Texto de Milagros Strizzi – Ilustrado por Carolina Farias
Cuando a las doce los corceles fueron de nuevo ratones, sonrieron. Basta de herraduras, riendas y anteojeras. Basta de arrastrar carrozas ajenas. Al fin su piel, sus patas, su cuerpo. Al fin correr libremente a sus ratoneras para verse en los ojos de sus crías.