En la reunión de los 16 países más contaminantes del mundo, el presidente norteamericano George W. Bush anunció que convocará a una cumbre de jefes de Estado con el objetivo de acordar límites a la emisión de gases de efecto invernadero. Sin embargo adelantó que éstos deberían ser “voluntarios” y acordes “al crecimiento de cada economía”.
Según se informó, la cumbre se haría por fuera de la ONU ya que Washington espera, de esa forma, alcanzar una reducción de la emisión de gases de efecto invernadero más «realistas y transparentes».
Siempre reacio a aceptar límites obligatorios como los del Protocolo de Kyoto – que su gobierno nunca ratificó – Bush dijo: «Cada nación debe decidir por sí misma la combinación adecuada de medios y tecnología para alcanzar resultados palpables». Así, los límites propuestos por la administración republicana serían voluntarios y adaptados a cada economía. «Cada estrategia se centrará en los recursos energéticos de cada país, su nivel de desarrollo y sus necesidades económicas», explicó Bush.
Con la intención de cambiar la imagen negativa de Bush en materia medioambiental, la Casa Blanca entregó a los periodistas un pequeño manual destinado a «desmentir mitos»; en abril pasado, el presidente había dejado entrever su creencia de que el calentamiento global podría ser «causado por los seres humanos o causado por la naturaleza misma».
Ahora la Casa Blanca aconsejó a los demás países seguir el camino de la energía nuclear civil, los biodiesel (el etanol, entre otros) y los vehículos híbridos.
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