jueves 25 de abril de 2024
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«Modo esponja», de Sebastián Campanario y Andrei Vazhnov

¿Qué hacer para no marearse en la tormenta de información sobre los actuales avances exponenciales en ciencia y tecnología? ¿Qué estrategias conviene aplicar, a nivel personal, en un contexto de cambio acelerado y de incertidumbre extrema como el que vivimos?

Con decenas de historias recientes y ejemplos prácticos, Sebastián Campanario y Andrei Vazhnov bucean en lo más interesante y relevante de la agenda de la innovación, la creatividad y el futuro «en tiempo real», un futuro que ya comenzó y se despliega por capas.

Este libro propone un recorrido en «modo esponja», en actitud de curiosidad y aprendizaje permanentes, a través de ideas y tendencias que ya están modificando nuestra vida cotidiana y nuestra carrera laboral. Indispensable en esta era maravillosa, en la que la creatividad, la más humana de nuestras habilidades, seguirá haciendo la diferencia.

A continuación un fragmento, a modo de adelanto:

Series, pornografía y creatividad
El entretenimiento como batallón de asalto  de la innovación

A mediados de 1983, en el año del regreso de la democracia a la Argentina, el grupo musical y humorístico Les Luthiers estrenó un show que incluyó un sketch de “Entreteniciencia familiar”. Con aire solemne, Marcos Mundstock presentaba un número peor que el otro, llamaba a la participación de los televidentes ofreciendo “jugosos premios” (“un kilo de naranjas, uno de pomelos”) y alertaba sobre el horario de protección para “seres humanos”. El programa era claramente un fiasco, un desfile de perdedores con rating cercano a cero.

Más de treinta años después, la ecuación que conjuga ciencia con entretenimiento no podría haberse invertido más. El éxito fulgurante de este matrimonio incluye una interacción creciente entre científicos de todo tipo (matemáticos, físicos, expertos en big data, economistas) y profesionales del ámbito artístico. El resultado de esta colaboración y el aporte de las nuevas tecnologías están llevando a una efervescencia nunca antes experimentada en el negocio de las películas, la TV, la publicidad, los videojuegos y hasta los contenidos para adultos.

“El entretenimiento es hoy, claramente, el ‘rifle de asalto’ de la innovación”, remarca Mat Trevizano, el argentino que creó “Preguntados”, una aplicación que estuvo primera en los rankings de aplicaciones bajadas en los Estados Unidos y otros países. En salud, la toma de riesgos implica jugar con la vida de las personas; en finanzas, con su dinero. En el campo del entretenimiento, en cambio, sólo se pone en juego el costo de oportunidad del tiempo de los usuarios, con lo cual resulta una cabecera de playa fenomenal para la experimentación de tecnologías exponenciales, como la realidad virtual o la inteligencia artificial.

Muchas de las principales tendencias que hoy recorren no solamente la frontera tecnológica sino la de cambios culturales y de organización del trabajo, tuvieron su versión “beta” y dieron sus primeros pasos en el mundo del entretenimiento. Hoy, por ejemplo, los expertos en organización laboral hablan de un “modelo Hollywood” para referirse al esquema de contratación temporaria de personas con alto grado de especialización y conocimiento para un proyecto determinado (en el caso de la meca del cine, una película), por un período acotado de trabajo intenso. Cuando la iniciativa termina, el equipo se desarma y sus integrantes quedan libres para alinearse con otro objetivo que les convenga. Funciona por oposición a la dinámica corporativa tradicional, donde una empresa contrata a empleados a largo plazo, para proyectos con final abierto, por años y (cada vez menos) hasta de por vida.

El modelo Hollywood es moneda corriente en la industria cinematográfica y en otros rubros del campo creativo (las productoras de comerciales operan con este esquema flexible). La novedad es que ahora se aplica cada vez más en proyectos de infraestructura, de servicios o de aplicaciones para celulares, entre otros campos.

A nivel teórico, los “hechos estilizados”, como dicen los economistas, del fenómeno de la “economía de la atención” no son nuevos. Sus bases fueron asentadas en 1971, unos veintisiete años antes de que se fundara Google, por el Nobel Herbert Simon, quien pronosticó por aquel entonces que la multiplicación de la riqueza informativa iba a producir tarde o temprano una escasez de aquello que la información consume: la atención de sus receptores. La explosión cámbrica de micromedios, el abaratamiento de los contenidos y la primacía de los jugadores que puedan canalizar grandes “flujos de atención” (como Google o Facebook) son consecuencias directas de la predicción de Simon, de hace más de cuarenta años. Lo que sigue es un recorrido por algunas de las historias más divertidas y novedosas que comprobaron empíricamente la predicción de Simon, y que transcurren en la cada vez más transitada autopista de ida y vuelta entre la innovación y el entretenimiento

 

“Peak TV”: ideas en la era de sobredosis audiovisual

La afirmación provocadora surgió en una charla sobre “economía del futuro” en la UBA, a fines de 2015, entre un grupo multidisciplinario de académicos. Lucas Llach, vicejefe del Banco Central, opinó que las buenas series de TV de la actualidad son “la mayor obra de arte de la historia de la humanidad”. Esto es, que Mad Men, Breaking Bad o The Wire superan, en calidad artística, a las obras de Miguel Ángel o los conciertos de Mozart.

