El Gobierno iraní mostró ayer su enfado por las declaraciones del canciller francés Bernard Kouchner, en las que dejaba abierta la puerta a la «guerra» si Teherán no renuncia a su plan. «Son una provocación y van en contra de la credibilidad de Francia», dijo el portavoz de la diplomacia iraní, Mohamed Ali Hoseini. En tono conciliador, el director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica, Mohamed el Baradei, advirtió de que usar la violencia sería «contraproducente».
Por su parte, el presidente Mahmud Ahmadinejad minimizó las declaraciones del jefe de la diplomacia gala. “No tomamos esas amenazas seriamente. Las especulaciones de los medios son distintas que las palabras verdaderas, y no tomamos estos comentarios en serio”, dijo Ahmadinejad, citado por la agencia de noticias oficial iraní IRNA.
Las declaraciones de Kouchner se enmarcan en el giro de 180 grados de la política francesa tras la llegada al poder de Nicolás Sarkozy, cada día más próximo al gobierno norteamericano.De hecho, Washington celebró con gusto las declaraciones de Kouchner.
Aunque elogiadas, también hay críticas para las palabras de Kouchner. La ministra de Relaciones Exteriores de Austria, Ursula Plassnik, criticó la «retórica marcial» y llamó a trabajar en busca de una solución negociada. El canciller italiano, Massimo D Alema, por su parte, sostuvo que «una nueva guerra no solucionará el problema y creará nuevas tragedias y nuevos peligros».
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