Un extraño caso judicial en Japón puso en evidencia cómo un supuesto malentendido lingüístico puede usarse como defensa frente a una imputación penal, luego de que un hombre australiano se haya excusado en parecidos fonéticos de frases en inglés y japonés para zafarse de una acusación de robo.
Los hechos son presentados a través dos versiones opuestas. El dueño de la casa, un hombre de más de 70 años, afirma que el australiano gritó «Goto da!» («¡Esto es un robo!») y «Kin wa doko da?!» («¿Dónde está el dinero?»). Por su parte, el acusado sostiene que olió gas al pasar por la casa y subió para advertir al residente, gritando en inglés «Go to a door!» («¡Ve a la puerta!») y «Can you walk?» («¿Puedes caminar?»). La similitud fonética es aceptable pero no es indiscutible.
Posteriormente, la situación llegó a un enfrentamiento físico donde el residente recibió un golpe en la cabeza con una pala que el australiano encontró en el balcón. Después de ese incidente, el extranjero huyó de la escena, aparentemente sin robar nada.
La defensa intentó una estrategia peculiar: comparó el incidente con el popular segmento de televisión «Soramimi Hour», donde las letras de canciones en inglés se confunden con frases en japonés. En Argentina, en el programa radial Perros de la Calle existía una sección similar llamada ‘Canciones Locas’ en el que oyentes proponían supuestas frases en español que se escuchaban en canciones de otros idiomas. Esta estrategia, entonces, fue llamada «defensa soramimi», pero no logró convencer a los jueces, que se mostraron escépticos al respecto.
El presidente del tribunal de Sapporo a cargo de la causa, Jun Shimato, dictaminó que la explicación del «Go to a door!» no era creíble. Sin embargo, no eximió de culpas al residente,ya que considero posible que éste hubiera asumido automáticamente que era un ladrón por su condición extranjero. El tribunal, finalmente, absolvió al australiano del cargo de intento de robo (porque efectivamente no robó nada), pero lo condenó por allanamiento y agresión.
Este caso generó controversia en la conversación pública japonesa. Mientras algunos la consideraron demasiado indulgente, expertos señalan que dos años de prisión efectiva no es una pena leve en Japón, donde las sentencias suspendidas son comunes para delincuentes primerizos. Entonces, la estrategia de la defensa resultó más perjudicial para el acusado, ya que si se hubiera quedado en un simple robo, los jueces probablemente hubiera sido menos severos. “Con abogados así, para qué quiero fiscales” habrá pensado este australiano.