma un títere de ojos claros y calvicie incipiente.

—¡Hola, chicos! Soy Augusto Timoteo… ¡¡Que rima con «tiroteo»!!

Los chicos ríen. Y aprenden.

Locatone sigue hablando a través del títere.

Les cuenta que el traidor es como cualquier persona, solo que tiene más ambición que el promedio.

Luego el títere Vandorito cuenta que a muchos traidores se los suele amenazar diciéndoles que les va a pasar lo mismo que le ocurrió a él.

Y termina recomendando:

—Chicos, ¡no nos desaprovechen a los traidores! Si somos buenos, mejor tenernos adentro. ¡Somos muchos y sumamos!

Luego, junto con los niños, canta una canción que dice que avanzar solo con leales es fácil. Lo difícil es conducir y avanzar con los traidores adentro. Los chicos aplauden. Vandorito se va. Y nosotros también.

Tomado de una entrevista del fascículo 4 de la «Enciclopedia de Traidores del peronismo para coleccionar».

Una historia del peronismo
Original, colorido, melancólico y sentimental. Otra forma de pensar el peronismo.
Publicada por: Planeta
Fecha de publicación: 11/01/2018
Edición: 1a
ISBN: 978-950-49-6421-6
Disponible en: Libro electrónico Libro de bolsillo
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