Un hombre orina en un buzón de correo. Tres pares de piernas asoman de un cuarto oscuro de votación, una de ellas con los pantalones bajos. Una fila de personas introduce la cabeza en el concreto. Estas son algunas de las provocadoras escenas que el artista Max Siedentopf plasma en sus esculturas hiperrealistas, tan realistas que podrían confundirse con fotografías.
Siedentopf, de origen alemán, nacido en Namibia en 1991 y radicado en Londres, utiliza el absurdo como herramienta para cuestionar las normas sociales. Sus obras, creadas con silicona, resina y cabello real, son tan detalladas que resulta difícil distinguirlas de personas reales a primera vista.
«Me atraen los temas que revelan las contradicciones en nuestras normas sociales y la autoridad», explica el artista y agrega: «Busco esas interacciones cotidianas que solemos pasar por alto y las transformo para sacar a la gente de su modo automático, invitándolos a detenerse, tal vez reír, tal vez rascarse la cabeza».
Una de sus obras más comentadas es «Democracia», que muestra tres figuras en una cabina de votación, con una de ellas en una posición comprometedora. La pieza sugiere que la democracia otorga voz a todos por igual, sin importar su nivel de preparación o responsabilidad. En un año electoral histórico como 2024, la obra adquiere especial relevancia.
Siedentopf no solo trabaja con esculturas. Es un artista multifacético que ha colaborado con marcas como Apple, Gucci y Nike, y ha ganado un premio Emmy por su trabajo como director. Sin embargo, son sus esculturas hiperrealistas las que más impacto generan, por su capacidad de transformar situaciones cotidianas en momentos de reflexión sobre la sociedad contemporánea.