La ejecución de Saddam Hussein en la horca desató la ola de violencia más importante de los últimos meses en Irak, donde coches bomba explotaron y causaron la muerte de al menos 80 personas en todas las ciudades más importantes del país.
Además, las autoridades confirmaron la reaparición de los francotiradores que mantienen en constante atención a las fuerzas de seguridad: un hombre armado se esconde en cualquier parte del país, escoge un blanco al azar, lo elimina y desaparece misteriosamente.
El Primer Ministro iraquí, Nuri al Maliki, aseguró que la ejecución de Hussein fue el cierre de una etapa negra en la historia del país y celebró que se haya hecho justicia con un “criminal”. “La Justicia, en nombre del pueblo, ha ejecutado la sentencia de muerte contra el criminal Saddam, quien enfrentó su destino como todos los tiranos, asustado y aterrado durante un día difícil que no esperaba. Tuvo un juicio justo como nunca se había visto en la historia moderna de Irak. Saddam ha recibido lo que se merecía”, afirmó.
Al Maliki, perteneciente a la ama chiíta del islamismo, sostuvo además que la muerte del ex dictador servirá para desalentar a la resistencia armada sunita, que representa aproximadamente el 20% de la población iraquí. Nuevos ataques y declaraciones de los principales líderes sunitas hacen presuponer a los expertos que la ejecución de Husein no pondría fin a la guerra civil que mantiene en jaque al Gobierno de Al Maliki.
Mientras tanto, el cuerpo de Saddam Hussein fue trasladado por un helicóptero militar estadounidense a su presunta ciudad natal (existen dudas sobre su verdadero origen y sobre su nombre, que habrían sido modificados durante su ascenso al poder), Tikrit. Allí fue enterrado en una solemne y modesta ceremonia en el mismo lugar donde fueron sepultados sus hijos Uday y Qusay, asesinados por las tropas de ocupación.
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www.elmundo.es/elmundo/2006/12/31/internacional/1167539092.html