Puede sonar exagerado, pero lo cierto es que a nivel global se habla de una edad de oro de la creatividad audiovisual, con fenómenos como el de la “Peak TV” (TV en su cenit), con más de cuatrocientas series producidas en 2016 contra sólo doscientas once en 2009. Varias innovaciones motorizan este boom de ideas para la pantalla: nuevas herramientas tecnológicas para la cocreación (que hacen que puedan armarse equipos con los mejores guionistas, actores y directores aunque provengan de distintas partes del mundo); técnicas de big data que generan series a medida de gustos más sutiles y sofisticados, y nuevos modelos de negocios que repagan la demanda del público por contenidos de calidad (con el caso de Netflix a la cabeza).

“Creo que es un momento de oro para los creadores de contenidos audiovisuales. Hay una demanda creciente y sostenida de buenos contenidos, en parte gracias a la multiplicación de plataformas”, cuenta Gastón Gorali, socio de José Luis Campanella en la empresa productora de contenidos audiovisuales Mundo Loco CGI y uno de los responsables de la película Metegol.

La “Peak TV” se caracteriza por una explosión de diversidad en personajes y temáticas, por la hibridación de géneros y por el aumento de plataformas de distribución. Esta edad de oro comenzó hace tres años a atraer actores famosos del cine, que hasta hacía no mucho tiempo se negaban a saltar a la pantalla chica. El punto de quiebre fue el protagonismo de Woody Harrelson y Matthew McConaughey en la primera temporada de True Detective (2014), y a ellos les siguieron Susan Sarandon, Amy Adams, Drew Barrymore, Naomi Watts, Ewan McGregor y Daniel Craig, entre otros.

La atracción de este boom no se limita a las grandes estrellas de la actuación: los mejores guionistas y directores apuntan también a este formato, y entre los egresados de escuelas de cine los festivales “indie” fueron reemplazados, en el aspiracional, por lograr un hit con una serie que batiera récords.

“Hay una audiencia camaleónica, sobre la cual gracias a la revolución digital sabemos cada vez más, y eso permite desarrollar contenidos menos lineales, más a medida de pequeños grupos”, dice Juan Martín Caivano, director de Container, un laboratorio de audiencias. En un extremo, esta tendencia a que aparezcan productos en la “larga cola” de la distribución terminaría casi en una producción uno a uno: una serie para cada espectador.

Claro que no todo es tan sencillo, y los avances tecnológicos tienen algunos límites. Con respecto a la cocreación, Gorali apunta que “es cierto que hoy es posible trabajar con el mejor talento de todo el mundo y armar una suerte de Barça o Real Madrid para cada proyecto (si es lo suficientemente interesante en lo creativo y da el presupuesto para pagarlo), pero también es difícil igualar la energía creativa de un equipo que trabaja en el mismo lugar (digamos un estudiantes de La Plata en su mejor época). A veces no es la calidad individual de los músicos lo más importante, sino cómo suena la orquesta”.

En la industria se discute si el Peak TV es sostenible desde el punto de vista del modelo de negocios: los pesimistas aducen que hay una burbuja de series que terminará decantando. Se estima que, entre las movidas de Netflix, Amazon y Hulu (otra plataforma de streaming creada por las grandes cadenas), en los últimos dos años se inyectaron más de mil millones de dólares en la plaza de Hollywood.

Mientras tanto, el fenómeno de la Peak TV augura nuevas posibilidades globales. Con su apuesta internacional, Netflix anunció que apuntaba a producir más contenidos con “sabor local”, como la “mejor producción de Bolliwood (la meca del cine indio) de la historia”. Países como Canadá, con sus ventajas impositivas para los productores, están sacando provecho de cada gota de este derrame: en ciudades como Vancouver, Toronto y Montreal hoy es difícil conseguir algunos servicios de filmación por la enorme demanda de una plaza que ya fue bautizada como “Hollywood North” por la industria cinematográfica.

Burbuja o no, lo cierto es que la Peak TV describe un momento único de la pantalla chica, con una oferta explosiva y diversa que nunca jamás se había experimentado. Con una audiencia que disfruta de las series tanto como de las grandes obras de arte de la historia de la humanidad, aunque cuál de ellas tenga el récord de calidad y potencia artística sea materia de discusión.

Modo esponja
Un recorrido en modo 'curiosidad y aprendizaje permanente', a través de ideas y tendencias que ya están modificando nuestra vida cotidiana y nuestra carrera laboral.
Publicada por: Sudamericana
Fecha de publicación: 06/01/2017
Edición: 1a
ISBN: 9789500758703
Disponible en: Libro de bolsillo
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